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lunes, 6 de febrero de 2012

Algunos alcances sobre la meditación_por el Dr. Benito Reyes .


SOBRE LA MEDITACIÓN
Tomado de una charla sobre el tema
del Dr. Benito Reyes


LA PERLA EXTRAVIADA 
El Emperador Amarillo salió a peregrinar
hacia el norte del Agua Roja,
hacia la montaña Kwan Lun. 
Miró  en torno suyo sobre el borde del mundo.
Camino a casa extravió su perla color de noche.
Envió  a la Ciencia en su busca, y nada logró.
Envió  al Análisis en su busca, y nada logró.
Envió  a la Lógica en su busca, y nada logró.
Entonces le preguntó a la Humildad,
y la Humildad la tenía. 
Dijo el Emperador Amarillo :
"En verdad es extraño,
la Humildad que no fuera enviada a buscar,
que no se esforzó  en encontrarla,
¡ tenía la perla color de noche !"
                                                Poema de Chang Tzu
                                          (traducido de la versión en inglés
                                          de Thomas Merton)
      Desde los tiempos más remotos de la historia humana, ya sea que el hombre habitara en cavernas, chozas, carpas, casas o palacios, no ha buscado sino una cosa de manera contínua, una sola : la felicidad.  Sus esfuerzos han sido consignados en fábulas, parábolas y mitos.  Incluso los cuentos de hadas de los tiempos modernos reflejan esa misma y al paracer interminable búsqueda de la integridad, la perfección, la juventud eterna, el matrimonio armonioso y la dicha sostenida.  De alguna manera, la mayoría de las leyendas, las historias clásicas y los relatos de la sabiduría popular, terminan en el punto en que ha sido encontrado el amor, en que la bruja mala ha sido vencida, en que el enemigo ha sido derrotado y se ha establecido el reinado del soberano justo, en que el dragón ha sido muerto y todo el mundo se apresta para un largo período de vida tranquila y feliz, en que reine ininterrumpidamente y para siempre, el amor.  Es muy raro el que finalicen en un momento en que predominen el dolor, la desesperación o el fracaso. 
      Estas historias no son sino reflejos de los eternos rasgos de la psiquis humana, la que fundamental y eternamente anhela la felicidad, la armonía serena y la paz. 
      El hombre moderno se ha constituido, en la práctica de su vida, en el más grande buscador de todos los tiempos tras las huellas de la felicidad y el bienestar.  Se ha esforzado incesantemente por convertir su vida en la Tierra en un agrado permanente y, no obstante, mientras mayor empeño pusiera en esta empresa, más ha fracasado en acercarse a su objetivo. 
      La vida del hombre inserto en la sociedad moderna se muestra como una paradoja increíble.  Sus esfuerzos le han dado la posibilidad de controlar la naturaleza, de superar enfermedades, de vivir con amplias comodidades físicas, lo han llevado a crear sistemas de seguro social que lo protegen en contra de la cesantía, la pérdida de ingresos, accidentes e incapacidades.  Podemos señalar empero, que pese a los magnos logros de la ciencia, de las organizaciones políticas y sociales, las facilidades de comunicación, entendimiento y educación, el hombre se las ha arreglado para sentirse más infeliz, más atormentado y más atemorizado que en ningún otro momento de la historia. 
      ¿En dónde es que ha fracasado la gran búsqueda, la gran aventura?  ¿Cómo puede ser posible que, pese a todos los avances científicos, el hombre haya fracasado en convertir a la Tierra en un paraíso y en hacer de su vida una aventura feliz? 
      De acuerdo a lo que descubrieran muchos hombres sabios, en diferentes épocas, el problema reside únicamente en una cosa : la búsqueda se orientó  en una dirección equivocada.  En los últimos siglos, el ser humano ha tratado de encontrar la felicidad persiguiendo la solución de los problemas de su ambiente y su entorno, incluyendo los sistemas socio-políticos y económicos en los que está inserto.  Sin embargo, los sabios de todos los tiempos han declarado repetidamente que la única vía hacia la felicidad humana se orienta en sentido contrario, hacia el yo más íntimo del hombre. 
      Si procedemos a analizar en profundidad los diferentes ingredientes de la felicidad, veremos que la mayor de las amenazas que enfrenta, tal como la conocemos, es el temor a perder algo.  Algunos ejemplos típicos de felicidad humana son : el casarse con el ser amado, el nacimiento de un niño, la creación de una obra de arte, la adquisición de posesiones y otros por el estilo.  No obstante, tan pronto como se haya alcanzado el objetivo, el hombre común es asaltado por el temor y la ansiedad de llegar a perder la relación o la situación anhelada o, también, el descubrir que ésto no era lo que ambicionara en un principio.  Se descubren rasgos inesperados en la persona amada o el tiempo borra el encanto de la relación.  El niño enferma o es víctima de un accidente o, a menudo causa tantas preocupaciones y problemas como alegrías.  La posición y la riqueza puede que se pierdan o se consideren insuficientes en comparación con las de otros. La obra de arte ya no se considera tan excelente o alguien con más talento logra la preeminencia. 
