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lunes, 18 de noviembre de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO XXVI. LA VERDAD Y EL BUEN CARÁCTER SON EL ALIENTO DE VIDA

 

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO XXVI. LA VERDAD Y EL BUEN CARÁCTER SON EL ALIENTO DE VIDA

Krsna dijo: "Donde quiera que la conducta sea ejemplar, donde haya rectitud y santidad, donde quiera que la gente se apegue a la verdad y al deber, habrá victoria. Cuando se comportan de manera honorable, y viven bajo los principios de una conducta correcta, esos principios los protegerán. ¡Arjuna! Lleva siempre una vida santa y honorable, y estarás llevando una vida que realmente vale la pena".

Encarnaciones del amor:

Llevar una vida santa comporta siete facetas, que son como los siete colores en que se descompone la luz solar. Ellos establecen las normas de lo que es una conducta virtuosa y moral, y que son el sustrato de la vida espiritual. La primera faceta es la verdad. La segunda faceta es el buen carácter. La tercera es la buena conducta. La cuarta, el control de los sentidos. La quinta, vivir con conciencia y haciendo hincapié en poner límite a los deseos. La sexta es la renuncia o desapego, y la séptima es la no violencia. Todos los principios de llevar una vida correcta han sido establecidos para protección del individuo y bienestar de la sociedad. Al conjunto de ellos se le llama Dharma o Rectitud.

La verdad y el dharma

La verdad es la base de la rectitud. Igual que quemar es la naturaleza del fuego, enfriar es la naturaleza del hielo, la fragancia es la naturaleza del botón floral y la dulzura, la del azúcar, de igual modo, la veracidad es la naturaleza del ser humano. La verdad y el buen carácter son como su aliento de vida. Cuando reconozcan la verdad innata de su naturaleza más profunda, comprenderán su realidad.

Para obtener éxito en el área espiritual, un buen carácter resulta esencial. Se puede decir que el buen carácter reviste tres aspectos. El primero puede ser descrito por las palabras: sacralidad, santidad y bonomía. El segundo aspecto puede describirse como tolerancia, compasión y resistencia. Y el tercer aspecto puede ser descrito bajo los términos de decisión, determinación y compromiso.

Sea cual fuere su educación, tengan la riqueza que tengan, ocupen la posición que ocupen, sean estudiosos u hombres de estado, si no poseen estos tres rasgos de carácter, valen tan poco como un muerto. No importa lo que hayan alcanzado, sin estos tres rasgos de carácter, sus logros y éxitos no valen nada. La gente se fija en la belleza externa, pero Dios sólo ve la belleza interior. En verdad, es el carácter prístino lo que hace la auténtica belleza de un ser humano. Una persona que carece de buen carácter no vale más que una piedra. Tienen que observar las siete facetas del dharma y hacer que cada una brilla en ustedes, puesto que todas ellas son algo natural en ustedes.

El escalón fundamental es la verdad. La verdad no sólo implica no mentir. Tienen que tomar la verdad como su misma esencia, la base de su vida. Tienen que estar preparados a renunciar a todo en aras de la verdad. El mundo se guía por el temor a la verdad y está supeditado a la verdad. Cuando no hay verdad, el hombre experimenta temor y siente miedo hasta de vivir. Por otro lado, la verdad hace al hombre audaz. La verdad protege al mundo y hace que éste funcione. La verdad retira el miedo. Es una cualidad tan importante, que cuando se observa rigurosamente, se puede alcanzar la divinidad. El carácter alienta la verdad. La virtud y el buen comportamiento hacen el carácter. La humanidad no podrá resplandecer si no sigue un buen comportamiento. Las virtudes, las buenas cualidades, el buen comportamiento, llevan todos al esplendor de la humanidad.

La verdad debe de establecerse desde temprana edad

Para poder servir a la humanidad y realizar su divinidad, tienen que tomar como base la verdad, el carácter y el buen comportamiento. Desde la infancia hay que hacer el esfuerzo por adherirse a estas nobles virtudes. A edad temprana, es común que los niños cometan pequeños errores, a sabiendas o no. Por temor a que los descubran los adultos y los vayan a castigar, los niños tratan de ocultar sus faltas.

Es así como a edad temprana los niños desarrollan el hábito de alejarse de la verdad y sacarle la vuelta a la culpa. A la larga, este hábito destruye los cimientos de la vida. La falsedad destruye su humanidad. Por eso a los niños debe enseñárseles enfáticamente a decir siempre la verdad, pase lo que pase, sin temor a las consecuencias, ya sean alegres y provechosas para el niño, o deriven en reprimenda y castigo. Así como la cimiente es muy importante para una casa, y las raíces son el fundamento del árbol, de igual manera, la verdad es la base a de la vida de un humano.

