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domingo, 28 de julio de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO III. GÁNENSE EL AMOR DE DIOS

 

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO III. GÁNENSE EL AMOR DE DIOS

 

 

El Señor dijo en el Gita "Cultiven una devoción firme y resuelta por mí y me serán muy caros."

Encarnaciones del Amor:

En el mundo pueden hacer dinero, adquirir riqueza y propiedades, obtener honor, prestigio, posición y poder. Todas las anteriores son formas con las que sus esfuerzos mundanos pueden ser coronados. Pero el Señor declaró en el Gita que éstas no son más que frutos temporales. Son pasajeros; carecen de valor duradero. Lo único que pueden obtener durante su vida terrenal, que posee valor real y permanece eternamente en ustedes, es el amor de Dios. El amor divino es extraordinario. No tiene precio. Es un tesoro inconmensurable. Tienen que desplegar todos sus esfuerzos para descubrir la manera de alcanzar el tesoro que es el amor de Dios.

El amor de Dios

El amor de Dios es incondicional, y es el mismo para todos. ¿Qué es lo que tienen que hacer para experimentar ese amor tan extraordinario? ¿Qué camino deben de seguir? Si plantan semillas sin haber desyerbado y barbechado el terreno, no obtendrán buena cosecha. Lo mismo ocurre en su corazón: a menos que remuevan las simientes egoístas, no obtendrán felices resultados. El Gita enseña que la primera mala hierba que hay que extirpar del terreno del corazón es el apego por e identificación con el cuerpo. En este momento pueden pensar que aman a Dios, más el sólo abrigar tal pensamiento no basta para obtener resultado. Es como plantar buena semilla en terreno estéril. Lo más importante es descubrir si ustedes le son caros a Dios. Aunque lo amen, si no han transformado su vida para serle caros y así experimentar su inmenso e inmutable amor, su devoción no los llevará muy lejos.

¿Qué es pues lo que hay que hacer para serle caro a Dios? Encontrarán la respuesta en el Gita, en el capítulo que trata sobre el camino de la devoción. Dicho capítulo comenta sobre una serie de cualidades que complacen grandemente a Dios, e insta al devoto a comprometerse resuelta y firmemente con la práctica regular de las enseñanzas. Asimismo, subraya la importancia de cultivar una mente imperturbable ante cualquier circunstancia, e insta al devoto a permanecer sereno y gozoso en todo momento y situación. ¿Qué nos quiere decir el Gita con este señalamiento?

La verdadera alegría

Recuerden los sentimientos que experimentan al cantar bhajans en las ceremonias. Cuando el canto no les es familiar o la melodía no les es particularmente grata, o cuando no se sienten especialmente atraídos por la divinidad a la que se venera, no sienten exaltación. Se limitan a mover los labios mecánicamente. Pero qué diferencia cuando entonan un salmo conocido que les nace del corazón. Su fervor los lleva a cantar exaltados y su devoción los transporta y embarga.

De la misma manera, existe una diferencia entre las alegrías pasajeras que brindan los fenómenos mundanos, y la verdadera dicha que emana del fondo del corazón. Esta última es de naturaleza completamente distinta a la satisfacción que brindan los objetos mundanos. La dicha del corazón se relaciona con la verdad; es permanente y ajena a las gratificaciones transitorias. Representa la unidad del espíritu; no es susceptible de cambio. No hay nada que agregarle pues ya que es completa en sí misma.

La dicha real proviene del estado de ecuanimidad. No se dejen llevar por las cosas mundanas ni les den importancia. Empeñen su tiempo y esfuerzo en controlar los devaneos de la mente; antes desarrollen una actitud homogénea. Cultivar una mente ecuánime implica no verse afectados por la victoria ni la derrota, la pérdida o la ganancia, la alegría o el dolor. Acepten lo que les ocurra, lo que les toque vivir, y tomen de buen grado lo que Dios les dé, como un regalo de amor que les entrega por su bien. Cuando su corazón no sea sobresaltado por los eventos mundanos, y logren traten a todos por igual, experimentarán lo que es la verdadera dicha. Su corazón rebosará amor y conocerán la inconmensurable paz devocional.

