¿Será pronto posible viajar más rápido que la luz?
Debo reconocer que algunas de las peculiaridades en la observación de ovnis, como sus increíbles velocidades y su repentina aparición y desaparición siempre me han causado curiosidad. Asimismo me ha intrigado la pregunta de cómo podían desplazarse desde lejanas estrellas. En los diversos capítulos de la serie Star Trek, creada por Gene Roddenberry y que se inició en 1966, una tripulación viaja por el espacio en la nave espacial Enterprise. En la serie puede apreciarse que se emplean dispositivos tecnológicos innovadores para la época. Tengo que reconocer que cuando vi la serie me impresionó la descripción de tecnologías que, en aquella época, parecían de ciencia-ficción, como el caso de la teleportación o del viaje más rápido que la luz. Lo curioso es que posteriormente varias de sus ideas tecnológicas se han convertido en realidad, Un ejemplo de ello son las pantallas táctiles, la comunicación inalámbrica para la transferencia de datos entre computadoras, o los auriculares con sistema manos libres. Asimismo, el intercomunicador que usan los personajes para comunicarse con la nave Enterprise es un modelo parecido a los actuales teléfonos móviles. Muchos de los aparatos utilizados en la serie original, como la computadora personal, la computadora que obedece a comandos de voz, el escáner del Dr. McCoy, que permite un diagnóstico del interior del cuerpo sin necesidad de abrirlo, premonitorio de la Tomografía Axial Computarizada o TAC, etc., se anticiparon a su aparición en el mundo real. Otro dispositivo innovador para la época, basado en la nanorobótica, fueron las nanosondas para uso medicinal, tecnología con la que hoy en día se experimenta de distintas maneras, o el uso de la antimateria como fuente de energía. De igual manera, los aparatos intercomunicadores que utilizaban fueron un avance de los poderosos transmisores que hoy se usan para comunicación entre los astronautas y la base terrestre de la NASA. Gene Roddenberry deseaba narrar una historia de viajes interestelares en los que el Enterprise visitaba un sistema estelar cada semana, para después regresar al Cuartel General de la Flota Estelar a informar de sus exploraciones, todo ello a lo largo de un periodo de cinco años. Para que la nave pudiera moverse a una velocidad muy superior a la de la luz, Gene Roddenberry utilizó el concepto de motor de distorsión. De algún modo, el espacio alrededor de la nave se curvaba o deformaba, lo cual le permitiría saltar de una estrella a otra fácilmente, lo que implicaba, por poner un ejemplo, poder ir a comer al exoplaneta Próxima b, que orbita en la zona potencialmente habitable de Alfa Centauri, situado a 4,23 años luz de la Tierra, y volver a la Tierra para cenar. En la época en que nació la serie, la mayoría de los físicos se hubiera burlado de esta idea como una simple fantasía. Hasta que Miguel Alcubierre, un físico mexicano, decidió comprobar si la cuestión podía funcionar conforme a las reglas de la teoría de la relatividad de Einstein.