Si titubean en la verdad, no encontrarán seguridad ni protección en su vida. Ejemplo de observancia de la verdad es la vida de un gran rey de la antigüedad. Por su compromiso inquebrantable con la verdad, el rey fue forzado a separarse de su esposa, su hijo y su reino. La verdad fue su penitencia. Incluso en las circunstancias más difíciles, no dejó de decir la verdad ni se alejó del dharma. Al final, perdió su reino. Expulsado y solo, se puso a trabajar en un crematorio. Cuando murió su hijo, su esposa trajo el cadáver a cremar. Aunque el hombre sabía que se trataba de su esposa y que el cadáver era el de su hijo, él cumplió con su deber como encargado del crematorio. Ni ante las pruebas más duras, el rey dejó de decir la verdad o alejarse de dharma. Consideraba la verdad y el dharma como dos ojos o las dos ruedas de una carroza, o como las dos alas de un ave, siendo una indispensable a la otra.

 

Hasta una mentirilla puede acarrear desdicha más tarde

Desde el inicio, corresponde a los adultos enseñar a los más jóvenes a decir la verdad. He aquí un ejemplo de cómo inventar historias por hacerle la broma a un hermano menor, puede traer tristes consecuencias al niño. Erase un padre que quiso darle un regalo a su hijo en su cumpleaños. Por el amor que sentía por su hijo, el hombre le obsequió a su muchacho una moneda de oro y le dijo que le pidiese a su madre mandar hacer un anillo con el metal. Al día siguiente, el chico presentaba exámenes. Mantuvo la moneda sobre el escritorio en el que estudiaba.

El chico tenía una hermanita que era muy curiosa y traviesa. Cuando entró al cuarto la niña tomó la moneda en su mano y preguntó: "Hermano, ¿qué es esto?" El respondió "Es una moneda de oro". La niña entonces preguntó: "¿De dónde la sacaste?" De broma, el chico respondió: "Salió de un árbol." Insistente, la niña inquirió: "¿Cómo puede una moneda de oro salir de un árbol?" Al punto, el chico comenzó a engarzarle una serie de mentirillas. Dijo así: "Si tratas la moneda como una semilla y la plantas en la tierra, le echas agua y la cuidas, pronto nacerá un árbol. Y de este árbol saldrán muchas más monedas de oro".

La niña cuestionó más aún, pero él respondió: "Mira, no tengo tiempo de seguir hablando; tengo que estudiar, luego seguimos." El chico se volvió a ocupar de su estudio y la niña se embolsó la moneda y lo dejó. En el patio, cavó un hoyo; colocó la moneda de oro adentro y la cubrió con tierra y le puso agua al montículo. Todo el tiempo, tuvo presente lo que su hermano le había contado del árbol que puede dar monedas de oro si lo riegas.

Una empleada doméstica vio por una ventana cómo la niña metía la moneda en el hoyo. Cuando la chiquilla entró a la casa, la empleada desenterró la moneda y se la llevó. Después de un tiempo, la madre vino y le ordenó al hijo prepararse para irse a la escuela. El chico quiso darle la moneda a su madre para que le mandara hacer un anillo, como había sugerido su padre, pero no encontró la moneda en ningún lugar. Fue donde su hermanita para preguntarle si había visto su moneda, a lo que ella respondió: "Hermano, pensé que si podíamos plantar un árbol de monedas, podríamos obtener muchas, así que hice un hoyo y planté ahí la moneda". Fueron al sitio y escarbaron, ¡pero no encontraron nada!

El chico se frustró enormemente. Pudo estar feliz en su cumpleaños, pero en su lugar se puso a llorar. Le contó todo a su madre. Ella le preguntó: "Dime hijo, ¿por qué tu hermanita se llevó la moneda y la plantó en el jardín?" El chico no lo sabía, así que llamaron a la niña y le preguntaron por qué había hecho eso. Ella respondió: "Mi hermano me explicó que plantar la moneda produciría un árbol de monedas; así que la planté". La madre reconvino al chico diciéndole: "Como inventaste esta historia y le dijiste algo falso a tu hermanita a sabiendas, ahora en lugar de disfrutar felizmente tu cumpleaños, estás llorando. Encima, perdiste la moneda de oro que tu padre te había obsequiado".

Si se le permite decir mentiras a los niños y andar con falsedades a temprana edad, se les hará hábito y éste crecerá con los años. Por otro lado, si les enseñas desde el inicio que tienen que tomar la verdad como el cimiento de su vida, les estarán forjando carácter y podrán luego realizar grandes cosas.