      Por otra parte, ¿qué sucedería si pudiera mantenerse indefinidamente una situación de perfecto equilibrio en la vida cotidiana?  A no dudar, surgiría un aburrimiento mortal que muy pronto destruiría este placer.  Porque la vida es un proceso y si cesara de sufrir cambios, quedaría destruido de inmediato su atractivo.  Entonces, ¿dónde y cómo se puede encontrar la felicidad, si el contínuo cambio de circunstancias representa una amenaza permanente? 
      ¿Cuál es entonces la paradoja fundamental?  Tal vez la respuesta se encuentre en el hecho que la felicidad no es algo que podamos tener, sino que más bien es algo que podemos ser.  En la actualidad hacemos equivaler la felicidad con cosas que pueden poseerse.  Marido o mujer, familia, riqueza, seguridad, posición social, títulos profesionales, son cosas que pueden obtenerse y mantenerse por ciertos períodos de tiempo, mas lo cierto es que todo lo que puede obtenerse, también se puede perder, y esto es válido tanto para la salud como para la vida misma.  Y es así que todo lo que pueda inscribirse en la categoría de tener, implicará siempre ansiedad e incertidumbre, ya que puede perderse tal como se obtuviera. 
      Por su parte el ser es algo que jamás puede perderse.  Las situaciones y las circunstancias cambian como los inestables patrones de los virus y los microbios en movimiento, vistos a través del microscopio.  Sin embargo, en medio de los cambios y los ajustes constantes, el ser jamás puede perderse.  De modo que si nos concentráramos en ser en lugar de tener, se abrirá a nuestra percepción un panorama nuevo y fascinante y la felicidad permanente no será ya un sueño imposible, fuera de nuestro alcance.  El ser es una condición tan básica y fundamental de nuestra calidad humana, que jamás podrá ser alterado ni cambiado por las circunstancias, ni siquiera por la muerte.   El ser es inalterable por siempre y, por ello, nada lo amaga y es eterno y profundamente satisfactorio en sí mismo.  El ser es la base misma de todo tipo de energía, materia y vida.  El ser es también la verdadera esencia de cada hombre y es por ello que se le denomina como 'ser humano.'  El llegar a descubrir nuestra propia 'calidad de ser' conlleva como resultante la eliminación de todo temor, antagonismo, inseguridad, discordia e infelicidad.  Cuando se ha alcanzado el ser, se logra la paz y se percibe la eternidad.  Lo finito resulta concebible únicamente cuando recordamos el pasado o especulamos sobre el futuro; el ser, en cambio, siempre es ahora y el ahora no tiene fin. 
      ¿Cómo es posble concebir el ser?  Mediante un sistema que se ha conocido desde siempre y que, habiendo estado siempre al alcance del hombre, no ha sido suficientemente practicado. 
      ¿Y cuál es este sistema que destruye ese deseo de tener, tan constante en nuestra psiquis? Podemos aplicar un sistema doble de análisis y de síntesis.  Mediante el análisis es posible examinar de manera contínua cada uno de nuestros deseos por poseer algo; y por 'poseer algo' no sólo nos referimos a objetos tangibles, sino también a los intangibles como fama, afecto, éxito y otros.  Un análisis así puede resultar fascinante.  Cuando el deseo portener comienza a manifestarse, podemos crearnos el hábito de cuestionarnos a nosotros mismos : "¿qué es lo que quiero tener y, vale realmente la pena? ¿Qué riesgos implica perseguir este deseo?  ¿Qué haré si pierdo lo que he conseguido?  ¿Cuánto me llevará recobrarme de la aflicción?" 
      Este sistema de análisis puede ser bastante efectivo en muchos casos, sin embargo, como en toda situación de negación por medio de la razón, exige un carácter muy fuerte y costumbres espartanas.  Debido a ello, no será fácil que todos lo hagan, ni será un método práctico en todo momento. 
      Por su lado el método que llamamos síntesis puede ser fácilmente adoptado por cualquiera que esté dispuesto a dedicar una a una y media horas al día a la búsqueda de una felicidad permanente e inalterable, a través de la percepción de la calidad de ser fundamental, subyacente en las siempre cambiantes circunstancias de la vida.  Algunos sistemas de filosofía llaman 'meditación' a este método de síntesis.  En lo fundamental, implica : 
      1.-   El reunir todos nuestros sentidos de percepción en un punto focal del cuerpo 
      2.-   El reunir nuestros conceptos y actividades mentales para conformar un instrumento tan
             aguzado como para traspasar la posesividad y llegar a la 'calidad de ser' 
      El éxito con este método le permitirá a cada cual descubrir, sin considerar condiciones o circunstancias, la mayor fuente de bendiciones que se encuentra permanentemente a nuestro alcance. 