En efecto, vio que podía funcionar, pero requería la presencia de alguna clase de materia exótica. La solución de Alcubierre, publicada en 1994, no implicaba explícitamente los viajes al pasado, pero especulaba con la posibilidad de que se pudiera acceder a él mediante un motor de distorsión. Dos años después, un artículo del físico Allen E. Everett indicaba cómo lograrlo utilizando dos motores de distorsión en cascada. Es curioso el hecho de que los guionistas de Star Trek parecieran saber que el motor de distorsión podría ser empleado para viajar al pasado, y así incorporaron esta idea en muchos de sus episodios. Una de las mejores historias de este tipo tiene lugar en la película Star Trek IV – Misión: salvar la Tierra. En ella se relata que en el siglo XXIII se produce una crisis cuando una nave extraterrestre gigante amenaza con lanzar un potente rayo que destruirá la Tierra. La nave extraterrestre envía una señal, que se trata del canto de un rorcual, un gran cetáceo. Los extraterrestres advierten a los humanos de que destruirán el planeta si no reciben la respuesta adecuada por parte de otro rorcual. Por desgracia, los rorcuales se han extinguido en el siglo XXIII y no queda ninguno que pueda responder a la señal. La solución consiste en emplear el motor de distorsión para viajar al pasado hasta el siglo XX, época en la que estos cetáceos existían, capturar una pareja de ellos y transportarlos al siglo XXIII para que emiten la respuesta que los extraterrestres esperan, conjurando así el peligro. Como vemos, la ciencia-ficción a menudo hace pensar a los científicos. El mejor ejemplo es la propulsión mediante el motor de Alcubierre, propuesta por el físico Miguel Alcubierre en 1994, que utiliza la teoría de la relatividad de Einstein. Es muy parecido al sistema de propulsión que se muestra en Star Trek. El piloto de una nave estelar semejante estaría dentro de una burbuja, llamada una «burbuja de distorsión», en la que todo parecería normal, incluso cuando la cápsula espacial rompiera la barrera de la luz. De hecho, el piloto pensaría que estaba en reposo. Pero fuera de la burbuja se producirían distorsiones extremas del espacio-tiempo cuando el espacio que hay delante de la burbuja se comprimiera. No habría dilatación temporal, de modo que el tiempo transcurriría normalmente en el interior de la burbuja. Alcubierre admite que quizá Star Trek haya desempeñado un papel en su forma de llegar a esta solución: «La gente de Star Trek seguía hablando de propulsión por distorsión, la idea de que uno está distorsionando el espacio. Nosotros ya teníamos una teoría sobre cómo puede distorsionarse el espacio, y esa es la teoría de la relatividad general. Pensé que debería haber una manera de utilizar estos conceptos para ver cómo funcionaría un impulso por distorsión». Esta es probablemente la primera vez que un programa de televisión inspiró una solución a las ecuaciones de Einstein.
Alcubierre cree que un viaje en su propuesta nave espacial se parecería a un viaje a bordo del Halcón Milenario en La guerra de las galaxias. Según dice: «Mi conjetura es que ellos verían probablemente algo muy parecido a esto. Delante de la nave, las estrellas se convertirían en líneas largas, trazos. Detrás no verían nada —solo oscuridad— porque la luz de las estrellas no podría moverse con rapidez suficiente para alcanzarles». La clave para la propulsión de Alcubierre es la energía necesaria para propulsar la cápsula hacia delante a velocidades mayores que la de la luz. Normalmente los físicos se basan en una cantidad de energía positiva para propulsar una nave estelar, que siempre viajaría más lenta que la luz. Para poder viajar más rápido que la luz sería necesario cambiar el tipo de combustible. Se considera que se necesitaría «energía negativa», quizá la energía más exótica del universo, si es que existe. Tradicionalmente los físicos han descartado la energía negativa y la masa negativa como ciencia ficción. Pero ahora vemos que son indispensables para este tipo de viaje, y podrían existir realmente. Los científicos han buscado materia negativa en la naturaleza, pero hasta ahora sin éxito. No confundir antimateria con materia negativa, que son dos cosas totalmente diferentes. La primera existe y tiene energía positiva pero carga invertida, mientras que la existencia de materia negativa está por demostrar. La materia negativa sería muy peculiar, porque sería más ligera que la nada, por lo que flotaría. A diferencia de los meteoritos que llegan a estrellarse en los planetas, atraídos por la gravedad de un planeta, la materia negativa evitaría los planetas. Sería repelida, y no atraída, por cuerpos grandes tales como estrellas y planetas. Así, aunque pudiera existir la materia negativa, solo esperamos encontrarla en el espacio profundo pero no en la Tierra. Una propuesta para encontrar materia negativa en el espacio exterior implica la utilización de un fenómeno llamado «lentes de Einstein». Cuando la luz pasa junto a una estrella o una galaxia, su trayectoria es curvada por la gravedad, de acuerdo con la relatividad general. En 1912 Einstein predijo que una galaxia podría actuar como la lente de un telescopio. La luz procedente de objetos distantes que pasara cerca de una galaxia próxima convergería cuando rodeara la galaxia, como en una lente, y formaría una figura de anillo característica cuando finalmente llegara a la Tierra. Estos fenómenos se llaman ahora «anillos de Einstein».
