LA PRESENCIA INVISIBLE – PADRE CHARLES OGADA.
Desde que era un niño pequeño de unos 5 años, he sentido la presencia de un ser extraño en un cuerpo de luz. Sabía que había alguien ahí conmigo. Esta presencia extraña solía embargarme por completo de un éxtasis dichoso y en ocasiones me hacía perder mi estado normal de consciencia. Mis padres pensaron que la explicación era que estaba siendo poseído por un espíritu maligno llamado “Ogbanje” y me sometieron a formas horribles de exorcismo. Aún así, esta presencia nunca me dejó hasta que tenía 11 años. Me habían enviado a un internado, y un día, debajo de las escaleras de la residencia estudiantil, la energía de esta presencia invisible era tan fuerte, que supe que iba a desmayarme. Tuve miedo de lo que mis amigos pensarían de mi, entonces le rogué al ser invisible que me dejara. Y me dejó.
Al terminar la preparatoria, no estaba en mis planes el volverme un sacerdote. En cambio quería convertirme en médico. Un día, como era mi costumbre, me encontraba solo en el bosque. De repente esa Presencia desconocida me invadió. Me llenó de tanto amor, que me volví uno solo con todo. Entonces una “Voz” dijo: ¿qué quisieras hacer con esta vida?” Esta fue la primera vez que escuché la voz de mi amigo invisible. La “Voz” no tenía dimensiones, dándome la sensación de ser uno solo con todo a mi alrededor; el cielo, los árboles, las aves y bestias, todo. Le dije a la voz: “Tú eres esta vida. Qué otra cosa hay que hacer que no sea amarte y servirte.” Ese encuentro cambió el curso de mi vida. Decidí convertirme en un sacerdote católico, en la orden de los Padres del Espíritu Santo. Estaba buscando un entorno que me permitiera amar y servir a Dios. Durante el noveno año de mi entrenamiento para convertirme en un Padre del Espíritu Santo, todo perdió significado y quise dejar el seminario. Fue entonces cuando Sai Baba se me apareció en un sueño, después de que el Padre Arazu me contara de él. Me abrazó y volví a ser uno con todo. Inmediatamente supe que Él era la Presencia desconocida que había estado conmigo desde la infancia. A partir de eso, busqué más de él y después fui a Puttaparthi a verlo.
Cuando Swami dejó su cuerpo físico, no me resultó difícil relacionarme con su Presencia Sutil. Cuando me llamó a ir a Muddenahalli, sabía que era Swami. Era la misma Presencia, la misma energía, el mismo viejo amigo que siempre estuvo conmigo desde la niñez.
Padre Charles Ogada, Nigeria
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