La notable historia del Dr. Bhatia
Del libro de Howard Murphet: Sai Visiones Internase
Durante mis primeros días en el Ashram de Prasanthi Nilayam, me intrigaba el hecho que la mayoría de la gente hablara de Sai Baba como un Avatar de Siva, en tanto que la religión hindú declara que los primeros grandes Avatares, tales como Rama y Krishna, eran encarnaciones de Vishnu. Un día, en que Le pregunté a Swami al respecto, dijo, “No hay sino un solo Dios”. No dije nada más, pero reflexioné bastante sobre esta cuestión. Sé que no hay sino un solo Dios y eso es lo que se llama el Trimurti, es decir Brahma, Vishnu y Siva, que puede manifestarse como formas separadas aunque no son sino facetas del Ser único. El Ser único, cuando no tiene forma, se conoce como Brahman; cuando está con forma, se le llama generalmente Easwara. De modo que me parecía que, aunque Sai Baba es un Avatar del Dios único, manifiesta mucho más la faceta de Siva que las otras dos de Brahman y de Vishnu.
Cada uno de las tres formas del Trimurti tiene una consorte, la cual aunque en el sentido más profundo sea un aspecto de Dios, también se manifiesta como una forma femenina separada. La consorte de Siva, por ejemplo, es generalmente conocida como Parvati, aunque también tiene otros nombres según las funciones que cumpla. Cuando se funde en Siva como Su aspecto femenino, se la conoce como Shakti.
Durante Su anterior vida en la aldea de Shirdi, Sai Baba era considerado ser, principalmente, una encarnación de la faceta Siva, siendo muy poco evidente Su aspecto femenino o Shakti. En Su actual forma de Sathya Sai Baba, empero, es considerado como una equilibrada manifestación de ambos aspectos, Siva y Shakti. Para decirlo de otro modo, tanto Siva como Su consorte Parvati parecen estar fundidos en nuestro Swami, Sathya Sai Baba.
Espero que estos comentarios, a guisa de introducción, le ayuden a los lectores que no estén familiarizados con la religión hindú a entender mejor el tema de este capítulo, la asombrosa historia del Dr. Bhatia.
La historia comienza en octubre de 1993, cuando Sai Baba le dice al Dr. Naresh Bhatia que deberá pasar un mes en los Estados Unidos. El propósito oficial del viaje era el que el Dr. Bhatia asistiera a una conferencia internacional sobre ‘bancos de sangre’, ya que era el encargado del banco de sangre del Hospital de Superespecialidades de Sai Baba, situado cerca de Su Ashram. Mientras estuviera en los Estados Unidos, debía visitar una serie de hospitales y aprender todo lo que pudiera acerca de este importante aspecto de la medicina. La Conferencia se iniciaría el 23 de octubre y el 20 de octubre, el joven médico de tierna mirada hizo su entrada en la oficina del Consul norteamericano en Madras para obtener una visa.
“Se me había dicho, relata, que el consulado estadounidense se mostraba muy cauto respecto del otorgarle visas a médicos indios. Aparentemente, teme que se vayan a quedar en los Estados Unidos. Mas yo no me preocupé, sabía que Swami quería que viajara y nada me detendría. Y, si Swami no quería que fuera, nada podría hacerme viajar.
“Vi a una agradable joven estadounidense sentada tras el escritorio y la saludé con un, ‘Hola hermana’. Me miró como diciendo, ‘¿Quién será este tío que me llama hermana?’ Miró mis papeles y dijo, ‘Dr. Bhatia ¿cuánto tiempo ha trabajado en el hospital de Sai Baba?’ ‘Desde un comienzo, en noviembre de 1991’, repliqué. Entonces me hizo otra pregunta, ‘¿Desde cuándo ha sido devoto de Sai Baba?’ Repliqué, ‘En 1970, cuando era un estudiante del primer año de medicina en Punjab, cayó en mis manos el libro de Howard Murphet, El Hombrede los Milagros. Desde entonces he sentido un gran amor por Sai Baba y fe en Él.’ Ella preguntó entonces, ‘¿Qué hace Ud. por Sai Baba?’ ‘Lo amo y Le sirvo’. ‘¿Cómo?’ ‘Le sirvo, sirviéndole a otra gente’. Parecía querer saber más, de modo que le conté acerca del hermoso hospital de Swami, del que pienso y denomino como un templo de sanación, más que un hospital. Dijo, ‘Bueno, no creo que exista ningún hospital que pueda darle un tratamiento gratuito.’ Le dije, ‘Hermana, la invito a ir y a ver y experimentar por sí misma ese templo de sanación que Dios ha creado.’ Después de eso, ella simplemente firmó y me entregó la visa para los Estados Unidos.