En 1979 se observó el primero de estos anillos de Einstein en el espacio exterior. Desde entonces, estos anillos se han convertido en una herramienta indispensable para la astronomía. Por ejemplo, en otro tiempo se pensaba que sería imposible localizar «materia oscura» en el espacio exterior. La materia oscura es una sustancia misteriosa que es invisible pero tiene peso. Rodea a las galaxias y es quizá diez veces más abundante que la materia visible ordinaria en el universo. Pero científicos de la NASA han sido capaces de construir mapas de materia oscura debido a la curvatura de la luz que la atraviesa, de la misma manera que el vidrio curva la luz. Por consiguiente, debería ser posible utilizar lentes de Einstein para buscar materia negativa y agujeros de gusano en el espacio exterior. Estos curvarían la luz de una forma peculiar, que debería ser visible con el telescopio espacial Hubble y ahora más con el nuevo telescopio James Webb. Hasta ahora las lentes de Einstein no han detectado la imagen de materia negativa o agujeros de gusano en el espacio exterior, pero la búsqueda continúa. Si un día el telescopio espacial detecta la presencia de materia negativa o de un agujero de gusano mediante lentes de Einstein, podría desencadenarse una revolución en la física. La energía negativa difiere de la materia negativa en que realmente existe, aunque solo en cantidades minúsculas. En 1933 Hendrik Casimir, físico neerlandés conocido por su investigación en el modelo de superconductores de dos fluidos en 1934 y por el Efecto Casimir en 1946, hizo una extraña predicción utilizando las leyes de la teoría cuántica. Afirmó que dos placas metálicas paralelas descargadas se atraerían mutuamente, como por arte de magia. Normalmente las placas paralelas están en reposo, puesto que carecen de carga neta. Pero el vacío entre las dos placas paralelas no está vacío, sino lleno de «partículas virtuales» que nacen y desaparecen. Durante breves períodos de tiempo, pares electrón-antielectrón surgen de la nada para aniquilarse y desaparecer de nuevo en el vacío. Resulta curioso que el llamado espacio vacío, que en otro tiempo se pensaba privado de cualquier cosa, ahora resulta estar agitado con actividad cuántica. Normalmente, minúsculas ráfagas de materia y antimateria parecerían violar la conservación de la energía. Pero debido al principio de incertidumbre de Heisenberg estas minúsculas violaciones tienen una vida increíblemente corta, y la energía se sigue conservando en promedio.