 

Cuando se elimina un defecto, el resto de la personalidad pronto cambia

Hubo un gran maestro que ayudó al progreso espiritual de muchos. Siempre que alguien le pedía iniciarlo, les preguntaba sobre su conducta y su carácter para determinar el tipo de cualidades que poseían. De acuerdo con sus cualidades y nivel de evolución, les daba una invocación sagrada, un mantra. Había un ladrón que al ver a un gran hombre en el maestro, se le acercó para pedirle un mantra. El gurú le dijo: "Bien, hijo ¿qué cualidades tienes? ¿Cuáles son tus defectos?" El ladrón respondió: "Mi defecto es ir de casa en casa por la noche, metiéndome a las casas para robar. Como paso la noche robando, en el día bebo hasta quedarme dormido. Beber es mi segundo peor defecto. Cuando me pesca la policía, invento una bola de mentiras y doy información falsa para salvar el pellejo. Esa sería mi tercer defecto."

El maestro espiritual entonces le preguntó: "Bien hijo, dices que robas, bebes y dices mentiras. ¿Podrías renunciar a alguno de estos defectos?" El ladrón pensó un momento, "Si no robo, ¿cómo podré cuidar de mi familia, mis hijos y mi esposa? No, no puedo dejar de hacer eso. Sólo si mi cuerpo está fuerte y sano podré escapar si me agarran. Tengo que dormir bien, y beber me ayuda a dormir en el día. Sin embargo, no es muy probable que la policía me pesque muy seguido. Entonces, dejaré de decir mentiras". El hombre sabio le preguntó, "¿Prometes que de mañana en adelante siempre dirás la verdad?" A lo que el ladrón respondió "Claro que sí. Incluso a partir de este momento." Esto es lo que resolvió hacer la familia. En efecto, desde ese día, mantuvo el hábito de decir la verdad a dondequiera que fuese.

Un día de verano, el ladrón estaba merodeando un pueblo buscando dónde hacer de las suyas. El alcalde, un hombre acaudalado, se hallaba descansando en la terraza de su casa. En aquel tiempo, no había aire acondicionado ni ventiladores eléctricos. No podía dormir a causa del bochorno. El ladrón logró trepar a la terraza, pero en cuanto llegó arriba, el hombre de la casa lo divisó, dándose cuenta de que se trataba de un ladrón. Entonces lo increpó "¿Y tú quién eres?" Dado que el ladrón sólo decía la verdad, respondió: "Soy un ladrón". A fin de descubrir sus planes, el hombre le dijo: "¿Ah, sí? Pues yo también soy un ladrón."

Decidieron entonces atracar la casa juntos para sacar algunas de las cosas valiosas que ahí había. El hombre le dijo al ladrón: "Habrá muchas cosas valiosas en la caja de seguridad de la casa, pero será muy difícil abrir la caja a menos que encontremos las llaves. Déjame entrar y ver si puedo sacar las llaves". Y el hombre continuó: "Había estado esperando encontrar a alguien que me echara las aguas. Lo bueno es que apareciste. Deja que vaya adentro." Entró en la casa y fingiendo estar irrumpiendo, se tomó su tiempo haciendo como que estaba haciendo algo aquí y allá. Entonces tomó las llaves y salió de la casa a hurtadillas. Le informó al ladrón "Ya tengo las llaves, pero busqué por todas partes y no encontré la caja de seguridad. Ahora yo vigilo y entra tú para ver si puedes encontrar la caja y sacar todo lo de valor que tiene el rico."

Resulta que el hombre guardaba tres diamantes grandes en su caja de seguridad. El ladrón entró y pronto dio con la caja. La abrió y tomó los tres diamantes. Al instante, un problema le cruzó por la mente. ¿Cómo repartir los tres diamantes entre los dos? Como el ladrón se apegaba a la verdad, cierta dosis de rectitud había automáticamente entrado en él. Sacó los tres diamantes y le dijo así al hombre rico: "Hermano, puedes quedarte un diamante. Yo conservaré el otro. El tercer diamante no puede ser partido, así que lo volveré a colocar en la caja, para que el dueño de la casa lo conserve." Así decidido, el ladrón volvió a entrar para colocar uno de los diamantes en la caja de seguridad, y volvió a salir a la terraza.

Tras realizar la transacción, el ladrón se dispuso a irse cuando el hombre rico le dijo: "Mira, hermano, tal vez podamos ser socios ahora y de nuevo en el futuro. Dame tu dirección para que te pueda contactar". Como estaba comprometido con la verdad, proporcionó su dirección. La mañana siguiente el rico, que también era el funcionario más alto en la región, tomó la dirección y dio órdenes de que se diera parte a la policía de la ausencia de los diamantes en su caja de seguridad. Instruyó a la policía que fueran a la dirección mencionada en el pueblo y arrestara a quien ahí viviera.