Coraje y firmeza

Otras cualidades importantes que el devoto debe de mostrar son firmeza y coraje. Ser individuos resueltos y valientes es una cosa completamente natural. Pueden mostrar dichas cualidades en diferentes circunstancias de la vida. Pueden usarlas para escalar montañas. El espíritu de aventura y el coraje pueden llevarlos a cruzar océanos o a explorar espesas junglas. También pueden expresar su valentía y determinación adquiriendo propiedades y acumulando dinero. O pueden ser audaces y valientes, pero manifestar dichas cualidades en cosas sanguinarias. Son libres de escoger y en lugar de exaltar las nobles cualidades humanas y divinas se inclinen por las demoníacas. La firmeza y la determinación pueden usarse para bien o para mal. El uso que den a los atributos que recibieron de Dios, dependerá de ustedes.

En su juventud, el sabio Valmiki fue Ratnakara, un ladrón inveterado que dedicaba su valentía, audacia y determinación a hacer el mal. Gracias a que se relacionó con los siete sabios, escuchó su enseñanza y acató el consejo de repetir constantemente el nombre de Dios, pudo transformar su vida. A partir de entonces usó su determinación y poder para bien de la humanidad, manteniendo el nombre de Rama en sus labios. Fue así como se convirtió en el autor del Ramayana, la gran épica sobre la historia de Rama. Por lo tanto, no usen su determinación y firmeza en cosas malas u ordinarias. Mejor, empeñen su coraje y determinación en merecer la gracia de Dios.

Adoración a Dios con forma y sin forma

En el capítulo sobre devoción, Krsna ahonda en la adoración de Dios con y sin forma. El Gita compara las dos modalidades y señala cuál es mejor, cuál es más fácil y segura en cada etapa de la trayectoria espiritual del devoto. El Gita declara que no es posible realizar el principio divino que carece de forma y atributos, sin antes pasar por la adoración de Dios con forma y atributos.

Mientras sigan apegados al cuerpo y permanezcan sumergidos en la conciencia corporal, no podrán comprender y abrazar el aspecto sin forma del Supremo. Las cualidades necesarias para adorar al Dios sin-forma sólo se adquieren a partir del momento en que superen el apego al cuerpo y al mundo, o sea todos sus apegos. Mientras se sigan identificando con la forma particular de su cuerpo físico, se sentirán compelidos a visualizar a Dios en una forma física. Así pues, inicien su jornada espiritual adorando a Dios en el aspecto físico de alguna de sus encarnaciones, dotada de las cualidades divinas que lo distinguen. Gradualmente, tras seguir dicho camino un tiempo, podrán comenzar a adorar al Supremo sin forma.

De hecho, el mundo entero es la forma de Dios. Cuanto ven a su alrededor no es sino la forma que Dios asumió. Pero al inicio ustedes centran su atención en alguna forma en particular: la de un avatar o la de alguna encarnación. Las encarnaciones divinas pertenecen al universo físico. En correspondencia a las formas físicas, las formas sutiles del Señor yacen en el sustrato mental o sutil del universo. El dominio físico y mental se relaciona con los sentidos y la mente. Allende los sentidos y la mente, se encuentra el universo causal. Éste está compuesto del aspecto más sutil de la materia, y contiene la semilla potencial de todos los nombres y las formas existentes. Cada noche durante el sueño profundo, experimentamos el aspecto causal y contactamos al Dios sin forma.

Durante la vigilia, el efecto de lo mental y los sentidos nos imana con fuerza, porque está asociado al mundo fenoménico. En el estado onírico, asociado al mundo sutil, los sentidos no los arrastran si bien que la mente se mantiene activa. En el sueño profundo, asociado al mundo causal, se disuelve la mente, desasociándose de las impresiones de los sentidos. Únicamente en dicho estado, cuando mente y sentidos están completamente inactivos, se puede experimentar el aspecto sin forma de la divinidad. También es posible experimentarlo en la vigilia, siempre que la mente alcance perfecto sosiego y ecuanimidad, y los sentidos se encuentren en reposo total. Sólo entonces, estando despiertos, pueden acceder al mundo causal y experimentar el aspecto sin forma de la divinidad.