Casimir descubrió que la nube de partículas virtuales crearía una presión neta en el vacío. El espacio entre dos placas paralelas está confinado, y por ello la presión es baja. Pero la presión fuera de las placas no está confinada, es mayor, y por ello habrá una presión neta que tiende a juntar las placas. Normalmente, el estado de energía cero ocurre cuando estas dos placas están en reposo y alejadas una de otra. Pero a medida que las placas se aproximan, se puede extraer energía a partir de ellas. Así, puesto que se ha sacado energía cinética de las placas, la energía de las placas es inferior a cero. Esta energía negativa fue medida realmente en 1948, y los resultados confirmaron la predicción de Casimir. Así pues, la energía negativa y el efecto Casimir ya no son ciencia ficción, sino un hecho. El problema, no obstante, es que el efecto Casimir es muy pequeño, por lo que se necesita un equipo de medida muy preciso para detectar esta energía en el laboratorio. En general, la energía de Casimir es inversamente proporcional a la cuarta potencia de la distancia de separación entre las placas. Esto significa que cuanto menor es la distancia de separación, mayor es la energía. El efecto Casimir fue medido con más precisión en 1996 por Steven Lamoreaux en el Laboratorio Nacional de Los Alamos, y la fuerza atractiva es equivalente a 1/30.000 del peso de una hormiga. Desde que Alcubierre propuso inicialmente su teoría, los físicos han descubierto varias propiedades extrañas. Por ejemplo, las personas dentro de la nave estelar estarían desconectadas causalmente del mundo exterior. Esto significa que no basta con apretar un botón a voluntad para viajar más rápido que la luz. Uno no puede comunicarse a través de la burbuja. Tiene que haber una «autopista» preexistente a través del espacio y el tiempo, como una serie de trenes que pasen con un horario regular. En este sentido, la nave estelar no sería una nave ordinaria que pueda cambiar de dirección y velocidad a voluntad. La nave estelar sería realmente como un coche de pasajeros que cabalga sobre una «onda» preexistente de espacio comprimido, navegando a lo largo de un corredor preexistente de espacio-tiempo distorsionado. Alcubierre opina que: «Necesitaríamos una serie de generadores de materia exótica a lo largo del camino, como en una autopista, que manipulen el espacio de una forma sincronizada».
En realidad pueden encontrarse soluciones aún más extrañas a las ecuaciones de Einstein. Sus ecuaciones afirman que dada una cierta cantidad de masa o energía, puede computarse la distorsión de espacio-tiempo que la masa o energía generará, de la misma forma en que si dejamos caer una piedra en un estanque, podemos calcular las ondulaciones que creará. Pero también se pueden seguir las ecuaciones hacia atrás. Podemos empezar con un espacio-tiempo extraño, del tipo que aparece en los episodios de la serie televisiva La dimensión desconocida. En estos universos, por ejemplo, podemos abrir un portal y encontrarnos en la Luna. Podemos rodear un árbol y encontrarnos en un tiempo del pasado, como en la serie televisiva Outlander con respecto a las piedras de Craigh Na Dun, en Escocia. Entonces calculamos la distribución de materia y energía relacionada con ese espacio-tiempo particular. Esto significa que si se nos da una serie de ondas extrañas en la superficie de un estanque, podemos ir hacia atrás y calcular la distribución de piedras que tenemos que lanzar para producir estas ondas. Así fue, de hecho, como Alcubierre obtuvo sus ecuaciones. Él partió de un espacio-tiempo compatible con ir más rápido que la luz, y luego trabajó hacia atrás y calculó la energía necesaria para producirlo. Sorprendentemente existen efectos cuánticos que producen, de forma real, una densidad de energía negativa. Por ello, Kip Stephen Thorne, físico teórico estadounidense. ganador del Premio Nobel de Física, y sus colaboradores confían en que una supercivilización futura pueda hacer uso de tales efectos para mantener abierto un agujero de gusano. Thorne es uno de los mayores expertos mundiales en las aplicaciones a la astrofísica de la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein. Otro problema por resolver es cómo situar las bocas de un agujero de gusano en los lugares deseados. Tal vez existan ya agujeros de gusano microscópicos, de 10-33 centímetros de longitud, que conecten diversos lugares y tiempos en el espacio-tiempo. Una supuesta supercivilización podría ser capaz de aumentar el tamaño de uno de ellos hasta lograr que una nave espacial pasara a través de él.