Como Practicar la Meditación 

1. Regularidad : Como en el caso de cualquier destreza adquirida, uno de los requisitos es la regularidad en la práctica.  La pericia en cualquier campo del deporte, del arte o del conocimiento se alcanza únicamente mediante una práctica constante y regular.  La meditación no constituye una excepción a esta regla.  Debiera realizarse al menos dos veces al día, por un tiempo determinado, en un mismo lugar y a una misma hora. 

2. Lugar : Es conveniente determinar un lugar específico en nuestra casa para llevar a cabo nuestra práctica diaria.  Este lugar debiera ser lo más privado posible.  El ideal sería que, si la casa tuviera un tamaño adecuado, se pudiera utilizar una habitación separada y pequeña en los momentos determinados para este propósito.  Si ello no fuera posible, entonces se puede aislar al máximo algún ángulo de cualquier habitación, separándolo por medio de algún mueble, estante o biombo.  Es conveniente arreglar este rincón de meditación de manera que resulte lo más grato posible.  Habría que convertirlo en un espacio atractivo e inspirador, pero sin atiborrarlo de muchas cosas.  Para la práctica podemos utilizar ya sea una silla cómoda, un cojín grande o, simplemente sentarnos en el suelo sobre un tapiz o estera.  Frente a la silla o lo que hayamos elegido para sentarnos, colocaremos una pequeña mesa, contra el muro.  Sobre esta mesa o taburete, se colocará una vela o una lamparilla a parafina, puesto que utilizaremos una llama como instrumento para nuestra práctica.  Podemos poner también algún paño o tapete atractivo sobre este taburete y colocar algunas flores en un florero.  Cualquier cosa que resulte agradable a la vista puede servir para decorar nuestro rincón.  Tras la fuente de luz se puede colocar una foto o imagen de la figura Divina de la que sea devoto el practicante.  Algunas personas gustan también de prender incienso mientras meditan, sin embargo no es absolutamente necesario. 

3. Hora :  Los mejores momentos para meditar son las primeras horas de la mañana, cuando todo el mundo duerme aún y no hay actividad ni bullicio que interfieran con nuestra práctica.  Dependiendo del clima, las costumbres del país o el programa diario de la familia, la hora propicia se puede ubicar entre las 04:00 y las 07:00 horas de la mañana.  El horario del atardecer dependerá también de los hábitos y usos individuales : hay personas que prefieren el momento de la puesta del sol, otras el momento de retirarse a descansar.  El aspecto importante está en fijar un horario cotidiano para ambas prácticas y no cambiarlo por ningún motivo.  Si nos tocara estar de viaje o fuera de nuestro hogar y por lo tanto, lejos de nuestro sitio habitual de práctica, en todo caso podemos concentrarnos en dondequiera que estemos y tratar de evocar el estado de ánimo que nos embarga cuando meditamos en casa. 
      Para todos nosotros es algo natural el someternos a la práctica de una disciplina cuando perseguimos algún objetivo específico, como el bajar de peso por ejemplo, o el aprender a tocar algún instrumento.  Sin embargo, es muy común que al cabo del algunos días o semanas de práctica regular, cuando se ha enfriado algo nuestro entusiasmo inicial, comenzamos a inventar excusas para abandonar la práctica por un tiempo, uno o dos días quizás.  En general, esto marca el comienzo del fin de la empresa.  Si interrumpimos algunas veces de este modo la repetición regular del ejercicio, podemos estar seguros que, tarde o temprano, nos dominarán la flojera o la indiferencia, y tendremos otro esfuerzo más que se sumará a las demás buenas intenciones que guardamos archivadas.  No dejen que la meditación también pase a ser una víctima de una buena intención diluida en un carácter débil.  Estos intentos frustrados de disciplina no hacen sino endurecer los hábitos negativos que pueden conducir al incremento de la inflexibilidad y hacia la senilidad a medida que la edad avanza. 

