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sábado, 25 de agosto de 2012

El sistema educativo de hoy y los valores.Entrevista Arun Gandhi.



"No tiene sentido enviar a los niños a este sistema educativo"
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La sociedad contemporánea tiene un considerable problema de valores a causa de la distorsión de conceptos que son transmitidos de padres a hijos. Arun Gandhi, heredero de Mahatma Gandhi visitó Brasil y es importante conocer algunas opiniones sobre lo que habría que modificar.

Arun Gandhi.
S. PAULO (Época). Arun Gandhi, de 78 años, es el 5to. nieto de Mohandas "Mahatma" Gandhi, líder del movimiento por la no-violencia. Arun nació en Sudáfrica durante la infancia sufrió agresiones de blancos y de negros por tener rasgos indígenas. En 1946, se fue a vivir con Mahatma Gandhi, con quien aprendió de pacifismo. Hoy, es el mayor divulgador de la filosofía de su abuelo y dirige un instituto de educación para la no violencia en la India. Arun habló con Época durante su estadía en São Paulo, donde participó de un encuentro de jóvenes y docentes, realizada por el Instituto Democracia y la Sustenibilidad, la Fundación Tide Setubal y el Centro de Estudios e Investigación en Educación, Cultura y Acción Comunitaria.
-Usted conduce un instituto de educación. ¿Qué es lo más importante en la formación de un niño?
-En la actualidad los niños sólo aprenden a ganar dinero y a tener una carrera. Eso no es suficiente. Tenemos que enseñarles sobre la vida, sobre sí mismos y sobre cómo pueden ser mejores personas. El modo como disciplinamos a los niños también está mal. Sembramos las semillas de la violencia cuando los castigamos por haber hecho algo mal. Esto les dará la idea de que todo el que hace algo mal debe ser castigado.
-¿Cómo educar a los niños para que sean disciplinados sin castigo?
-En la no-violencia, sustituimos la pena por la penitencia. Yo no era castigado cuando hacíamos algo mal. Mis padres ayunaban durante un día o dos y me explicaron que no estaban comiendo porque habían fracasado en mi educación. Así me mostraban el amor, la no violencia.
 -¿Ese método no genera mucha culpa?
-Sí, generaba culpa para todos. Pero si haces algo mal, es necesario que te sientas sentirse culpable, o nunca cambiarás.
-¿Cómo fue su infancia?
-Era muy diferente porque nunca fui a la escuela. Fui educado por mis padres y tutores. A pesar de que no haber ido a la escuela, tengo 7 especializaciones.
-¿Deberíamos educar a los niños en casa?
-Mientras nuestro sistema educativo sea tan inadecuado, enviar a los niños a la escuela, no tiene mucho sentido. Creo que si los padres fueran capacitados, serían los mejores maestros. Por desgracia, hoy en día la única interacción entre los padres y los niños es a menudo cuando regresan a casa del trabajo y están tan cansados ​​que apenas pueden darles atención a los niños. En este ambiente, ¿cómo podemos criar buenos niños, que tengan amor y respeto?
-Usted dice que la pobreza es la peor forma de violencia. ¿Cómo puede ser peor que la violencia sexual o la discriminación?  
-Otros tipos de violencia suelen ser inmediatos y de corta duración. La pobreza es algo con lo que la gente tiene que vivir día y noche, por eso la que considero el peor tipo. Por desgracia, como seres humanos civilizados ignoramos la pobreza, creemos que no es asunto nuestro. Todavía existe la idea de que las personas son pobres porque no tener inteligencia, por ser incapaces y que no hay nada que hacer. Somos egoístas.
-En un mundo en el que la violencia domina tantos aspectos de nuestras vidas, ¿cómo convencer a las personas a rechazar lo que reciben de los demás?  
-Esto ocurre naturalmente cuando la gente comienza a vivir en paz. Hay una historia de un hombre que vivía solo y nunca limpiaba su casa. Un día conoció a una chica que le dio una rosa. Él llevó a casa la rosa, pero no encontró un recipiente limpio. Tuvo que lavar la vajilla para encontrarlo. Luego no tenía un lugar para exponer la rosa y limpió la mesa para ponerlo. Luego notó que solo la mesa limpia en la sala sucia desentonaba y limpió la habitación. Con el tiempo, toda la casa estaba limpia. Todo esto a causa de una rosa. Del mismo modo, si uno se vuelve pacífico en una comunidad, afecta a todos para que se vuelvan pacíficos.