Dado que los agujeros de gusano se mantienen abiertos gracias a la materia de energía negativa, son estables, evitan las singularidades que implica el teorema de Tipler y pueden dar lugar a una máquina del tiempo sin el riesgo de formar un agujero negro. El hipotético cilindro de Frank J. Tipler, ideado en 1974 por este científico, hace referencia a un dispositivo que permitiría el viaje en el tiempo. Se trataría de un cilindro muy pesado y de longitud infinita, que giraría sobre su eje a una velocidad cercana a la de la luz, creando así una atracción gravitatoria extrema que permitiría regresar al pasado, ya que atraería a la luz y todo tipo de materia en contacto con él a una trayectoria en forma de bucle cerrado, lo que se conoce como curva cerrada de tipo tiempo. No obstante, siguen estando sujetos a efectos cuánticos que pueden perturbar su funcionamiento. El agujero de gusano tiene una alternativa gemela: el motor de distorsión antes mencionado. En Star Trek, la tripulación de la nave Enterprise utilizaba un motor de distorsión para alterar el espacio-tiempo, a fin de poder viajar entre las estrellas a velocidades superiores a la de la luz. El físico mexicano Miguel Alcubierre se tomó la idea en serio y mostró cómo podría funcionar un motor de distorsión, para lo cual empleó lo principios de la relatividad general. Por ejemplo, podríamos considerar el trayecto entre la Tierra y Alfa Centauro, separados unos 4 años luz, y curvaríamos este espacio de tal manera que la distancia entre ambas a través del «canal» resultante fuese equivalente a tan sólo diez metros. Para generar la geometría asociada a un canal de distorsión entre la Tierra y Alfa Centauro, Alcubierre encontró que se requiere tanto materia ordinaria con densidad de energía positiva como materia exótica con densidad de energía negativa. Con su solución, un camino tubular curvado en el espacio-tiempo nos conduciría rápidamente a Alfa Centauro, y otra deformación similar nos devolvería a la Tierra, también rápidamente. Según esto, podríamos ir a Alfa Centauro y estar de vuelta en la Tierra en un mismo día. El propio Alcubierre indicaba que, puesto que su motor de distorsión permitía adelantar a un rayo de luz, futuros perfeccionamientos podrían llevar a una solución que permitiera el viaje al pasado, aunque no sugería cómo. Poco después, Allen Everett mostró el modo de viajar al pasado mediante dos canales de distorsión móviles. Parece, pues, que Gene Roddenberry, el creador de Star Trek, no andaba muy descaminado al incluir en la serie todos esos episodios de viajes en el tiempo.
No obstante, el físico ruso Sergei Krasnikov demostró que, en la práctica, el motor de distorsión del Enterprise no permitiría abrir un trayecto hacia un lugar arbitrario, como sucede en la serie. Lo que sucedería es que el trayecto tendría que ser previamente trazado por naves que avanzaran más despacio que la luz. En este caso el Enterprise se parecería más a un ferrocarril viajando a lo largo de raíles preexistentes virtuales que a un avión moviéndose a voluntad. Una supercivilización futura tal vez podría tender canales de distorsión entre estrellas para que las naves viajasen a través de ellos como si se tratara de un metro galáctico, o bien establecer conexiones basadas en agujeros de gusano. Una red de canales de distorsión sería quizá más fácil de crear, pues «sólo» es necesario alterar el espacio existente en lugar de establecer nuevos agujeros que conecten regiones distantes. Un estudio plantea las bases de un modelo teórico de motor de curvatura de propulsión por distorsión, similar a la nave Enterprise de Star Trek. Algunos físicos han creado lo que describen como el primer modelo general para un motor de curvatura (warp drive), el cual posibilitaría que una nave espacial pueda viajar más rápido que la velocidad de la luz, sin realmente romper las leyes de la física. Estos investigadores, pertenecientes al grupo Applied Physics, hicieron este modelo teórico basándose en un concepto matemático, desarrollado por Miguel Alcubierre en 1994, que sostiene que es posible viajar más rápido que la luz. En pocas palabras, este concepto plantea que se puede contraer el espacio-tiempo delante de la nave y expandirlo por detrás con la finalidad de moverse a velocidades superiores a las de la luz. Sin embargo, el problema de esta teoría es que todavía no podría ser aplicable en la realidad, pues requeriría de una gran cantidad de energía negativa para llevarse a cabo, cuya existencia aún carece de evidencia científica. El estudio, que ha sido publicado recientemente en la revista Classical and Quantum Gravity, plantea las bases de un modelo teórico factible de un motor de curvatura de propulsión por distorsión. Según Alexey Bobrick, astrofísico de la Universidad de Lund y autor del estudio: "Muchas personas en el campo de la ciencia conocen la métrica y creen que los impulsos warp no son físicos debido a la necesidad de energía negativa. Esto, sin embargo, ya no es correcto. Fuimos en una dirección diferente a la de la NASA y otros, y nuestra investigación ha demostrado que en realidad hay varias otras clases de impulsos warp en la relatividad general. En particular, hemos formulado nuevas clases de soluciones de impulso warp que no requieren energía negativa y, por lo tanto, se vuelven físicas".