Muchos devotos tienen cimentada su espiritualidad exclusivamente en el Dios manifiesto dotado de un nombre y una forma particular. Mas ambos, Dios con forma y sin forma, son esenciales para el devoto. Es equiparable a tener dos piernas para andar o dos alas para volar. Para poder alcanzar la meta espiritual necesitan ambas piernas –con forma y sin forma– para adelantar una, luego la otra, donde la que representa la forma se apoya en la que representa la no forma. Hay que tomar conciencia de que la manifestación del Señor con forma es transitoria, mientras que su aspecto sin forma es permanente, eterno e inmutable. He aquí un ejemplo para ilustrar.

La no-forma es el aspecto permanente del Señor

Cuando escuchen a Baba dando un sermón, serán uno entre miles en el templo. Ello ocurrirá en el dominio físico y durará entre una y dos horas. A dicha experiencia se asocia un tiempo y una actividad. Sin embargo, pueden recrear la experiencia ya estando en casa. Cada vez que la recuerden, se repetirá en su mente... miles de personas en la terraza y Sai Baba dando su discurso. En el plano exterior, y en su experiencia en el estado de vigilia, se ven sentados con la gente en el templo. ¿Pero qué ocurre cuando llegan a su casa? Descubren que el templo está en su corazón y lo pueden evocar cuantas veces lo deseen.

Estuvieron ahí tan solo una hora, pero ahora pueden atesorar la experiencia por siempre, incluso cuando se vayan del ashram. Una vez que tuvieron la experiencia física en el mundo fenoménico, queda registrada en el dominio más sutil de su mente, pudiendo ser evocada tiempo después. Mientras más veces rememoren la experiencia y repasen las enseñanzas de Baba, su mensaje irá quedando acuñado en su corazón.

Si no hubiesen vivido dicha experiencia en el templo, no habría quedado en ustedes una impresión que pudiesen recrear mentalmente más adelante. Una vez fijada en la mente, no hay necesidad de estar físicamente presente en el templo o de ver al Baba físico. De igual manera, si ya experimentaron a Dios con forma, podrán sin duda experimentarlo más adelante en su aspecto sutil. La forma es momentánea, la no-forma es perenne; más la no-forma permanecerá en ustedes sólo después de haber experimentado la forma divina y de haberla fijado en su corazón a través de la adoración y la devoción.

He aquí otro ejemplo. Supón que desean enseñarle la palabra 'silla' a un niño. Con solo mencionar la palabra 'silla', no le quedará clara la forma que tiene. En cambio, pueden mostrarle una silla y pedirle que la mire con detenimiento. Mientras lo hace, le repiten la palabra 'silla'. En lo venidero, cuando el niño vea una silla, recordará la palabra asociada a la forma que le mostraron, y repetirá el sonido 'silla'. La forma particular de silla que utilizaron para enseñarle el significado del término es transitoria. Esa silla va a cambiar, más la palabra 'silla' y el tipo de objetos que designa prevalecerán. Mientras el niño no vea la forma transitoria, no logrará aprender el término permanente 'silla'. El elemento permanente se comprende a través del objeto impermanente. Por lo tanto, aunque la divinidad carezca de forma, tendrán que abordarla bajo una forma particular antes de poder entenderla.

 

Centren su mente mediante la adoración a la divinidad con forma

Para empezar, no toda la gente confía totalmente en la existencia de Dios. Casi todo el tiempo su mente da bandazos, y se preguntan "¿Existirá Dios realmente? ¿Será verdad que hay un Dios?" Se requiere una determinación de hierro para cultivar una fe firme en Dios. Podrán trocar su mente inestable por una mente firmemente centrada en la fe, únicamente a través del proceso de adorar al Dios con forma. Analicen el siguiente ejemplo.

Imaginemos una almohada rellena de algodón desmenuzado. ¿Qué recubre la almohada? Una tela. ¿De qué es la tela? De algodón. Así que en lo exterior hay un retazo de tela, y adentro hay algodón. En realidad, tanto en el exterior como en el interior, lo que hay es algodón. El algodón sin forma se transformó en hebra, la hebra devino tela, y ahora la tela recubre el algodón sin forma. El algodón tiene forma y el algodón crudo no la tiene. Ir de la no-forma a la forma, y de la forma a la no-forma son las transformaciones de las que está hecha la divinidad. Para tener una almohada no basta con tener algodón crudo. Tienen que convertirlo en tela y la tela con forma puede entonces recubrir el algodón sin forma que hay adentro.

