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miércoles, 8 de agosto de 2012

Adiós a un hábito sucio_Farewell to a dirty habit._by Prof. Kasturi


Sai Divine Reality 



Adiós a un hábito sucio .


Ahí va un refrán, "Old Habits Die Hard", es decir los hábitos existentes son difíciles de cambiar. Cuando Bhagavan está personalmente involucrado, el acto se convierte en instantáneo.


Lea acerca de cómo el profesor Kasturi desterró a su
"vicio" compañero a lo largo de décadas . Un episodio del relato autobiográfico del profesor, Amar a Dios.


Durante mi primera noche en Rishikesh, el sagrado punto junto al Ganges, logré una victoria que había estado persiguiendo por más de nueve agonizantes años. Debo admitir que me había convertido en una víctima del rapé durante mis años de estadía en la Real Ciudad de Mysore. La preparación de una variedad oscura de cápsulas que, al ser apretadas entre el pulgar y el índice, se volvían un aromático rapé para ser inhalado y disfrutado, constituía un arte que le era conocido sólo a unas pocas familias de allá. Era una adquisición aromática de la aristocracia. Mi amigo, el Swami Siddeswarananda, el poeta Puttappa y muchos otros de esa generación eran devotos de este excitante artilugio para despertar la mente. Ese vicio me llevó cogido de la nariz duante tres décadas. Cuando cedí ante el impacto de Baba, decidí, ;como en el caso de Simbad, echar por tierra al viejo que iba nontado sobre mí. Sin embargo, se aferró con firmeza. A menulo, cuando estaba al alcance de mis oídos, Baba hablaba severanente en contra del hábito, aunque, felizmente, sólo en términos generales. Hablaba en tono de menosprecio sobre algunas personas a las que yo conocía y condenaba la flaqueza que les impelía zafarse del sucio y polvoriento hábito del rapé. Me alegraba que no me hubiera puesto en la lista negra, nombrándome.  Cuando me sumé a la partida de Riskiquesh, me aparecí con una libra de peso del precioso material, comprado en Madras, como para poder olfatear a gusto en la región sin rapé.

Esa noche, Baba vino desde la cabaña en el complejo del Nshram que se le había asignado, hasta el dormitorio en donde yo, con otros cinco, nos estábamos preparando para descansar. Yo había hecho mi cama y disfrutaba de estirar mis miembros, cuando apareció Baba seguido de Satchidananda y Sadananda. Se acercó a mi catre y movió la almohada para dejar al descubierto la caja de rapé que descansaba cómodamente allí. Me estremecí de remordimiento. Recordé el ritual de siglos de antigüedad que observaban los hindúes al llegar a puntos de peregrinación: renuncian a uno de los hábitos que les son más queridos. Baba me miró severamente. Pronunció una sola palabra: "Sucio". Tomé la cajita y la lancé lejos en la densa noche. Apreté los dientes para sujetar mis sollozos. Hice un voto vehemente, tocando los pies de Baba: "¡No más, Swami! ¡Lo dejo de lado desde este momento!

Baba me dio una suave palmadita en el hombro, me agaché y saqué de debajo del catre mi maleta de cuero, tomé la lata con la libra del desagradable material y estaba por lanzarla hacia los arbustos de afuera, cuando dos renunciantes vestidos con túnicas ocres me la arrancaron de las manos. Dijeron (evidentemente no formaban parte del Ashram de Sivananda) que tenían que conseguir su provisión del "Jnana Choornam" (el Polvo que fomenta el Intelecto) desde Nueva Delhi, lo que quedaba muy lejos. Escuchando el ruido, Baba se volvió y se echó a reír. Satchidananda y Sadananda también se rieron. Desde entonces no he vuelto a inhalar ese veneno rajásico. ¡Era realmente lamentable que aquello que yo, un hombre de hogar, había lanzado al viento, hubiera sido recogido y capturado por esos sanyasins!


II Samasta Lokah Sukhino Bhavantu II '



- Tomado de:  http://theprasanthireporter.org/2012/08/farewell-to-a-dirty-habit/



OMSAIRAMMM...




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Farewell to a dirty habit.



There goes a saying, “Old Habits Die Hard” meaning existing habits are hard to change. When Bhagawan is personally involved, the act becomes instantaneous.


Read on how Prof Kasturi got rid off his dacades-long ‘vice’ companion. An episode from the Professor’s autobiographical account, Loving God.


On my first night at Rishikesh, the sacred spot on the Ganga, I gained a victory which had eluded me for over nine agonising years. I must admit that I had fallen a victim to snuff during my years at the Royal City of Mysore. The preparation of a dark variety of capsules which when pressed between thumb and index finger became flavourful snuff to be inhaled and enjoyed was an art known only to a few families there. It was an aristocratic aromatic acquisition. My friend Swami Siddeswarananda, the poet Puttapa and many others of that generation were devoted to that exciting device for mental arousal. For over three decades, that vice led me by the nose.


When I yielded to the impact of Baba, I decided, like Sindbad, to overthrow the old man who was riding on me. But he sat astride firmly. Baba often spoke sharply within my hearing on the habit. But luckily only in general terms. He spoke disparagingly about a few persons whom I knew, and condemned the weakness which prevented them from wriggling out of the dirty dusty snuff habit. I felt glad that he had not black-listed me, by name. When I joined the Rishikesh party I armed myself with a pound weight of the previous stuff bought at Madras, so that I could happily nose around the snuffless region.


That crucial night, Baba came over from the cottage in the Ashram complex which was allotted for His stay into the dormitory where I and five others were settling down for rest. I had prepared my bed and was enjoying the stretching of limbs, when Baba appeared, followed by Satchidananda and Sadananda. He came near my cot and turned the pillow over to expose the snuff-box cosily resting there. I shivered in remorse. I remembered the centuries old ritual, which Hindus observe when they reach pilgrim spots. They give up a habit that is dearly loved. Baba looked at me sternly. He said only one single Word, “Dirty”. I took the box and threw it far into the thick night. I clenched my teeth to lock my sobs in. I took an explosive vow, touching Baba’s Feet. ‘No more Swami! I am giving it up from this moment!”


Baba gave me a soft pat on the shoulder. I bent under the cot, dragged out my leather luggage box and took hold of the one pound tin of the disgusting stuff and was about to cast it into the bushy under-growth when two renunciants in ochre robes snatched it from my hands. They said (they were evidently, not a part of the Sivanandarsam) they were getting their supplies of the ‘Jnana Choornam” (the Powder that promotes the Intellect) from New Delhi, which was too far away.


Hearing the noise, Baba turned back and laughed. Satchidananda and Sadananda too laughed. I have not inhaled that rajasic poison since. It was indeed a pity that what I, a house-holder, threw to the winds was caught and treasured by those Sanyasins!


II Samasta Lokah Sukhino Bhavantu II'



- taken from:  http://theprasanthireporter.org/2012/08/farewell-to-a-dirty-habit/




OMSAIRAMMM...




OMSAIRAMMM...
CENTRO SAI HISPANO...


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