Applied Physics explica que desarrollaron un modelo de un espacio-tiempo de impulso de distorsión general, que permite nuevas métricas sin los problemas más graves presentes en la solución de Alcubierre: "Presentamos el primer modelo que ofrece soluciones superlumínicas de impulsión de distorsión que satisfacen las desigualdades cuánticas y proporcionan optimizaciones para la métrica de Alcubierre, en que se reducen los requisitos de energía negativa". Si bien es un hallazgo teórico importante, los autores del artículo admiten que todavía no se conoce cómo hacer esto, dado que se debe encontrar una fuente de energía capaz de acelerar una nave a la velocidad suficiente para alcanzar velocidades más allá de la luz, entre otras cosas. Aunque no exista la tecnología para construir una nave espacial capaz de moverse a velocidades superlumínicas, más investigaciones relacionadas con este tema podrían acercar a la humanidad a un futuro actualmente presente en la ciencia ficción. En realidad el motor de curvatura de Alcubierre parece, sin duda, uno de esos conceptos propios de la ciencia ficción, ya que es un dispositivo que nos permitiría viajar más rápido que la luz sin violar las leyes de la física. Pero, ¿es posible? La IXS Enterprise es un concepto de la NASA de una nave capaz de viajar a velocidades superiores a la de la luz. En la ciencia ficción se proponen varios métodos para viajar por el espacio, como moverse por el hiperespacio, o viajar más rápido que la luz. El motor de curvatura de Alcubierre, sin embargo, es uno de los más prometedores. Este dispositivo es una solución válida para las ecuaciones de Einstein. En concreto, responde a cómo interactúan el espacio, el tiempo y la energía. En este modelo matemático del espacio-tiempo, nos encontramos con características que recuerdan a los motores de curvatura que hemos visto en muchas de las grandes obras de ciencia ficción. Desde que Einstein propusiese su teoría especial de la relatividad en 1905, los científicos han trabajado bajo las restricciones impuestas por un universo relativista. Una de esas restricciones es la creencia de que la velocidad de la luz es un límite, ya que se dice que nada puede viajar más rápido que la luz. La velocidad de la luz parecía una barrera que nunca podría ser traspasada. Hasta que, en 1994, Miguel Alcubierre propuso una manera de contraer el espacio-tiempo, lo que permitiría viajar más rápido que la luz.
