Mexicas (Aztecas)
Los Mexicas (llamados Aztecas en la historiografía tradicional) fueron un pueblo mesoamericano el cual condensó una rica tradición religiosa, política, cosmológica, astronómica, filosófica y artística, y una muy compleja mitología, producto de la evolución de otros pueblos de Mesoamérica a lo largo de muchos siglos.
Como no podía ser de otra forma, los Mexicas eran cultores de la Serpiente y de las Pirámides, tal como lo fueron sus antecesores de Mesoamérica, los Mayas, Teotihuacanos y Olmecas.
Los Mexicas utilizaron una escritura ideográfica o jeroglífica, esto es, la representación de los objetos en forma directa y por medio de símbolos, para registrar sucesos históricos, religiosos, entre otros tipos. Esta escritura era grabada en papel o piel de animales y aún se conservan algunos de estos escritos llamados códices.
Los Mexicas fundaron su capital, la ciudad de México-Tenochtitlan, asentados en un islote al poniente del Lago de Texcoco, hoy prácticamente desecado, sobre el que se asienta la actual Ciudad de México.
Posteriormente este lugar se convirtió en el centro de uno de los Estados más extensos que se conoció en Mesoamérica, sometiendo a varios pueblos indígenas del centro y sur del territorio actual de México.
Se trató del último pueblo nativo previo a la conquista de los españoles, quienes, en sus esfuerzos de convertir a los Aztecas al cristianismo, destruyeron muchos de los códices (libros con pinturas), con la intención de hacer desaparecer su historia, religión, y cultura. Luego, algunos cronistas interesados en esas tradiciones, separadamente, armaron recopilaciones a partir de distintas fuentes.
Esto originó un conjunto de compendios que aunque son convergentes en su relato central, no suelen coinciden en su totalidad, lo que hace difícil una síntesis consistente de su origen. Las referencias de este mito tenochca se encuentran en escritos de algunos cronistas como Juan de Torquemada, Diego Durán, Fernando de Alvarado Tezozomoc y Cristóbal del Castillo.
Esta es la razón de la complejidad para establecer la historia oficial de los Mexicas (y separarla de los relatos mitológicos), la cual se ha construido en base a una reducción de datos, provenientes de una amplia gama de fuentes, ya sean códices, crónicas u obras compilatorias las cuales narran diferentes versiones de los hechos. El documento clave o más referenciado es la Tira de la Peregrinación, también llamado Códice Boturini.
La historia de la migración
Todas las fuentes indican que los Aztecas eran originarios de una tierra pantanosa llamada Āztlán («Tierra de garzas»), de donde proviene el gentilicio «Azteca» o «Aztatecas», y que aún se debate su ubicación precisa y su existencia real. La Tira de la Peregrinación señala que Aztlán estaba ubicado en una isla donde había seis calpullis y un gran templo, probablemente dedicado a Mixcóatl.
De acuerdo con la Crónica Mexicáyotl, en Aztlán, el pueblo de los futuros Mexicas habrían sido esclavos de los Aztecas y habrían llevabado su nombre. El mito cuenta que en un determinado momento, – que la historia lo ubica alrededor del año 1.115 – Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, se manifiesta ante su pueblo y les da la orden de marchar rumbo a una tierra prometida en donde hallarían una señal que les indicaría que el lugar para asentarse y fundar su ciudad.
También les instruye que dejen de llamarse Aztecas para pasar a llamarse «Mexicas». Este episodio también es recreado por el Códice Aubin y el Códice Durán. Varios autores derivan el vocablo «Mexica» de Mexihtli, siendo «Mexi» otro de los nombres con el que era conocido Huitzilopochtli. De esta manera «Mexica» sería el «Hijo de Mexi o Huitzilopochtli», y México sería el «Lugar de Mexihtli».
De modo que, cansados de vivir en Aztlán y guiados por su dios, los Mexicas emigran junto con otros ocho grupos, que luego de pasar por Teoculhuacan-Chicomóztoc ("lugar de las siete cuevas"), se separan de ellos por orden de su divinidad y siguen su camino solos.