El ladrón era bastante bien conocido en esa aldea. La policía no tuvo mayor problema para encontrarlo. Lo capturaron y se lo trajeron al alcalde. El ladrón no pudo reconocer en el oficial que tenía enfrente a su compañero de fechorías de la noche anterior. El alcalde, entonces, le preguntó: "Y bien, ¿cómo entraste en la casa? ¿Cómo obtuviste el diamante?" El ladrón narró en detalle su aventura. Contó cómo subió al techo, se alió con otra persona, entró en la casa, abrió la caja de seguridad, extrajo tres diamantes, le dio uno a su socio, se guardó uno para sí y volvió a la casa para devolver un diamante a la caja. El alcalde llamó a su comandante en jefe y le dijo: "Ve y verifica si hay un diamante en la caja".

El comandante llevó las llaves, y pensó para sí: '¿Será posible que un ladrón devuelva un diamante?' Pensándolo, abrió la caja, vio el diamante que el ladrón había devuelto, se lo echó al bolsillo. Al llegar con el alcalde reportó que no había ningún diamante en la caja de seguridad. Entonces, el alcalde escudriñó el bolsillo del comandante y recuperó el diamante, y de inmediato retiró al funcionario de su servicio. Ahora el alcalde se dirigió al ladrón. Le dijo: "Sé que todo el tiempo me has estado diciendo la verdad. Por consiguiente, de ahora en adelante, te nombro mi director administrativo. Sólo alguien veraz tendría que desempeñar un cargo público. Desafortunadamente te volviste ladrón, pero esa no es tu naturaleza."

El hombre entonces dejó de robar y se volvió alto funcionario. Siguió su práctica de decir la verdad y automáticamente en el proceso, dejó también de beber y de robar, y se volvió una persona recta y honrada. De inicio, al apegarse a la verdad pueden meterse en una serie de problemas. Pero si persisten en seguir la verdad a pesar de las dificultades, su naturaleza veraz los llenará de satisfacciones y les brindará dicha y éxito en todos sus emprendimientos. Por lo tanto, para promover el bienestar de la humanidad, en el Gita, Krsna enseñó a decir siempre la verdad. Estableció que la verdad es el camino real y es la única manera de llevar una conducta social recta.

El dharma es inmutable, pero su práctica cambia en cada época

Se suele decir que la rectitud ha declinado y el dharma ha menguado. Mas no es así. El dharma se basa en la verdad. La verdad es absoluta, no puede sufrir cambio o ser menguada.

Sin embargo, la práctica del dharma puede cambiar en determinada era. Dios encarnó como Krsna, no para restablecer el dharma, sino para reestablecer su práctica. El dharma nunca se fue, ni cambió, sólo quedó fuera de uso.

Las siete facetas del dharma han estado presentes en las pasadas eras. Sin embargo, las prácticas corresponden a lo más apropiado para cada era. Por ejemplo, en los tiempos antiguos en que había mucha conciencia, la práctica espiritual adecuada era la meditación. En la era en la que Rama encarnó, la mejor práctica era la penitencia y el sacrificio. En la era de Krsna, la práctica por excelencia fue el ritual y la adoración. Y en los últimos cinco mil años de nuestra era materialista, en que la conciencia del mundo está en su nivel más bajo, cantar el nombre de Dios es la práctica más apropiada. Pero, así como en eras pasadas hubo creyentes que repetían mantras y evocaban el divino nombre, en esta era hay gente que practica la meditación, otros hacen penitencia y los hay que practican la adoración. Pero las prácticas primordiales dependen del carácter general de los tiempos.

Las distintas prácticas le dan diferente forma al dharma, por decirlo así. Pero la energía interna del dharma es siempre la misma. La verdad jamás cambia. Siempre es una, no dos. En los tres tiempos -presente, pasado y futuro-, en los tres mundos -la tierra, el cielo y el inframundo-, en los tres estados -vigilia, sueño y sueño profundo- y en las tres cualidades del mundo -pasiva, activa y equilibrio-, la verdad siempre será una. Dado que la verdad es una y es la base del dharma, éste no podrá cambiar. No se tambalea, ni sufre modificación. Pero el deber y las prácticas sí cambian intermitentemente.