4. Duración :  En un comienzo, son apropiados entre 10 y 15 minutos de meditación, siempre que se mantenga el esfuerzo durante ese período y que se logre un buen grado de concentración.  Resulta mejor practicar correctamente durante un período más corto que alargar el tiempo y dejar que la mente comience a vagar sin rumbo. Una vez que en la meditación se haya comenzado a lograr la dulce serenidad y la sensación de contento que nos trae, se puede proceder a alargar la práctica a unos 45 minutos cada vez. 

5. Postura :   La mejor postura que puede adoptarse para meditar, es la de sentarse con las piernas cruzadas en el suelo, sobre un tapiz o una manta doblada.  Si resultara posible, es bueno asumir la así llamada 'posición de loto', en la cual el pie derecho descansa sobre el muslo izquierdo y el pie izquierdo, sobre el muslo derecho.  Sin embargo, son muy pocos los que logran adoptar esta posición, si no la hubieran practicado desde la niñez.  De modo que lo mejor es recordar los puntos siguientes : 
      a.   No debe practicarse postura alguna que signifique un esfuerzo o que implique dolor, ya  que interferiría con la meditación al hacer que la concentración se desvíe hacia la  molestia del cuerpo; 
      b.    La postura durante la meditación debe ser de inmovilidad y de relajación, aunque nunca
      habrá  de relajarse uno tanto como para llegar a inducir sueño; 
      c.   La columna vertebral deberá estar perfectamente derecha, incluso aunque ello exija que el  practicante tenga que apoyarse contra el respaldo de una silla u otro objeto recto; 
      d.   Las manos se mantendrán relajadas sobre la parte alta de los muslos, con las palmas  vueltas hacia arriba, el dorso de la mano izquierda sobre la palma de la derecha y ambos  pulgares tocándose ligeramente; 
      e.   La vestimenta debiera ser liviana y cómoda, no ajustada al cuerpo, y adecuada a la  temperatura de la habitación; 

6. Preparación :  Antes de instalarnos habrá que velar por que todo esté pronto : la estera o la silla en el lugar adecuado, la llama encendida, los objetos en su lugar.  Es mejor no usar velas sueltas; en caso de no disponer de una lamparilla a parafina, es conveniente colocar la vela en un recipiente profundo de vidrio, como para que proteja la llama y recoja el goteo.  Las flores o arreglos de flores y ramas deben estar a distancia prudente de la llama.  La llama deberá quedar al nivel de nuestros ojos, ni más abajo ni más arriba, y deberá estar a una distancia de aproximadamente metro y medio de nosotros. 
      Usamos una llama, porque ella es un símbolo de luz.  La Luz es la esencia de nuestra 'calidad de ser'.  Luz también es sinónimo con Amor.  Debemos recordar que, esencialmente, somos Luz y   Amor, permanentes e invariables.  El objetivo de nuestra meditación es el de llegar a conocer esta verdad. 
      Para que nuestra meditación sea efectiva, nuestra mente debe encontrarse en un estado de calma y de recogimiento.  Lo primero que debemos hacer, si adherimos a algún tipo de creencia o de religión, es pronunciar una breve plegaria pidiendo inspiración y guía.  A continuación, respiraremos diez veces de la manera siguiente : inhalamos lentamente, pronunciando mentalmente la sílaba 'SO' y exhalamos pronunciando mentalmente la sílaba 'HAM'.  Esto se repite diez veces.  ['Soham' es una palabra o un mantra en sánscrito que significa : SO = Él o Aquello, y HAM = Yo soy]  Ahora debiéramos sentirnos serenos y dispuestos. 
      Ahora estamos listos para comenzar a mirar, tan fija y contínuamente como nos sea posible, la llama frente a nosotros. Esta actividad podrá tomar entre uno a dos minutos, dependiendo de nuestra capacidad de concentración o de visualización.  Nuestro objetivo es el de grabar la llama en nuestra mente, de preferencia en la región del entrecejo. 
      Podemos tratar de pintar la llama, o de imaginar que la estamos fotografiando o imprimiendo en nuestra mente.  Pueden intentarse diferentes sistemas para asegurar que, una vez que cerremos los ojos, la imagen de la llama permanezca firmemente impresa en nuestra mente.  Eventualmente, ya no mantendremos la llama frente a nuestra visión interna, sino que la haremos recorrer por dentro todo nuestro cuerpo. 