Según la leyenda, la señal que el dios Huitzilopochtli les indica a los Mexicas que deben encontrar para identificar el lugar asignado, es la de un águila parada sobre un nopal, devorando a una serpiente.
Fray Diego Durán escribió lo siguiente: "(…) pasaron delante a buscar el pronóstico del águila, y andando de una parte a otra divisaron el tunal, y encima de él, el águila con las alas extendidas hacia los rayos del sol, tomando el calor de él y el frescor de la mañana (…)".
A su vez, Cristóbal del Castillo relata en su texto el anuncio de Huitzilopochtli hacia un sacerdote: "yo os iré guiando a donde vayais, iré mostrándome como águila, os iré llamando hacia donde iréis (…) y cuando haya llegado a donde ya me parezca bueno, donde os asentaréis, allá me posaré, allá me veréis, ya no volaré".
Los Mexicas habrían deambulado durante muchos años hasta que se establecieron en Coatepec (Colina de la serpiente en nahuatl), antes de pasar a Tula, antigua ciudad tolteca. Allí los Mexicas construyeron una ciudad y vivieron por unos 20 años, de acuerdo al Códice Boturini.
Posteriormente los Mexicas continuaron con su migración y al arribar a la Cuenca de México encontraron un panorama político complejo con varios pueblos ya establecidos, y de hecho, luego de un tiempo, fueron expulsados de Chapultepec por una coalición de varios pueblos vecinos.
La leyenda cuenta que finalmente, los Mexicas arribaron al lago de Texcoco – la historia ubica este acontecimiento hacia el año 1325 (Teocalli de la Guerra Sagrada y el Códice Mendocino) – y encontraron sobre una roca, el presagio del Águila parada sobre el nopal devorando a una serpiente.
Es precisamente por la señal indicada por Huitzilopochtli que en la actualidad el escudo de México presenta un águila y una serpiente.
Así fue como los Mexicas fundaron la capital de su Imperio, México-Tenochtitlan, cuya historia se mezcla con la leyenda. La tradición legendaria de los nahuas indica que su peregrinación desde su lugar de origen, Aztlán, hasta lo que más tarde sería Tenochtitlan, habría durado unos 210 años, representando 4 ciclos completos de 52 años (Xiuhmolpilli).
Se especula que el gobernante mexica Izcóatl, cuarto tlatoani de Tenochtitlan, alrededor de 1428, reescribiera la historia de la peregrinación en busca de dar un origen común e identidad y con ello cohesionar a varios grupos de poblaciones establecidos en la Cuenca de México.
Similitud entre el mito de peregrinación aztecas y el éxodo hebreo
Resulta asombroso el paralelismo del mito de estos dos pueblos, respecto de la historia de un dios que lleva a su pueblo a través del desierto hacia una tierra prometida. Algunos puntos en común:
- Ambos pueblos salieron de una tierra donde eran siervos: Aztlán/Egipto
- Deambularon por el desierto por muchos años: 210 años los aztecas/40 los hebreos (5,25 veces menos)
- Fueron guiados por su dios: Huitzilopochtli/Yahvé
- Bajo el mando de un sacerdote/profeta: Tenoch/Moisés
- Para llegar a una «tierra prometida»: Valle de México/Israel
- Para obtener esa tierra, primero debieron derrotar a sus habitantes originales
La leyenda de Huitzilopochtli y Coyolxauhqui
Según la leyenda, Huitzilopochtli nació de Coatlicue («la de faldas de serpientes»), quien quedó embarazada con una bola de plumas o algodón azulino que cayó del cielo mientras barría los templos de la sierra de Tollan. Coatlicue en la mitología mexica es la diosa de la fertilidad, patrona de la vida y de la muerte, guía del renacimiento, la madre gestante de Huitzilopochtli.