Por ejemplo, piensen en una persona que desarrolla un trabajo. ¿Durante cuánto tiempo tendrán que trabajar? Hasta que renuncien a dicho trabajo. Mientras no lo hagan, deberán ir a la oficina todos los días. Una vez que renuncien, todo cambiará. Tras retirarse, puede ser que pongan un negocio. Entonces dirán que su deber es atender su negocio. En su negocio, puede ser que les entren ganas de hacer dinerito extra por medios fraudulentos, engañando y haciendo trampa. No obstante hayan dado en mentir y trampear con fin de lucro, el hombre seguirá considerando su actividad como su ocupación y deber. Si tantos cambios pueden superponerse en el deber, ¿cómo puede este ser descrito como dharma? Las actividades cotidianas en las que se ocupan con el propósito de cubrir sus necesidades no pueden ser descritas automáticamente como dharma. El deber se vuelve dharma cuando brilla con las virtudes que conforman éste.

Dharma es no lastimar a los demás

El término dharma tiene un significado sencillo. Toda acción que no se interpongan en los intereses de los demás, ni les reste libertad, puede ser descrita como dharma. He aquí un ejemplo.

Supón que están sosteniendo un palo largo con el que juegan blandiéndolo, mientras caminan por una avenida. Se trata de una vía pública muy transitada. Ustedes pueden pensar "tengo todo el derecho de moverme a donde quiera". Si lo consideran su derecho, deberán de reconocer el derecho que la persona que viene en dirección contraria tiene de defenderse de su palo. Ustedes incurren en una acción que pone en peligro a las personas que vengan por la calle. Empero, sería conducta correcta no interferir con la libertad de quienes caminan por la misma avenida.

Si pueden comportarse de un modo que no vaya en detrimento de otros o que no interfiere con su libertad, entonces se estarán comportando conforme al dharma. Más adelante, recurriremos a la enseñanza de Krsna que nos dice que no basta con abstenernos de hacerle daño a otros; deberíamos de mostrar solidaridad y compasión por todos los seres. Si al menos todos consideraran tener el deber de comportarse de manera de no dañar a los demás, habría paz, prosperidad y alegría abundante en el mundo. Actuar así es su verdadero deber, el cual tiene que llevarse a cabo para dar ejemplo a los demás, y para enarbolar los ideales esenciales del dharma.

El deber social, el deber obligatorio y el deber familiar

En tu vida diaria con la familia, existen tres tipos de deberes que pueden considerarse como tres aspectos del dharma. Están el deber social, el deber forzoso y el deber familiar. Tales deberes se expresan de diferentes maneras. Consideremos primero un ejemplo de deber social: supongan que mañana es domingo, que para ustedes es un día festivo. Quizás deseen invitar a alguien a su casa para el té. De pronto, en la noche les da fiebre. Sintiéndose enfermos, se percatan de que, si tienen visitas al día siguiente, no podrán recibirlos adecuadamente y, por lo tanto, no se sentirían bien ni ustedes ni ellos. Por lo tanto, en vista de sus obligaciones para con sus invitados -con las que no podrían cumplir estando enfermos-deciden posponer su reunión. Debido al cambio de circunstancias y a sus obligaciones para con sus invitados, pasan la reunión para el domingo venidero. Son libres de hacer los arreglos que satisfagan tanto sus deseos como sus obligaciones sociales.

Ahora piensen en un ejemplo de deber forzoso. Digamos que ustedes atienden una universidad. Con vistas a los venideros exámenes, el director instruye que todo el personal docente se reúna. Como se trata de una reunión departamental, tendrán que asistir. Aunque tengan fiebre alta, tendrán que tomarse unas aspirinas e ir a la reunión. Es un deber forzoso que no pueden cancelar. La programación de la reunión no estuvo en sus manos, y una vez que se anuncia, son obligados a comparecer.

Ahora consideren el ejemplo de un deber familiar. Se encuentran en su casa y se suscita una querella entre el marido y la esposa. Los cónyuges están teniendo un altercado en sus habitaciones. Ella está furiosa. De pronto, suena la puerta y él sale a abrir. Resulta que es un compañero de trabajo que cayó de visita. En cuanto lo ve, el hombre le brinda una afectuosa sonrisa al visitante. Le pide tomar asiento. Su comportamiento con el visitante es muy cordial.

Al entrar en la recámara donde se encuentra su furiosa esposa, retoma el tono ácido. Pero al volver a la sala con su colega, le hace amistosa conversación. Es su deber proteger la reputación de la familia y conducirse de tal manera que un extraño no pueda saber que peleó con su mujer.

Si alguien que está molesto con la esposa saliese a la sala y malhumoradamente le pidiese al visitante retirarse, el huésped se sentiría arrasado. Es pues, importante lavar los trapos sucios en casa. Es el deber de un hombre de familia. Tiene que salvaguardar el honor de la familia. Si por su indiscreción, el honor de la familia queda destrozado, no habrá más dicha para él ni para su familia en esta vida.