-Usted dice que primero tenemos que cambiar nosotros para luego cambiar el mundo. ¿Eso no tomaría mucho tiempo?
-A menos que cambiemos, no podemos hacer que otras personas cambien. Nadie está exento. Una vez mi abuelo fue buscado por una pareja con un niño pequeño que no podía comer dulces. El niño no obedecía a la prohibición, porque veía a sus padres comer dulces. La pareja llevó al niño a mi abuelo, pidiéndole su ayuda y él les dijo que debían regresar en dos semanas. En la fecha acordada, mi abuelo habló en privado con el niño menos de un minuto y él dejó de comer dulces. Los padres se sorprendieron y querían saber qué clase de milagro había sucedido. Mi abuelo explicó que la razón de las dos semanas era para él dejar de comer dulces, porque sólo así podía pedirle lo mismo para el niño. Si no practicamos lo que queremos que otros aprendan, los demás no van a aprender. Si vivimos en paz, los otros podrán vivir en paz.
-¿Ha cambiado algo en la teoría de la no-violencia desarrollado por su abuelo?  
-Para que una filosofía se mantenga viva tiene que pasar por cambios. No es posible aferrarse a todo lo que él decía, porque las cosas que le parecían verdaderas hace 50 años ya no tienen sentido hoy en día. Cuando escribió su biografía, estaba en contra de cualquier tecnología. En ese momento, la tecnología desarrollada estaba sustituyendo al hombre por máquinas, para maximizar el lucro. Algunas tecnologías han cambiado desde entonces. Probablemente, si estuviera vivo hoy aprobaría ciertas novedades. Apuesto a que habría utilizado Internet para ayudar a difundir su mensaje.
-¿Alguna vez vio a su abuelo enfadado?  
-Nunca. Una vez necesitaba recaudar fondos para su trabajo social y decidió cobrar por sus autógrafos. La gente le entregaba los libros con el dinero adentro, y él firmaba. Un día decidí que yo también quería un autógrafo. Como no tenía dinero, sólo puse mi libro en la pila con los demás. Cuando llegó el libro, preguntó por qué no había dinero, y yo dijo "porque es mío". Dijo que no había excepciones ni para los nietos. Yo protesté, le dije que para mí sería gratis. Se echó a reír y dijo: "Está bien, vamos a ver quién gana".
A partir de entonces, cada vez que se reunía con autoridades políticas entraba en la habitación y frotaba mi libro en su cara, exigiendo el autógrafo. Pensaba que sólo para deshacerse de mí me lo daría. Pero todo lo que hacía era taparme la boca con una mano y la otra en mi pecho y continuar la conversación con las otras personas. Nunca me dio su autógrafo y nunca perdió la paciencia conmigo.
-¿Ud siempre logra mantener la calma?
-No estoy ni cerca de él. Pero yo trato de seguir su ejemplo. Todavía tengo un largo camino.
-¿Le molestan las comparaciones con su abuelo?  
-Tuve problemas cuando era adolescente, y una vez le dije a mi padre que no sabía cómo iba a ser capaz de vivir con eso. Él me dijo que tenía dos opciones. Podría enfrentar este legado como una carga, que sería cada vez más pesada. O podría verlo como una luz que guiaría mi futuro. Fue lo que hice.
-Cuando su abuelo fue asesinado, ¿se sintió enojado? ¿Quiso vengarse?  
-Yo tenía 14 años cuando él fue asesinado. En el momento en que recibí la noticia, me puso furioso y le dije a mis padres que quería estar allí para estrangular a la persona que lo hizo. Pero ellos me recodaron las lecciones que mi abuelo me enseñó y dijeron que él no aprobaría tales pensamientos vengativos. En su lugar, él querría que dedicara mi vida a impedir que ese tipo de violencia desmedida proliferara. Me ayudaron a entender mis emociones y a perdonar a la persona que mató a mi abuelo. Terminé dedicando mi vida a combatir la violencia.



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