Sus 400 hermanos al notar el embarazo de su madre y, a instancias de su hermana Coyolxauhqui, decidieron ejecutar al hijo al nacer para ocultar la supuesta deshonra. Pero Huitzilopochtli, al nacer, tomó a la serpiente de fuego Xiuhcoatl entre sus manos, y como si fuera un hacha, le cortó la cabeza a Coyolxauhqui. Según el Códice Florentino, Coyolxauhqui cayó rodando por el cerro Coatépetl (montaña de la serpiente), quedando desmembrada al pie del mismo. El mito prosigue indicando que Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, convirtiéndola en la Luna, siendo Huitzilopochtli, el Sol.
La escultura del cuerpo desmembrado de Coyolxuahqui descansa hoy al pie del Templo Mayor. La pieza, de 3.25 metros de diámetro, muestra a la diosa Coyolxauhqui decapitada y mutilada de brazos y piernas, luego del combate que sostuvo con su hermano Huitzilopochtli.
Tenochtitlan
La ciudad obtuvo su nombre por Ténōch (1299-1363, en náhuatl te-nōch 'Tuna sobre piedra'), sacerdote-caudillo azteca que auspicia la fundación de Tenochtitlan, y con él se inicia la etapa de Huey tlatoanis («emperadores») mexicas. Los estudios arqueoastronómicos indican que en el mismo año de su fundación, 1325, también ocurrió un eclipse solar, suceso astronómico que pudo ser tomado por los mexicas como un marcador mítico que pudiera legitimar la supuesta relación entre los Toltecas y los Tenochcas.
Tenochtitlan llegó a tener 300.000 habitantes, siendo una de las mayores ciudades del mundo en esa época, y que al igual que Venecia (Italia), era una ciudad construida sobre el agua con muchos canales.
El asentamiento en el entorno lacustre exigió sistemas hidráulicos para el aprovechamiento de los recursos naturales y la contención de las aguas para evitar que la ciudad se anegara con aguas salobres y se abasteciera de agua dulce, así como para cultivos y la propia circulación hacia lo interno y externo de la ciudad.
Se hicieron necesarias entonces obras complejas de control y cultivo (así como de cómputo y conocimiento de ciclos y factores climáticos) que permitieron producir alimentos en volumen para una megaurbe que desarrolló sistemas complejos agrícolas, base de su economía y subsistencia.
Con el fin de unir el islote de México-Tenochtitlan con los poblados de tierra firme, así como para separar las aguas dulces de las saladas, construyeron kilómetros de calzadas artificiales. Dichas calzadas contaban con un ancho promedio de 15 metros y estaban hechas con piedra, arcilla y argamasa, y plantadas en el fondo del lago con pilotes de madera.
Las principales calzadas eran: La calzada México-Tacuba contaba con una distancia de 3.6 km y a lo largo del trayecto tenía al menos 7 puentes levadizos; Calzada de los Misterios: Ésta calzada, ubicada al Norte, conectó a la ciudad con el pueblo de Tepeyacac. Tiene una longitud de 4.2 km; La Calzada de Tlalpan se realizó para comunicar el islote donde se asentaba la capital mexica de Tenochtitlan con las riberas del lago de Texcoco.
El Templo Mayor
Una vez asentados, construyeron el Templo Mayor y las edificaciones anexas, que constituían el centro de la vida religiosa, política y administrativa de México-Tenochtitlan.
Los templos gemelos que coronan la base piramidal son un reflejo de la visión cosmológica de los pares opuestos, y estaban dedicados al dios Huitzilopochtli – dios de la guerra, donde se encuentra el monolito de Coyolxauhqui, y a Tláloc – dios de la lluvia, donde está el Chac Mool (al lado de este se encuentra la piedra de los sacrificios).
El Templo Mayor era la mayor estructura de la ciudad y tenía unos 60 metros de alto. El Recinto del Templo Mayor era un cuadrado de 500 metros de lado (250.000 m²) que se situaba en el centro de Tenochtitlan, capital del imperio.
El templo mayor fue construido en siete etapas y tuvo cuatro ampliaciones, estas sucesivas construcciones se iban amontonando una sobre otra de forma que cada una recubría la anterior. De la primera etapa no queda ninguna evidencia debido a que habría sido levantada con un material perecedero. La segunda etapa se sabe que es anterior a 1428, siendo la última del 1521.