Técnica de la Meditación 
      
Cerrando nuestros ojos y con la llama firmemente impresa en nuestra mente, podemos hacerla bajar ahora, lentamente, hacia la región de nuestro corazón.  Podemos imaginar o concebir una flor en esa región.  Esta flor puede ser un loto o una rosa.  En un comienzo, esta flor será un botón apretado, mas a medida que llevemos la luz hacia él, empezará a hincharse y a abrir sus pétalos, e incluso esparcirá su aroma.  Concentraremos todas nuestras facultades en la floración de ese capullo, hasta que lo veamos totalmente abierto.  Ahora podemos proceder a colocar la llama en el centro de la flor. 
      Empezaremos ahora, muy lentamente, centrando toda nuestra atención en la tarea, a elevar la llama hasta que toque nuestra lengua.  Una vez que la lengua esté bañada en su luz, repetiremos mentalmente : "Ahora que esta sagrada luz ha tocado mi lengua, nunca la usaré para proferir mentiras, falsedades, chismes, críticas, sarcasmos ni insultos.  Hablaré sólo con dulzura, bondad, amor y sobre ideas constructivas."  Y, al mismo tiempo, tomaremos la firme determinación de hacerlo
realmente. 
      Una vez que se haya purificado así la lengua, podemos llevar lentamente la llama hasta nuestras orejas y dividirla en dos más pequeñas que las bañen de luz por dentro.  Mientras nos concentramos en esta tarea, podemos decir mentalmnte : "Ahora que esta sagrada luz ha bañado mi oído, nunca escucharé malas palabras, ni insultos, ni conversaciones salaces, ni chismes ni críticas respecto de ningún ser humano.  Sólo escucharé palabras dulces, constructivas, ideas sacras, conversaciones inspiradoras, palabras de amor y de elogio." 
      Ahora estaremos listos para llevar la llama, aún dividida, hasta nuestros ojos, para que también reciban su gloriosa luz. Y mientras los iluminamos con ella, podemos pensar : "Estos ojos que han sido purificados con esta sagrada luz, nunca más mirarán la fealdad, la impureza, el mal cine, escenas malsanas, ni serán testigos indiferentes del sufrimiento de cualquier ser viviente.  Estos ojos no verán sino el bien, el amor y la armonía, y si vieran algo diferente, serán utilizados para ayudar a remediar la situación que aflija al otro."  Una vez que los ojos hayan sido así purificados, podremos proceder a unificar ambas llamas en una sola para llevarla ahora hacia la parte alta de nuestra cabeza, el asiento de nuestras ideas, pensamientos y actividad mental.  Dejaremos que la llama inunde de luz toda nuestra cabeza, hasta que se vea brillante y clara, y pensemos : "Ahora que esta luz ha iluminado mi cerebro, mi mente, mis pensamientos e ideas, esta cabeza no se enfrascará nunca más en pensamientos depresivos o negativos, de venganza, celos, odio, codicia ni envidia.  Surgirán en ella únicamente positivos pensamientos de amor, de ayuda a otros, de aliviar pesares, dificultades, dolores o sufrimientos de cualquier ser viviente."  
      Una vez que hayamos establecido firmemente esta idea, podemos proceder nuevamente a dividir la llama en dos y llevar su luz hacia nuestras manos.  Mientras lo hacemos, podemos ir tomando la siguiente resolución : "Estas manos que han sido bañadas por esta sagrada luz, nunca más se ocuparán en acciones equivocadas, ni causarán daño, dolor o sufrimiento a otros.  De ahora en adelante, estarán plenamente ocupadas en actividades benéficas y de servicio desinteresado para el bienestar y provecho de otros, sin esperar retribución ni recompensa."  Al imprimir estos pensamientos en nuestra mente, debemos tomar la determinación de ponerlos verdaderamente en práctica. 
      Estamos listos ahora para llevar la llama, aún dividida, hacia nuestros pies.  Bajará lentamente por nuestras piernas, irradiando su luz durante el recorrido y llegará a bañar nuestros pies hasta que estén iluminados y calientes.  En este momento podemos decirnos a nosotros mismos : "Ahora que esta sagrada luz ha bañado mis pies, nunca más los dejaré recorrer sendas equivocadas o dudosas.  Nunca llevarán este cuerpo hacia lugares impuros o hacia actividades erróneas.  Estos pies llevarán al cuerpo sólo hacia lugares en que se reuna gente buena y amable, en donde se haga el bien y se actúe con pureza, hacia allí en donde la gente se ocupe en ayudarse mutuamente y se empeñe en darle a la vida un mejor y más profundo sentido." 
      Una vez más quedamos listos para llevar con lentitud la llama hasta la flor que se ha abierto en la región de nuestro corazón.  Ponemos la llama allí, usando la flor como base.  De aquí en adelante nos concentraremos en dejar que su resplandor irradie más allá de los límites de nuestro cuerpo físico, hacia otros seres humanos.  Literalmente, nos imaginamos a las personas, una tras otra, bañadas de la cabeza a los pies en la luz que irradia ahora desde la flor.  Inicialmente, podemos practicar esto con los miembros más cercanos a nosotros de nuestra familia.  A medida que se acreciente nuestra capacidad de irradiar luz y de entibiar e iluminar a otros, podemos extender la luz hacia otros parientes, amigos, vecinos y conocidos. 
      Una vez que logremos pleno éxito hasta este punto, podemos seguir adelante extendiendo la luz hacia personas a las que hasta ahora hayamos considerado neutral o indiferentemente, y luego hacia personas que hayamos considerado como antagonistas.  Nos concentraremos en ellas y las bañaremos en Luz y Amor.  Finalmente, cuando hayamos aprendido a hacer esto con eficiencia y experimentemos la alegría que produce, proseguiremos imaginando a nuestro vecindario, nuestra ciudad, nuestro país y luego a todo el mundo de innumerables, hombres y mujeres, y demás seres vivientes, desconocidos para nosotros, mas aún bañados así en la luz que emana del centro de nuestro sagrado corazón. 
      Una vez que hayamos completado esta limpieza o baño de nuestro ser interno, podemos proceder a apagar lentamente la llama y permanecer quietos por unos momentos antes de abrir los ojos.  Cuando estemos listos para levantarnos, haremos que muy paulatinamente vuelvan a normalizarse nuestros miembros y mente, sin alterar la paz interna que hemos logrado.  Para completar nuestra práctica, nos inclinaremos ante la llama, la apagaremos y retornaremos a nuestras actividades habituales. 