Así pues, la divinidad con forma y sin forma son exactamente lo mismo. Ambos aspectos son esenciales. A través de la forma transitoria ustedes toman conciencia de la no-forma inmortal. Mientras se identifiquen con la conciencia corporal y sientan que son el cuerpo, les será imposible desprenderse del aspecto formal. A medida que su mente se centre en la fe, y trasciendan la conciencia corporal, podrán experimentar la esencia inmortal de la divinidad.

Adoren al Dios sin forma en su corazón

La adoración del Dios con forma sigue tradicionalmente una diversidad de rituales. Le pueden ofrecer flores al Señor, o bañar su estatua con agua bendita, pueden quemarle incienso o recurrir a otras formas de adoración. El ritual les proporcionará gran satisfacción. Adorar externamente la forma del Señor mediante el uso de objetos de culto brinda contento. Mas una vez que establezcan a Dios en su interior, deberán de adorarlo con las flores del corazón. Cuando la conciencia corporal y la ilusión asociada a ella son destruidas, la forma de la divinidad que adoraron externamente con flores y objetos sacros se establecerá en lo sutil en ustedes, y se verán movidos a adorarla mediante las flores de su sentimiento. Esto es lo que trae la verdadera y permanente dicha.

Mientras continúen adorando la forma física del Señor, emplearán flores físicas – rosas, margaritas, jazmines–. Las flores son impermanentes y el adorador también lo es. Mas, si desean adorar al Dios sin forma en su interior, las flores que emplearán son otras. Son flores que no mueren. Son las nobles virtudes del corazón: las flores de la no violencia, la autocontención, la verdad, la paciencia y la reciedumbre, la perseverancia, el amor y la compasión, la caridad y el sacrificio. Son las flores del culto interior. Para llegar a la adoración de la no forma, deberán desarrollar las flores del corazón para venerar a Dios. Sólo entonces experimentarán la inefable dicha del espíritu, y emprenderán el camino a casa, hacia su origen divino.

Paz interior y contento

En el duodécimo capítulo del Gita, Krsna enseñó las cualidades esenciales que el devoto debe desarrollar para darse a querer por Dios. Si desean ser devotos de Dios, lo primero es desarrollar paz interior y una firme determinación. Deben de estar siempre contentos. No deben dar margen a preocupaciones ni permitir que el dolor los agobie.

La sagrada escritura del Bhagavatam coloca a Prahlada como el devoto ideal que exhibía todas esas cualidades. Cuando los demonios perturbaban a Prahlada –que era hijo del señor de los demonios mismo– él jamás se dejó abatir por el dolor, fueren cuales fueren las dificultades que hubo de pasar. Siguió repitiendo el nombre del Señor, y buscó en Él protección y salvación. No derramó una lágrima ni en sus peores vicisitudes. Por ello Prahlada es tenido como un devoto que se unió firmemente al Señor. No obstante estar viviendo en el mundo fenoménico y poseer una forma física, no permitió que apego ni deseo alguno entrasen en su corazón.

Ama a todos

En el verdadero devoto no deben de existir el odio, los celos, el enojo o la avaricia, ya que al entrar en la persona se convierten en los mayores obstáculos para su devoción. Deben de alcanzar el sentido de unidad del todo. Si sienten odio hacia alguien, estarán odiando al mismo Dios que dicen amar. Al inflamarse, el ego es el que arremete contra los demás, presa de odio, celos y rabia. Por lo mismo, el mensaje fundamental del Gita es: "No odien a nadie".

Dijimos que al no desyerbar el terreno y prepararlo antes de cultivarlo, las semillas no dan buena cosecha. Del mismo modo, si no desenraizan el ego del terreno del corazón, la práctica espiritual resultará estéril. Lo más importante del camino de la devoción es comprender que no sólo hay que amar a Dios sino a todas las criaturas, y tratarlas como Dios mismo. Amar a Dios y lastimar a los demás no es devoción. Ello sólo pone de manifiesto su ignorancia. Quien así obra no podrá progresar en el camino espiritual.

En los días por venir, aprenderán nuevas maneras de desarrollar la fe, y a santificar sus días mediante buenas acciones. Cultivando y practicando las altas virtudes en su día a día, atraerán el amor y la gracia del Señor.

 

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