Piedra del Sol – Calendario Azteca
Los Mexica dejaron plasmada su cosmogonía y su culto solar en la Piedra del Sol (también llamada calendario Azteca), un disco de basalto de 3,65 metros de diámetro y unas 24 toneladas de peso. Dentro de éste monolito los Mexicas exponen su calendario y su cosmovisión sobre las eras de la humanidad.
La figura central se trata del Quinto Sol (Ollin), representado por Tonatiuh (Dios del Sol), siendo las cuatro figuras que lo rodean, la representación de los cuatro soles (eras) que lo antecedieron. Cada Sol se refiere a un ciclo de creación/destrucción del mundo y de la humanidad, que terminó con una catástrofe que da nombre a dicha era.
De acuerdo al Códice Chimalpopoca, dice sobre la Leyenda de los Soles que:
- El 1er Sol Jaguar (nahui ocellotl) fue de 676 años [13 períodos de 52 años]. Estos que aquí moraron la primera vez, fueron devorados por los tigres.
- El 2do Sol Viento (nauhuecatl) fue de 364 años [7 períodos de 52 años]. Estos que por segunda vez moraron, fueron llevados por el viento, y en cuanto desaparecieron, se volvieron monas.
- El 3er Sol Lluvia (nahui quiyahuitl) fue de 312 años [6 períodos de 52 años]. A los que vivieron en el tercer Sol les llovió fuego y se volvieron gallinas.
- El 4to Sol Agua (nahui atl) fue de 676 años [13 períodos de 52 años]. Los que aquí vivieron fueron destruidos por las aguas (hubo agua durante 52 años) y se volvieron peces.
De esta forma, la tierra habría pasado por cinco etapas o periodos diferentes desde su creación, regidas cada una por un Sol. En la mitología mexica el Quinto Sol, el Sol del movimiento, fue creado por los dioses en la antigua ciudad de Teotihuacán, abarcando un período de 5.125 años, desde 3.113 AEC hasta el 2.012, año en que el mundo tendría que haber finalizado con un cataclismo de terremotos.
El anillo de símbolos que le sigue está formado por los pictogramas de los 20 días del calendario sagrado azteca (se leen en sentido antihorario), que en combinación con los 13 números sagrados se forma el año sagrado de 260 días llamado Tonalpohualli (equivalente al Tzolkin del Calendario Maya). El año civil de 365 días se denominaba Xiuhpohualli en náhuatl (Haab para los Mayas). Los trece días sagrados son: 1 lagarto, 2 caña, 3 casa, 4 lagartija, 5 serpiente, 6 Muerte, 7 Venado, 8 conejo, 9 agua, 10 Perro, 11 Mono, 12 hierba torcida, 13 caña.
Los siguientes elementos alrededor de los días representan la tierra, el cielo, los puntos cardinales, signos de Venus y otros elementos del cosmos a los que el Sol lleva su calor. Dominan este escenario 8 figuras en forma de «V» que simbolizan los rayos vivificantes del Sol, además de indicar los puntos cardinales.
En el extremo exterior de la piedra, se abren las fauces de dos Xiuhcóatl («serpientes de fuego»), para que asomen dos deidades contrapuestas: Tonatiuh y Xiuhtecuhtli en una representación de la dualidad, del día y la noche; del bien y el mal. Las serpientes que enmarcan la piedra tienen sus cuerpos están divididos en 52 secciones, representando los ciclos Xiuhmolpilli de 52 años, que es el período de encuadre entre el calendario tonalpohualli, de 260 días, y el xiuhpohualli, de 365 días.
Esta sucesión infinita de períodos de 52 años, o 18.980 días (el mínimo común múltiplo de 260 y 365), llamada «Xiuhmolpilli» (que en náhuatl significa anudación de los años), se denomina también «rueda calendárica». Para conmemorar dicho evento, cada 52 años las culturas mesomericanas realizaban importantes ceremonias, que en el caso de los mexicas era la llamada «ceremonia del fuego nuevo».
