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domingo, 5 de octubre de 2014

Swami dice_¿Han oído hablar a nuestro Baba?_Poema de Kasturi.

¿Han oído hablar a nuestro Baba?



                                                   

¿Han oído hablar a nuestro Baba?
¿Han oído hablar a nuestro Baba en asambleas públicas en cualquier parte?

Él no lo llama discurso;
ni así deben llamarlo.
¡Él no levanta la voz, ni arenga
ni provoca a las masas, ni despotrica ni flagela;
Él no duda, no calcula,
no carraspea, ni se detiene, ni examina,
haciéndole preguntarse por qué ha venido!
¡Él no espera ni desvaría
recopilando palabras, fabricando notas;
Él no pierde un momento decorando Su charla
con vistosos encajes y adornos,
vistiendo textos prestados en reluciente gasa.
Él no es orador pomposo, orgulloso,
ansioso de aplausos y de publicidad!

¡No da rodeos ni declama… apenas si… habla!
¡Él es la nube de lluvia que trae Vida
a los sedientos de aquí abajo!
Él habla…  Él le habla a usted, y a usted, y a
cada uno de ustedes que se han reunido aquí;
a cada Arjuna, que con pesado corazón y mano vacía,
teme disputar la batalla de la Vida;
usted siente que Él ha venido para usted, a usted.

¡Lo ven mirar silenciosamente alrededor del estrado!
¡El ojo avizor da círculos completos!
¡Qué suerte!  ¡Está usted allí!
¡Él sonríe; lo gana a usted con esa sonrisa!
¡Ya no puede usted quitar los ojos de esa Faz,
tan atractiva, tan Divina!
¡Ya no puede arrancar su corazón de Su mano!
¡El apretón le reconforta!
El silencio se hace más profundo…
aunque miles han estado sentados,
esperando durante horas y horas…
¡Quietud himaláyica, la calma del crepúsculo!

Premaswarupalaara.  ¡Oh! ¿Encarnaciones del Amor Divino!
¡Ha llegado la Hora Dorada!
¡La Puerta del Cielo se abre!
¡La Voz es dulce como la miel
reunida por abejas divinas de árboles Parijatha!
¡Su llamada es clara como un clarín!
¡Oh! ¡Qué emoción, qué arrobo llena el alma,
fluyendo como el Ganges, liberando a los atados,
produciendo una rica cosecha al correcto arado y sembrado;
manando e hinchándose como los saltos de Gersoppa
dando gran fuerza para mover la rueda!

Su palabra es una casacada, límpida y pura,
enseña, nunca predica, deshace todos los nudos,
acalla las preguntas antes de que surjan en la mente;
define, refina, consuela a los atormentados.

Exige, sí, demanda el desdoblamiento del orgullo,
no perdona a ninguno, sea gobernante o sirviente.

Riñe, regaña al tonto y al fanático;

bromea e incita, burlándose de todos los engaños;
cita lo que Él ha dicho en edades pasadas,
detalla los hechos de Su Encarnación.

Resplandeciente poesía, espontánea, sublime,
que pinta cuadros de la Verdad trascendental,
parábola, proverbio, de brillantez relumbrante,
en el tintineante, rutilante, campanilleante telugú,
cada hora un minuto, cada minuto un segundo.

Cada palabra un mantra; cada frase un sutra;
una oración, un Gayatri; un discurso, un Upanishad.
¡Pues Él no es un pozo o estanque ó río!
¡Él es el Océano de la Divina Sabiduría!

¡Oh! Sus palabras derraman merced como rocío matinal
en cada jiva que se despierta del sueño.

¡Él nutre vuestras raíces y apura la savia,
hace germinar los brotes, pinta los pétalos,
los perfuma, invitando a las abejas,
madura los capullos, con cada palabra Suya!
¡Helo aquí! ¡La Magia de Su Palabra, como una infinitesimal semilla
cae sobre su corazón de roca! ¡Y maravilla de las maravillas!
¡Ahí germina; germina y echa hojas!
Las sedosas y medio ciegas raicitas se enroscan alrededor de la
piedra rozándola, empujándola, pidiendo de mamar
y finalmente logran crecer; y convirtiéndose en árbol
rompen la roca de su corazón como un jarrón de arcilla!

¡Su charla la encontrarán refrescante, no gélida;
caliente, no quemante; una lluvia, no una inundación;
curativa para los enfermos y los corazones llorosos;
confortante, no secante; no un tóxico, sino un tónico;
suavizante y calmante; toda realidad y no ficción!

Cada oración derrama alegría y disipa la oscuridad,
provoca la atención, compele al acuerdo,
elimina el desaliento, repele la pereza,
atrae más cerca, desprende de otras ataduras,
imparte valor, y funde creencias,
no impone ninguna doctrina, crea acuerdos en todos los pleitos,
informa –de manera encantadora- nunca hace daño, desarma,
selecciona a los que responden, eleva a los desesperados.

Destaca el “Hacer, Comportarse y Vivir”.
Apela al “Servir, Creer y Actuar”.

Llama a todos los escuchas a que desdeñen toda imitación,
disputando en vano, el ciego conduciendo al ciego,
tocando al Paraíso a través del poder y las riquezas,
ó alardeando ser ramas del árbol familiar,
y buscando la paz en las ganancias y despilfarros,
y deseando y jadeando, y amontonando y guardando.
Al escucharlo hablar, usted silenciosamente decide
dar un paso hacia delante en el camino del peregrinaje.

¡Abra sus alas y planee cielo arriba!
Sienta que es un león que ha sido engañado creyéndose oveja;
¡un diamante engarzado en sucio plomo!
No emprende ninguna batalla, no exaspera a ningún enemigo,
Él recibe a todos los sedientos hambrientos,
ó cojos, o ciegos, a los que suben y a los que resbalan,
levanta a los encorvados, abraza a los desanimados.

Mitiga el dolor, asegura de Su Gracia,
Él nos recuerda a todos el camino que hemos perdido.
Describe la alegría al final del viaje,
abre nuestros ojos; fortalece nuestros miembros;
alienta al que lucha, buscando su camino,
despierta a los dormidos, haciendo que los sentados se pongan de pie,
que los que están de pie caminen; que los caminantes lleguen a la meta.

Proclama, revela, anuncia,
afirma Su Advenimiento, para nuestra carga asumir,
redime a los errantes, levanta a los caídos, cura a los enfermos,
recalca la Verdad, mina la falsedad.

¡Ah! ¿Qué es esto? ¡Qué suerte! ¡Qué Gracia!

Aún mientras habla, Su Gracia florece en cantos,
¡Oh! ¡Qué maravilloso canto! Nos enseña a orar
tranquilizando toda esa furiosa ola,
fortalece los nervios y la voluntad,
entona nuestra alma con Dharma, Sathya y Prema.

¡Y cuando Él se detiene
y usted abre los ojos,
los encuentra llenos de lágrimas!

Su vecino llora como un niño por su madre,
pero, ¿por qué? Mire y vea: ¡se ha ido del estrado!
Siéntase orgulloso por haber tenido tal oportunidad.  Desde ese momento,
lo sé, de seguro será usted un alma ascendente y venturosa.
Arjuna, retomando las armas para la batalla
¡con Krishna conduciendo los caballos derecho!

¡Qué suerte para usted el haberle oído hablar!

N. Kasturi
(Poema leído en la Santa Presencia el 16 de octubre de 1958)






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