LA RECOMPENSA DEL ANHELO SINCERO .
Hubo una vez un sultán que reinaba en la región de Mathura, Brindavan y otros lugares a lo largo del río Yamuna.
Durante su reinado, el emperador de Vijayanagar fue en peregrinación a Brindavan y se quedó ahí por algunos días después de rendir adoración a Krishna en el templo de la ciudad.
E
l sultán argüía que el emperador debía de haber ido para presentar sus respetos únicamente a alguien más grande que él mismo, y estaba decidido a conocer a ese alguien, viniera lo que viniera.
Con esa idea, noches más tarde fue y llamó a las cerradas puertas del templo: "¿Quién está adentro?" Escuchó una voz que le respondió: "El rey Govinda y la reina Radha".
Entonces el sultán estuvo seguro de que en el interior del templo vivían dos personas: un emperador supremo y una emperatriz suprema, y se llenó de ansiedad
por ver a los dos distinguidos ocupantes del templo.
Esperó junto a la puerta, sin comer ni
beber, por tres días enteros. Estaba agobiado por el hambre y la sed pero no se movía de ese lugar por temor a que la pareja imperial saliera y él perdiera la oportunidad de tener la alegría y la bendición de verlos.
Una noche, cuando la ciudad dormía, justo antes de la medianoche Govinda Maharaj y Radha Rani salieron del templo.
El sultán los vio y los siguió. Ellos iban magníficamente vestidos y llevaban ricas joyas y tocados en brazos, cuellos y tobillos. Caminaron hasta las orillas del Yamuna, donde se habían reunido miles de pastores y pastoras para darles la bienvenida. Hubo entonces música y danzas bajo la brillante luz de la luna, y todas las caras resplandecían con alegría celestial.
Hacia las cuatro de la madrugada regresaron al templo y antes de
cruzar la puerta pusieron en las manos del sultán los brazaletes que llevaban en sus muñecas,
las kankanas, que funcionaban como amuleto. Y antes de que pudiera decir algo,
desaparecieron.
En ese momento llegó un grupo de sacerdotes, quienes al verlo le preguntaron por qué estaba ahí y qué era lo que tenía en las manos. Los sacerdotes habían llegado a abrir las puertas del templo e iniciar las ceremonias del día con Suprabhatam y Nagarsankirtan. *
El sultán les dijo: "Govinda Maharaj y Radha Rani acaban de entrar; yo estuve con ellos en la ribera del
Yamuna desde la medianoche hasta hace unos minutos.
Me dieron estas kankanas para que
me protejan; no sé por qué lo hicieron".
Los sacerdotes sospecharon que se trataba de un ladrón que, sorprendido en el delito, trataba de engañarlos con la historia, y lo amarraron y lo golpearon.
Sin embargo, encontraron las cerraduras intactas, así como todas las cosas en el
interior del templo. Sólo a la estatua de Krishna le faltaban las kankanas de oro.
Entonces se
convencieron de que aquel hombre debía de ser un gran devoto que había tenido la visión del Señor.
Lo honraron y le suplicaron su perdón por la falta que habían cometido en su ignorancia.
Tal es la recompensa para el sincero anhelo.
La bienaventuranza sin límites puede ser ganada mediante una fe absoluta en Dios.
⦁ Cantos devocionales que se efectúan antes del amanecer.
...BABA.
"Oka Chinna Katha". Cuando Bhagavan interrumpe su discurso con estas tres palabras en telugu, que significan "una pequeña historia", todos escuchan con atención y aguardan con curiosidad, porque la historia que relata a continuación es un destello que ilumina, una lluvia que refresca, un chiste que hace reír, un remedio que alivia, una mirada al esplendor de las epopeyas o a la ridiculez ostentosa; un paréntesis poético, una punzada estimulante, una canción que esclarece la mente y el espíritu, una azucarada píldora de profundidad, una respuesta apaciguadora y una andanada de burlas a la jerigonza religiosa. Puede ser un relato del pasado o un ejemplo de la comedia contemporánea; puede ser una arremetida contra la disputa teológica o una crítica a alguna autoridad ególatra. Si reflexionamos acerca de su importancia, el Chinna Katha es un instrumento efectivo en el proceso educativo que ha emprendido Bhagavan. Al exponer su discurso, estas parábolas e historias, siempre al vuelo, revolotean en bandadas en el firmamento de su amor; él deja que vuelen hacia nuestros corazones y que aniden allí, hasta que las acariciemos y cuidemos para luego adoptarlas en nuestro pensamiento y en nuestra conducta. He aquí un ramillete encantador y fragante de estas multicolores kathas para disfrutarlas, meditar en ellas y obtener de su lectura inspiración. N. Kasturi
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