En la parte superior del monolito, un cuadrado tallado entre las colas de las serpientes representa la fecha Matlactli Omey-Ácatl («13-caña»). Esto se supone que corresponde a 1479, año en el que se celebró el Fuego Nuevo durante el reinado de Axayácatl, y a la vez, el año en que este calendario fue labrado. Esta cronología del calendario es prácticamente calcada de los Mayas, que a su vez se cree que es de origen Olmeca.
El mito del diluvio/inundación
El Códice Chimalpopoca cuenta que el 4to Sol, el «mundo» anterior al nuestro, fue destruido por un diluvio/inundación, tal como en los relatos bíblicos. Más aún, describe que una deidad le avisa a un hombre que construya un navío para que se salve él y su mujer de la inundación:
«Acabando el año de ellos, Titlacahuan llamó al que tenía el nombre de Tata y a su mujer llamada Nene, y les dijo: "No queráis nada más; agujerad un ahuehuetl muy grande, y ahí os meteréis cuando sea la vigilia (toçoçtli) y se venga hundiendo el cielo." Ahí entraron; luego los tapó y les dijo: "Solamente una mazorca de maíz comerás tú, y también una tu mujer." Cuando acabaron de consumir los granos, se notó que iba disminuyendo el agua; ya no se movía el palo.»
La cultura mexica es una más de las muchas que replicaron esta catástrofe, que habría azotado a la tierra hace varios milenios, en la que unos pocos humanos, liderados por un hombre justo, se salvaron con ayudados por una deidad.
Los gigantes Quinametzin
En la mitología de Mesoamérica, particularmente entre los pueblos nahuas, los Quinametzin son una raza de gigantes que según la Leyenda de los Soles de la mitología mexica, fueron la "humanidad" creada durante el Sol de Lluvia.
A Tláloc le correspondió ser el sol que alumbró durante la tercera época cosmogónica, que concluyó cuando Quetzalcóatl hizo que lloviera fuego y los Quinametzin murieron quemados. Según Fernando de Alva Ixtlixóchitl (1568-1648), Tláloc fue rey de los Quinametzin, y por cuyos valerosos méritos los hombres lo convirtieron en dios. Este cronista profundizó sobre las tradiciones nativas, y en su obra dice que:
"…tuvieron otra destrucción los de esta tierra, que fueron los Quinametzin, Gigantes, que vivían en esta rinconada que se dice agora Nueva España, la cual destrucción fue de un gran temblor de tierra, que los tragó y mató reventando los altos montes volcanes…"
De acuerdo a las leyendas nahuas, a los Quinametzin se les atribuía ser los constructores de la ciudad de Teotihuacán y del Tlachihualtépetl sobre el que se levantó el principal templo a la Serpiente Emplumada en Cholula. Los tlaxcaltecas relataban que, en tiempos cercanos a la Conquista española, ellos mismos habían luchado contra los últimos Quinametzin.
El gigante Xelhua es, según la mitología, quien luego de salvarse del diluvio universal, construyó la pirámide de Cholula. A continuación, un extracto de la obra «Cholula 2000, Tradición y Cultura» de Rodolfo Herrera Charolet (1995):
"… En la época del diluvio moraban sobre la tierra los gigantes, muchos perecieron sumergidos en las aguas, algunos quedaron convertidos en peces y sólo siete hermanos se salvaron en las grutas de la montaña Tlaloc… Xelhua el gigante fue al sitio que después se llamó Cholollan y con grandes adobes fabricados en Tlalmanalco, sitio muy distante, y conducidos de mano en mano por una fila de hombres tendida entre ambos puntos comenzó a construir la pirámide en memoria de la montaña en donde fue salvado. Irritado, Tonacatecutli, padre de todos los Dioses, que la obra amenazaba con llegar a las nubes lanzó el fuego celeste y con una gran piedra en forma de sapo mató a muchos de los constructores dispersándose los demás, y no pasó adelante la construcción…"
El mito de la creación de la humanidad
Luego, el códice continúa con el mito de la creación de la humanidad actual, el 5to Sol, a cargo de Quetzalcóatl, quien dio vida a los huesos de los muertos mezclándolos con su propia sangre/semen.