El método por el que funciona el motor de Alcubierre es relativamente fácil de entender. Si podemos actuar sobre el espacio-tiempo como si fuese una onda, en teoría podríamos provocar que el espacio por delante de un objeto se contraiga mientras el espacio por detrás se expanda. Una nave dentro de esta onda podría navegar dentro de una burbuja de curvatura. A este concepto lo denominamos Métrica de Alcubierre. Dentro del contexto de la relatividad general, la métrica permite que la burbuja de curvatura aparezca en una región plana del espacio-tiempo. Esa burbuja tiene la capacidad de alejarse a velocidades que superan la velocidad de la luz. Su interior es el marco de referencia inercial para cualquier objeto que se encuentre en el interior. En este modelo, la nave no se está moviendo dentro de la burbuja. En su lugar, es la propia burbuja la que lo arrastra a medida que se mueve a través del espacio. Los efectos como la dilación del tiempo, que implica que el tiempo pase más lento cuanto más nos acercamos a la velocidad de la luz, no se aplican al interior de la nave en este caso. Sin embargo, el funcionamiento del espacio-tiempo y las leyes de la relatividad no se ven afectados. El motivo es que este método no requiere moverse más rápido que la luz dentro del marco local dentro de la burbuja. Lo curioso es que un haz de luz fuera de la burbuja siempre se moverá más rápido que la nave. En realidad, la nave sólo es más rápida que la luz en el sentido de que puede alcanzar su destino antes de que lo haga un haz de luz que esté fuera de la burbuja. Debo reconocer que es algo difícil de comprender. Pero, como en toda hipótesis, el motor de curvatura de Alcubierre presenta sus propias dificultades. La primera dificultad es que no conocemos ningún método que nos permita crear una burbuja de curvatura en una región del espacio que no contenga ya una burbuja. La segunda dificultad es que, suponiendo que tuviésemos la manera de crear esa burbuja, aún no conocemos cómo abandonarla. Por tanto, el motor de curvatura de Alcubierre aún pertenece a la categoría de teoría. Pero, ¿por cuánto tiempo?
En 1996 la NASA inició un proyecto conocido como el Breakthrough Propulsion Physics Project (BPP). El objetivo era estudiar diferentes propuestas y tecnologías. En 2002, se detuvo la financiación del proyecto, provocando que el fundador, Marc G. Millis, y varios miembros, creasen la Fundación Tau Zero. Esta organización, denominada así en honor a la novela, del mismo nombre, del escritor Poul Anderson, está dedicada a la investigación del viaje interestelar. En 2012, el Laboratorio de Física de Propulsión Avanzada de la NASA anunció que habían comenzado sus experimentos para ver si era posible fabricar un motor de curvatura. Se construyó un interferómetro para detectar las distorsiones espaciales producidas por la expansión y contracción del espacio-tiempo según la métrica de Alcubierre. Todo esto está descrito en un estudio de la NASA, titulado Warp Field Mechanics. El objetivo era crear una burbuja de curvatura microscópica. Aunque de dimensiones microscópicas, representaría una perturbación del espacio-tiempo. Según los cálculos efectuados, una burbuja podría permitirnos llegar a Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano a la Tierra fuera del Sistema Solar, en muy poco tiempo, mientras que los astronautas disfrutarían de un viaje muy cómodo. Cuando pensamos en el futuro de la exploración espacial, pensar cuánto nos puede llevar alcanzar la estrella más cercana puede ser ciencia-ficción, al menos si no tenemos en cuenta algún tipo de método que nos permita viajar más rápido que la luz. Pero si queremos incorporarnos al universo interestelar sin pasarnos viajando durante siglos, debemos pensar en nuevas tecnologías. Aunque a corto plazo no parece posible que vayamos a ver el motor de curvatura de Alcubierre en funcionamiento, si algo nos ha enseñado nuestra propia historia es que lo que consideramos imposible en un momento determinado cambia con el paso del tiempo. Quién sabe cómo lo verán las futuras generaciones. Tal vez la gran revolución del siglo XXI sea la de posibilitar los viajes más rápidos que la luz y los viajes al pasado. Tal vez algunos de los ovnis que nos visitan vengan de nuestro propio futuro.
Fuentes:
- Kaku Michio – Física de lo Imposible
- Gott Richard – Los viajes en el tiempo
- Carnaval de Física – Harold White, su motor warp drive superlumínico y la NASA
- Lobo, Francisco S. N.; & Visser, Matt – Fundamental limitations on 'warp drive' spacetimes
- Hiscock, William A. – Quantum effects in the Alcubierre warp drive spacetime
- S. Taylor, T. C. Powell – Current Status of Metric Engineering with Implications for the Warp Drive