El control de los sentidos es la clave para cumplir nuestro deber correctamente

Para proteger la reputación de su familia deben de permanecer alertas y al tanto de las necesidades de los demás. Para ello se necesita controlar los sentidos. Si no controlan sus sentidos, como se explicó en el capítulo precedente, se vuelven arrogantes. Una persona arrogante, sin control de los sentidos no es más que un demonio. Si desean practicar y proteger el dharma, tienen que aprender a controlar los sentidos. Si hay algo valioso en la vida es aprender a controlar los sentidos. Krsna le dijo a Arjuna: "Sé sabio y alcanza al dominio total de tus sentidos. No caigas en sus volubles apetitos. Debes de tener tus sentidos bajo control. No debes de volverte esclavo de tus sentidos. Hazlos tus esclavos. Sé su amo. Sólo cuando adquieras el dominio de tus sentidos te ganarás el derecho de estar cerca del que dio origen a los sentidos y tiene dominio absoluto de ellos."

En el Segundo capítulo del Gita, se explican todas las cualidades del hombre sabio. De todas ellas, el control de los sentidos es la más importante. En el presente capítulo hemos ahondado en diversos aspectos del dharma, los cuales poseen como los rayos del sol siete colores o facetas. Como se señaló al inicio, el haz del dharma contiene el rayo de la verdad, el carácter, la rectitud, el control de los sentidos, la penitencia, la renunciación y la no violencia. Tienen que hacerlos suyos.

Intenten comprender el significado de las enseñanzas del Gita y llevarlas a su vida cotidiana. Es el deseo de Swami que, ya que se interesan tanto en estudiar estas enseñanzas, también muestren interés en practicar su significado y así, alcanzar todas las virtudes que ellas transmiten.

El GITA UN TORRENTE DE SABIDURÍA - CAPÍTULO XXV

 

El GITA

UN TORRENTE DE SABIDURÍA

DIVINO DISCURSO

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayam

CAPÍTULO XXV

¡Krishna! Tú dices que quienes reconocen al mundo como mero mundo no pueden decir que conocen los Vedas; tienen que reconocerlo como Dios, como el Alma Suprema (Paramatma). El mundo es un efecto; así que no puede ser diferente de la causa. ¿Cómo es esto posible? El mundo visto por nosotros está sujeto a crecimiento y declinación. Dios es, al contrario, eterno, verdadero, inafectado por el cambio. No puede haber afinidad entre el agua y el fuego, ¿no es así? ¿Cómo podrían estos dos elementos ser uno solo? Por favor, dime; me sentiré feliz con escucharte, dijo Arjuna.

¡Pues bien, Arjuna! En el mundo cognoscible, cada cosa individual exhibe su característica, su guna. La guna depende del dueño, del poseedor. Hay una base para las características poseídas por cada objeto y por cada ser en el mundo. Esta base es el Atma. Fija tu atención en la base inmutable, no en las fluctuantes manifestaciones; si no, estarás como empantanado. Lo mismo que la semilla es la base para el tronco, las ramas, las ramitas, los vástagos, las hojas y las flores de un árbol, la naturaleza o mundo (prakrithi o prapancha) es el árbol que surge de la semilla que es el Atma; el mundo es la permutación y combinación de los cinco elementos que están latentes en la base, el Atma. Considera al Atma, que es la base, como esencial; pues es con su manifestación que el mundo se expresa. Quien haya captado esta verdad mediante una disciplina constante, merecerá el nombre de aquel que domina los Vedas (vedavid).

Pero sin una indagación profunda, sin discriminar entre lo real y lo irreal, si uno erróneamente toma lo que ve como si fuera lo único duradero y así lo arguye, estará siguiendo un camino errado por completo. ¿Cómo puede alcanzar la meta? ¿Cómo puede lograr el conocimiento de la realidad? El anhelo por conocer esta realidad viene de los atributos dirigidos hacia Dios. Los que se inclinan hacia lo demoníaco conforman la tendencia opuesta, que mueve al hombre a suponer que ha obtenido el conocimiento cuando no es así, error que lo mantiene alejado de todo intento de saber y lo induce a establecer lo falso como verdadero.

En cuanto el Señor terminó de decir esto, Arjuna levantó la cabeza con asombro y dijo: ¡Gopala! Estuviste diciendo hasta ahora que el Atma es la base para todas las características y para todos los seres; es decir, estabas diciendo que Tú eras esa base. Mientras tanto, ¡empezaste a hablar de dos distintas naturalezas, la Divina y la demoníaca! Estoy confundido. Me siento indeciso para decidir cuál aceptar y cuál rechazar.