Se consultaron los dioses y dijeron: «¿Quién habitará, pues que se estancó el cielo y se paró el Señor de la tierra? ¿quién habitará, oh dioses?» … Luego fué Quetzalcóhuatl al infierno (mictlan, entre los muertos); se llegó a Mictlanteuctli y a Mictlancíhuatl y dijo: «He venido por los huesos preciosos que tú guardas.» Y dijo aquél: «¿Qué harás tú, Quetzalcóhuatl?» Otra vez dijo éste: «Tratan los dioses de hacer con ellos quien habite sobre la tierra.»…
Subió pronto, luego que cogió los huesos preciosos: estaban juntos de un lado los huesos de varón y también juntos de otro lado los huesos de mujer… Luego los juntó, los recogió e hizo un lío, que inmediatamente llevó a Tamoanchan. Después que los hizo llegar, los molió la llamada Quilachtli: ésta es Cihuacóhuatl, que a continuación los echó en un lebrillo precioso. Sobre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en seguida hicieron penitencia todos los dioses: Apanteuctli, Huictlolinqui, Tepanquizqui, Tlallamánac, Tzontémoc, y el sexto de ellos, Quetzalcóhuatl. Luego dijeron: «Han nacido los vasallos de los dioses.»…
El nombre de este Sol es naollin (movimiento). Este ya es de nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está, porque cayó en el fuego el Sol en el horno divino de Teotihuacan. Fué el mismo Sol de Topiltzin (nuestro hijo) de Tollan, de Quetzalcóhuatl. Antes de ser este Sol, fué su nombre Nanáhuatl, que era de Tamoanchan.
Similitud del mito de la creación de la humanidad con el sumerio
Este relato de la creación mexica resulta muy similar al de los textos cuneiformes sumerios. En el relato mítico Enuma Elish, Enki (el paralelo a Quetzalcóatl en la narración) se propone crear al hombre mezclando sangre y huesos, para que esté al servicio de los dioses:
"Entretejeré sangre y ensamblaré huesos.
Suscitaré un ser humano, Hombre será su nombre.
En verdad, construiré al ser humano denominado Hombre.
Estará encargado del servicio de los dioses; que ellos puedan estar en paz.
En el Poema de Atrahasis, Enki continúa describiendo la fórmula "mística" de la creación del Hombre, y así como el texto mexica dice que «se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en seguida hicieron penitencia todos los dioses», en el texto sumerio se lee que tomaron la sangre de un dios, la mezclaron con arcilla y luego todos los demás dioses escupieron sobre ella:
Entonces, se inmolará un dios,
Antes de que los dioses sean purificados mediante la inmersión.
Con su carne y su sangre, Nintu mezclará la arcilla:
De este modo el dios y el hombre estarán asociados, reunidos en la arcilla,
¡Y, a partir de este momento, nosotros estaremos ociosos!
(…) Después de que Enki hubiese amasado esta arcilla,
Llamó a los Anunnaku, los grandes dioses,
Y a los Igigu convertidos, ellos también, en grandes dioses,
Que escupieron sobre la arcilla.
Todo este proceso estuvo a cargo de la diosa Nintu, así como en la tradición mexica quien se ocupó de moler los huesos y mezclarlos con la sangre de Quetzalcóhuatl fue Quilachtli/Cihuacóhuatl.
Cihuacóatl (en náhuatl: «mujer serpiente»; cihuatl, mujer; coatl, serpiente) en la mitología mexica es una diosa del nacimiento, patrona de los médicos, de los sangradores, de las parteras, de los cirujanos y de los que daban remedios para abortar, guía recolectora de las almas. También era llamada Quilaztli, Yaocíhuatl (mujer guerrera y amante de los guerreros), Tonatzin (nuestra madre) y Huitzilnicuatec (cabeza de colibrí).
Por su parte, Nintu («Dama del alumbramiento») es la diosa sumeria de la fertilidad, dadora de vida de dioses y del Hombre. También era llamada Ninhursag (Dama de las montañas sagradas), Ninmenna (Dama de la tiara), Ninmah (gran Dama), Belet-Ili (Dama de los dioses – en acadio) y Mammu o Mami, antecesora de «mamá».