“Supe después que había rechazado a dos o tres personas antes de mi llegada. Estaba libre ahora para volar de Madras a Dubai, de ahí a Inglaterra y, finalmente, de Inglaterra a Nueva York. Habiéndole hecho presente a la compañía que no fumaba y que era vegetariano estricto, me sorprendió y me sentí muy defraudado al verme sentado en la sección para fumadores y rodeado por pasajeros que fumaban. El aire se volvió bastante sofocante, pero me quedé quieto y le recé a Swami: ‘Swami, prometiste bendecirme, estar conmigo y protegerme, pero dejaste que me pusieran aquí.’ Entonces, repentinamente me olvidé del humo asfixiante, porque ví a Swami caminar por el pasillo y sentarse en el asiento vacante a mi lado. Me tomó la mano y quedé en tal estado de dicha que perdí la conciencia de mi entorno hasta que volamos en círculos para aterrizar en Dubai.”
“Doctor”, le dije, interrumpiendo su relato, “Dice que Él le tomó la mano. ¿Sintió Su mano como de carne sólida?” Replicó, “O, sí… tibia y firme como cualquier mano humana”. De modo, pensé que debe haber estado en Su cuerpo sutil para llegar hasta el avión que ya estaba en vuelo; luego se materializó a Sí Mismo o, al menos la mano que sostenía el Dr. Bhatia, en materia física. He escuchado relatos en que lo ha hecho. Aparentemente, Swami no continuó sentado en el asiento durante los cuarenta y cinco minutos de la parada en Dubai. La mayoría de los pasajeros bajó del avión, pero el Dr. Bhatia permaneció en su asiento, aún en estado de bienaventuranza, agradeciéndole a Swami por haber transformado lo que podía haber sido un viaje horrible en uno de gran alegría. Poco después despegaron para el siguiente tramo del viaje de Dubai a Londres. El Dr. Bhatia continúa:
“En el asiento que había ocupado Swami, se sentó ahora un hombre gordo y grande que de inmediato sacó un grueso puro, lo encendió y comenzó a echar bocanadas de humo en mi cara. De pronto se escuchó un anuncio por el intercomunicador, señalando que se había encontrado una chaqueta y un libro. La voz indicó que una azafata los mostraría para que el dueño pudiera reclamarlos. Primero trajeron la chaqueta y, luego, el libro. Ví que el título era “Sai Baba, laExperiencia Suprema” cuya autora era Phyllis Krystal. Se me llenaron los ojos de lágrimas y murmuré, ‘¡Swami!’ Entonces Swami pareció hablar desde el libro, diciendo, ‘No te preocupes, estoy alrededor tuyo. Estoy en todas partes del avión cuidándote, de modo que no te preocupes.’ Llamé a la azafata que llevaba el libro y dije, ‘Hermana, soy el Dr. Bhatia y trabajo en el hospital de Sai Baba. Si nadie reclamara el libro, yo siento un apego devocional por él. Por favor no lo bote si no lo reclamaran, démelo a mí.’ Accedió. Mas tanto la chaqueta como el libro le pertenecían a una señora que viajaba en primera clase. El señor que viajaba a mi lado, apagó su puro y dijo, ‘¿Usted es un médico que trabaja en el hospital de Sai Baba? Yo soy de Sri Lanka, pero trabajo en Londres. También soy médico.’ Me contó que su tía tenía problemas cardíacos y preguntó si yo pensaba que podría ser admitida en el hospital de Sai Baba. Le dije que le pidiera a su tía que me escribiera y que haría los arreglos para un chequeo médico. Agregué que el tratamiento en el hospital era gratuito. Pasamos el resto del viaje hasta Londres hablando del hospital de Sai Baba y de Sus enseñanzas. El hombre se olvidó de su puro y yo estaba tan completamente enfrascado en hablar de Swami que no me molestó ningún otro humo de tabaco. Swami se preocupó por mi de esta manera entre Dubai y Londres.”