¡Arjuna! Tu pregunta es más extraña aún. Dices que Yo nunca digo una palabra que no tenga significado, ni hago obra alguna sin propósito; sin embargo, ¡te preocupas por el problema de saber cuál de Mis declaraciones has de aceptar y cuál rechazar! Esto demuestra insensata ansiedad y vacilación. Mi querido cuñado, los devas (dioses) y los asuras (demonios) no son dos grupos distintos y separados; se les divide así con base en la distinción de sus características. Pues bien, las características de las gunas son artificiales; no son dos grupos distintos y separados; se les divide así con base en la distinción de sus características.

Pues bien, las características de las gunas son artificiales; no son de la misma esencia de la conciencia de la cual ya te he hablado. El alfarero hace ollas, vasijas y platos. Estos no son esencialmente partes del barro con el cual se han modelado. La olla, la vasija y el plato son formas artificiales del barro. Los nombres también son artificiales; estos nombres y formas son las gunas o características. La sustancia o base es el barro; las figuras, nombres, formas, manifestaciones y expresiones son las ollas, vasijas y platos. El barro es natural; las ollas, vasijas y platos son artificiales. Considera que el barro, la base, es Mi propia Forma, la Realidad. Los nombres y formas, las expresiones, las ollas, etc. no están en Mí; pero Yo sí estoy en ellos. Yo no tengo gunas, pero sí estoy en las gunas, fíjate en esto. Por lo tanto, no trates de mantener separado el barro de las vasijas como dos entidades distintas. Eso no es correcto. Y tampoco es posible.

¡Krishna! ¿Cuál es la relación entre Tu Realidad, Tu Verdad (swabhava) y Tu propia Forma (svarupa), la Naturaleza (Prakrithi), ¿el mundo objetivo? Ya te he dicho que los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter son Mis atributos (svabhara). ¿Qué otra cosa es este mundo objetivo si no la combinación de esos cinco elementos? ¿De qué otra manera puedes llamarlo?

¡Krishna! Sin los cinco elementos nada puede existir en este mundo, ¿no es así? Entonces, ¿cómo puedo negarlos? La existencia está ligada a ellos.

Puesto que aceptas los cinco elementos, tienes que aceptar también la quíntuple proliferación de cada elemento, que hace un total de veinticinco principios (tattvas). Solamente cuatro elementos, la tierra, el agua, el fuego y el aire son evidentes y perceptibles; pero el éter o cielo es la base para todos ellos. Así también, la mente (manas), el intelecto (buddhi), la conciencia (chittam) y el ego o yo (ahamkara), son conocidos por la experiencia; pero la conciencia interna (antahkarana) que es su base, sólo puede ser inferida. Todas las cosas de que somos conscientes no son sino manifestaciones de algo de lo cual no estamos conscientes. Derivan su fuerza y apoyo de lo invisible. Esta base no percibida y de la que tú no te das cuenta, soy Yo mismo, el Alma. Todo está basado en Mí.

Aquello que está sobre la base está sujeto a cambio: a crecimiento, deterioro y modificación. Pero la base, por el contrario, deberá considerarse inmutable. Por ejemplo, consideremos la Luna y su reflejo en el agua. La imagen de la Luna en el agua no es fija; se mueve y tiembla. Es el agua lo que se mueve y tiembla, no la Luna que está en lo alto. La gente ignorante, que es como los niños, infiere que la Luna misma se está moviendo. La transferencia de las características de lo efímero a lo permanente es la cualidad demoníaca fundamental. El reconocimiento de la Eternidad y de la Verdad es la base (adhara) aun en lo impermanente (adheya), es la verdadera cualidad Divina, la Naturaleza dirigida hacia Dios.

Arjuna escuchó todo esto atentamente y con fijeza. Luego inquirió: ¡Madhava! Tú dijiste que la cualidad inherente a la Naturaleza es lo que distingue a estos dos conceptos. ¿Cuáles son las cualidades que constituyen la naturaleza demoníaca y cuáles la Divina? Por favor, aclara esto.

Krishna replicó: ¡Arjuna! Siempre estoy presto a aclarar; sólo necesito oyentes que sean constantes y asiduos. Escucha esto con atención fija: 1) intrepidez, 2) pureza de las emociones, 3) conciencia de la unidad de toda la Creación, 4) caridad, 5) control de los sentidos, 6) sacrificio, 7) estudio, 8) ascetismo, 9) honradez, 10) no-violencia, 11) integridad, 12) ecuanimidad, ausencia de ira o resentimiento, 13) desapego, 14) paz interna, 15) abstención de murmurar y de expresarse mal de otros, 16) conmiseración, 17) ausencia de codicia, 18) dulzura y suavidad al hablar, 19) temor por los actos no correctos (no dhármicos), 20) ausencia de fluctuaciones de la mente, 21) valor en la adversidad con paciencia y fortaleza, 22) firmeza, 23) limpieza, 24) la inocuidad y 25) humildad; estas veinticinco santas cualidades son los rasgos de las prendas divinas (daivasampath).