El relato sumerio prosigue con el inicio de la «producción en masa» de humanos, y detalla la diferenciación de la materia prima (la arcilla) para hacer hombres y para hacer mujeres, de forma similar al texto mexica, que enuncia «estaban juntos de un lado los huesos de varón y también juntos de otro lado los huesos de mujer»:
Habiendo sido reunidas las matrices,
Ea amasa la arcilla ante la mirada de Nintu,
Quien repite la fórmula Que Ea, sentado ante ella, le dictaba.
Cuando ella terminó dicha fórmula, separa catorce pedazos de pasta,
Coloca siete a su derecha y los otros siete a su izquierda:
Después levanta entre ellos una pared de ladrillo.
[…] De las catorce matrices Reunidas por la sabia experta:
Siete produjeron machos y las otras siete hembras.
El mito de la creación del mundo y los cielos
En la mitología mexica, Quetzalcóatl y su hermano Tezcatlipoca dieron origen al mundo, pues en el principio de los tiempos sólo existía el océano primigenio y nada más. Tlaltecuhtli/Cipactli, el Monstruo de la Tierra, moraba en ese único mar. El mito dice que Tlaltecuhtli fue traída del cielo por los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, siendo una especie de pez-lagarto hembra llamado Cipactli. Era un caos venerado, un ente sagrado "llena de ojos y bocas con las que mordía como bestia salvaje".
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, dioses masculinos, se dijeron que era menester fundar la tierra, por lo que se transformaron en dos serpientes gigantes y de forma violenta la atacaron, asieron a la criatura por las extremidades y la estiraron hasta desgarrarla por la mitad. En otra versión de este mito, las deidades se introducen en el cuerpo de la diosa y la desgarran desde adentro, en una simbología más explícita de una violación.
De la mitad para abajo, su cuerpo se convirtió en el cielo, la parte masculina, y de la mitad hacia arriba se transformó en la tierra, el lado femenino. A esto se le conocía como el Tlalticpac, que los mexicas consideraban literalmente como la tierra, el lugar en el que vivían los seres humanos, animales y plantas.
El ultraje tan desgarrador y violento que se le hizo a la diosa Tlatecuhtli causó horror a los dioses viejos quienes decidieron, como para compensar el dolor de la diosa, que de su cabeza germinara todo lo bueno para que los seres humanos pudieran habitar en la tierra, así hicieron de sus cabellos, árboles y flores y yerbas; de su piel, yerba muy menuda y florecillas; de los ojos, pozos profundos y fuentes y pequeñas cuevas; de la boca, ríos y cavernas grandes; de la nariz, valles y montañas.
La pareja primigenia, Oxomóco y Cipactónal, a petición de Quetzalcóatl, inventaron asimismo la medición del tiempo y crearon el calendario en honor a Cipactli, cuyo primer mes de los dieciocho que lo conformaban, llevaba precisamente el nombre de este legendario animal. Desde entonces, el cocodrilo sagrado simboliza la Tierra flotando en las aguas primordiales; y sus enormes fauces son las puertas de entrada al Inframundo.
Tezcatlipoca, el Espejo Humeante – Señor de los Cielos y la Tierra, encarnación de la Muerte y la Noche – y Quetzalcóatl, "Serpiente Emplumada", eran dos de los hijos de Ometéotl, el dios creador del universo.
Ometeótl, es el dios de la dualidad, a la vez masculino y femenino, también llamado in Tonān 'nuestra madre', in Totah 'nuestro padre'. Reside en Ilhuicatl-Omeyocan (en náhuatl: 'el cielo donde está la dualidad') que, a su vez, ocupa el más alto lugar de los cielos. Suministra la energía cósmica universal de la que todas las cosas derivan, así como la continuidad de su existencia y sustento. Provee y mantiene el ritmo oscilante del universo, y le confiere a cada cosa su naturaleza particular. Es en virtud de estos atributos que se lo/la llama «El Uno Mediante Quien Todos Vivimos» y el/la que «es el verdadero ser de todas las cosas, preservándolas y nutriéndolas».
Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía, tanto que Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco, en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro. Ometéotl, engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe (Tezcatlipoca rojo), el segundo fue Tezcatlipoca (negro), el tercero fue Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y al cuarto le llamaron Huitzilopochtli (Tezcatlipoca azul o colibrí izquierdo).
Paralelismos de Cipactli/Tlaltecuhtli en otras culturas
De acuerdo con el mito mexica, Cipactli/Tlaltecuhtli es un monstruo marino que vivió en el océano después del cuarto diluvio, como una encarnación del caos que asolaba antes de su creación. Cipactli era una voraz, primitiva y monstruosa criatura marina, mitad cocodrilo y mitad pez que estaba siempre hambrienta. Su cuerpo esta dividido en dieciocho partes articuladas, cada una provista de una boca.
Dios de naturaleza dual, Cipactli/Tlaltecuhtli era un ser macho y hembra a la vez, y simboliza las contradicciones de la naturaleza: noche-día, maldad-bondad, odio-amor, fecundidad-muerte. Por ello podía ser llamado Cipactli, "lagarto" (aspecto femenino), o Tlaltecuhtli, "señor de la tierra" (en náhuatl: 'tlalli, tierra; tecuhtli, señor'). Aunque el nombre de la deidad es una forma masculina en la lengua náhuatl, la mayoría de las representaciones de Tlaltecuhtli exponen claramente las características femeninas, y se representa a menudo en la posición de parto característica de una mujer al dar a luz.
Paralelamente, en los textos bíblicos (en los libros de los profetas y los escritos ) existen diversas menciones que hacen referencia a un monstruo marino, la Gran Serpiente, llamado "Leviatán" ("Taninim" en hebreo):
Sal.74.13/14. Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. Magullaste las cabezas del leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto.
Isa.27.1. En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar.
Asimismo el libro apócrifo de Enoc menciona:
7. Ese día {el día del juicio del Señor} se harán salir separados dos monstruos, unos femenino y otro masculino. El monstruo femenino se llama Leviatán y habita en el fondo del mar sobre la fuente de las aguas.
Uno de los mitos fundamentales del hinduismo cuenta que, al principio de los tiempos, Vasuki era el Rey de los Naga (deidades serpientes), una gigantesca serpiente que fue utilizada para batir las profundidades del océano de leche (kshirodadhi), enroscada en el monte Mandara, para que así los devás (dioses) y a los asuras (demonios) pudieran extraer el amrita (el elixir de la inmortalidad).
En la mitología egipcia, Apofis era una gigantesca serpiente/cocodrilo que habitaba en las aguas del Nun (la primera sustancia abstracta, el elemento caótico que contiene el potencial de la vida, simbolizado como el «océano primordial» que ocupaba todo el universo). Indestructible y poderosa, Apofis era el símbolo del caos universal. Representaba a las fuerzas maléficas del Duat (o Amenti, era el inframundo) y su función era romper el orden cósmico («Maat»), interrumpiendo el recorrido nocturno de la barca solar de Ra. Apofis era hija de Neith, quien la crea a partir de un escupitajo que arroja a las aguas primordiales.
En la mitología babilónica, Tiamat («Ti» significa vida y «ama», madre) es la diosa del Caos y la Creación; una diosa-monstruo primitivo, un dragón hembra maléfico. Tiamat es el principio femenino, el mar, el agua salada, representación de las potencialidades del caos prístino. Al principio de los tiempos, antes de que el Cielo y la Tierra tuvieran nombre (es decir que no existían), sólo existían las aguas primordiales, el Apsu (el agua dulce) y Tiamat (el agua salada).
FUENTE: https://reydekish.com/2015/01/18/mexicas-aztecas/
Los Mexicas (llamados Aztecas en la historiografía tradicional) fueron un pueblo mesoamericano el cual condensó una rica tradición religiosa, política, cosmológica, astronómica, filosófica y artística, y una muy compleja mitología, producto de la evolución de otros pueblos de Mesoamérica a lo largo de muchos siglos. Como no podía ser de otra forma, los Mexicas eran… reydekish.com |
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