Después de aterrizar en Heathrow, Bhatia tenía que viajar hasta otro aeropuerto para abordar el avión a Nueva York. Describe lo que sucediera cuando presentó su tarjeta de embarque a la mujer en el mesón: “Me pidió ver mi pasaporte, luego miró con detención la foto en él y luego a mí, miró otra vez la foto y me miró a mí. Comencé a asustarme. Pensé que mi viaje habría sido cancelado por alguna razón. ¿Qué iba a hacer aquí? Pensé. No conocía a nadie. No tenía lugar alguno a donde ir. Entonces, la mujer me dijo, ‘Dr. Bhatia, la British Airways se complace en transferirlo de la clase turista a la ejecutiva. Es usted huésped de la British Airways.’ ‘Hermana, dije, ¿y quién me hace este honor?’ ‘¿No lo sé. Las instrucciones me fueron enviadas por altos ejecutivos’, dijo. Me condujeron hasta la clase ejecutiva y mi asiento quedaba justo después de la cabina de los pilotos. Era comodísimo y quedaba en una zona de no fumadores. Entonces se me acercó un señor y dijo, ‘Dr. Bhatia, tenemos buenas noticias. ¿A qué hora le gustaría cenar?’ ‘A cualquier hora’, respondí. ‘Tenemos comida india para Usted’ dijo y me trajo una cena con los platillos que más me gustan. Ni mi mujer me había servido todos mis platillos favoritos de una sola vez.
“En el aeropuerto de Nueva York, mis anfitriones me recibieron con amor, que sabía venía de Swami a través de ellos, porque eran devotos Sai. Todo el tiempo que pasé en los Estados Unidos estuve rodeado del amor de Swami. Cuando fuimos de hospital en hospital, hablando con los encargados en los bancos de sangre, la mayoría de ellos quería saber acerca de Swami, de Sus enseñanzas y de Su gran hospital. Expresaron abiertamente sus deseos, diciendo, ‘En cualquier momento que requiera de nuestros servicios, por favor, háganoslo saber. Viajaremos hasta allá para trabajar.’ Respondí, ‘No soy la persona que pueda arreglar esto para ustedes, pero en el momento que Swami les quiera, llegarán allá, sin que yo necesite pedírselo.’ Sentía al Señor en torno a mí todo el tiempo y mi visita a los Estados Unidos transcurrió con alegría y muchos sucesos de interés. Me gustaría narrar uno de ellos.
“Fui invitado a una reunión Sai Baba en una residencia privada en Miami. La dueña de casa que organizaba muy buenas reuniones en ella, era la señora Bettina Biggart. Era una antigua devota que había conocido a Sai Baba en 1964. Por otra parte, parecía creer que todos sus paisanos eran locuaces y pedantes cada vez que llegaban a hacerse de un estrado. Yo sabía que se esperaba que hablara, mas quedé atónito cuando me dijo, ‘Dr. Bhatia, ¿quiere hablarle a los presentes por unos dos o tres minutos?’ Me quedé callado por unos instantes y entonces repliqué, ‘Todo lo que puedo hacer en dos o tres minutos es ponerme de pie, decir Sai Ram y sentarme.’ Respondió, ‘Bueno, es que tenemos nuestra propia disciplina’. Le dije, ‘Sí y no quisiera transgredirla, pero me gustaría tener un tiempo suficiente para decir algo que valga la pena’. Entonces, como asumiendo un gran riesgo, dijo, ‘Muy bien, puede hablar por diez minutos.’ Generalmente, es ese el tiempo que toma sólo entrar en calor. Repliqué, ‘Tengo algunas bellas historias sobre el gran amor de Swami y quisiera compartirlas con ustedes, si estuvieran interesados.’ De modo que me puse de pie y comencé a hablar. Mirando mi reloj, pude ver que habían pasado veinte minutos. ‘Se terminó mi tiempo’, dije. Pero la audiencia dijo, ‘¡No, no, Dr. Bhatia! Por favor, continúe, queremos saber más acerca del amor de Sai Baba.’ De modo que seguí y seguí. Cada vez que trataba de terminar, me presionaban para que continuara. Después de haber hablado durante dos horas, vi que se estaba haciendo tarde. Dije, ‘Ahora debo poner punto final’. ‘No, no, siga’, rogaron. Mas les dije, ‘No, tenemos nuestro trabajo mañana y debemos terminar.’
“Cuando nos estábamos yendo, la Sra. Biggard tomó mi mano, ‘Quiero mostrarle algo’. Pasamos por una puerta hacia un balcón con la playa de Miami extendiéndose abajo y el océano al frente. Me dijo, ‘Desde aquí se pueden disfrutar tanto hermosos amaneceres como puestas de sol.’ De pronto me inundó un recuerdo y sentí mis piernas tan débiles que a penas me pude mantener de pie. Por años Swami me había estado dando una visión de un hermoso lugar como este, en donde, mirando hacia el océano hacia el este y el oeste, había gozado de magníficos amaneceres y atardeceres. Ahora, repentinamente, la visión se había hecho realidad. ¿Qué significaba? ¿Me iba a suceder algo increíblemente maravilloso?...
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