El orgullo, la pompa, la vanidad, la ira, la brusquedad y la ausencia de discernimiento son los componentes de la dotación demoníaca del hombre. Las personas que tienen estas cualidades están imbuidas del carácter demoníaco. Aunque por su apariencia exterior son humanos, sin embargo, no merecen ese nombre. A los que poseen las cualidades mencionadas por Krishna se les conoce como hombres con cualidades divinas. Los que tienen los atributos demoníacos se conocen como humanos demoníacos.

Algunos hombres se consideran a sí mismos como en parte divinos, pero... ¿tienen todos los atributos que deberían caracterizarlos, o tienen por lo menos compasión, moralidad, disposición para servir a los demás, ecuanimidad? Si los tienen, por lo menos en pequeña medida, pueden considerarse como divinos. En cambio, si la serie completa de cualidades demoníacas es evidente en ellos, ¿cómo podría aceptarse literalmente su declaración? Es mera vanidad pretenderlo. La vanidad y la pompa jamás pueden clasificarse como divinas; son incuestionablemente demoníacas.

Cada uno puede fácilmente analizarse a sí mismo y decidir a qué clase pertenece. La clase no se determina por la apariencia física, las posesiones, la posición social o la autoridad. Por ejemplo, considera a Ravana. Tenía forma humana, era emperador, era más grande que Kubera, el Señor de la Riqueza; pero ¿puede considerársele siquiera como parcialmente divino por estas razones? No. Se le cataloga como un demonio, en base a las gunas que tenía.

Tres cualidades forman la base fundamental de todas las naturalezas demoníacas. Son la lujuria, la ira y la codicia. Ellas destruyen al ser y fomentan el demonio en el hombre. Tienen que ser dominadas y vencidas por las divinas cualidades del desapego, de la ecuanimidad y de la renunciación, que son los guerreros en quienes hemos de confiar en esta batalla. Aliéntese a estos guerreros y ellos en un instante acabarán con las fuerzas de influencia demoníaca. Cualquier vestigio de los tres enemigos, la lujuria, la ira y la codicia, que haya quedado en el lugar que sea sin haber sido eliminada, constituye un peligro en potencia; por eso hay que reducirlos a cenizas. Esto conducirá al éxito verdadero en la lucha por alcanzar la meta.

Los deseos y apegos son como las raíces del árbol de la vida. Cuando las raíces se cortan de cuajo, el árbol muere, y la rapidez de su deterioro depende de lo rápido y efectivo del corte. Seguirán brotando retoños si una sola raíz queda sana. No se secará ni morirá.

Quítese hasta la última raíz; entonces el árbol perecerá y se convertirá en leña seca. El alarde de los hombres que dicen que han destruido todas las raíces resulta vano... ¡si el árbol está verde y sigue creciendo! Así también, la ilusión que ha estado en posesión del individuo perecerá según la manera como desenraice el deseo que lo ata.

Algunos se dedican a la meditación después de reducir, sólo hasta cierto punto, unos cuantos impulsos y deseos. No logran una concentración completa tampoco, son zarandeados por agitaciones incontroladas. Quedan cautivos en el nivel intermedio. ¿Cuál es la razón de este estado de cosas? La concentración plena puede venir únicamente por el control completo del deseo. De ahí que se diga que el deseo, la ira y la codicia son demonios que hostigan al hombre, demonios que asumen formas temibles y repugnantes.

Pero no es una calamidad el tener caras repugnantes o formas que asustan. Cuando más, podrá llamársele repulsivo, eso es todo. Es el carácter repulsivo, la naturaleza repugnante, lo que marca la calamidad. Una persona podrá ser bella en apariencia y tener una conversación amena que resulte grata al oído; pero no puede considerársele tan sólo por estas razones como divinamente dotada o nacida con cualidades divinas. Si la naturaleza demoníaca bulle aun imperceptiblemente en ella, su belleza física y la dulzura de su voz no bastan para darle derecho a la Divinidad. Las palabras que dice se vulgarizan y se convierten... ¡en martillazos y puñaladas! Así, las cualidades demoníacas y las divinas se refieren a las cualidades que conforman la naturaleza y la conducta del individuo, y no a la forma física o a la apariencia.