Algunas Prácticas Complementarias 
  
Las siguientes sugerencias represenetan una buena práctica auxiliar para permitirnos alcanzar esta 'calidad de ser' latente en cada uno.  Estas prácticas también representan un efectivo remedio contra la ansiedad, el miedo, el dolor, los pensamientos erráticos y otras dolencias de nuestra  condición humana actual. 
      Cada vez que estemos haciendo algo que no requiera de nuestra plena atención o de nuestra concentración (como por ejemplo, esperar locomoción, conducir por calles despejadas, lavar la loza etc.) podemos hacer lo siguiente. 
      Podemos imaginar que tenemos un trozo de carbón en la región del corazón.  Queremos encenderlo, de modo que comenzamos a soplar sobre él con nuestra respiración.  Inhalamos y, al exhalar, dirigimos el aire hacia el trozo de carbón para "soplarlo" y hacer que se encienda.  Si esta práctica se repite con perseverancia, podemos llegar a lograr una vívida percepción, casi tangible, de una brasa en la región cordial.  Esta brasa, una vez que arda parejamente, nos dará una paz y un calor interior que resulta difícil de imaginar o de describir.   Debe ser experimentado.  Esta práctica será una gran ayuda para nuestra meditación regular en la llama. 
      El desarrollar la ecuanimidad en nuestra vida cotidiana también representa un gran apoyo para nuestra búsqueda de la 'calidad de ser'.  Cada vez que nos sintamos alterados por algo que suceda, resulta de gran ayuda el decirnos a nosotros mismos : "Todo es para mejor".  En un comienzo puede que esto no refleje una convicción interna, mas con la repetición constante y con el creciente entendimiento espiritual, esta convicción se va desarrollando. 
      Otra buena práctica es decir que "sí" a todo lo que se nos presente en la vida cotidiana.  Podemos repetir mentalmente "sí, sí" cada vez que algo nos parezca desagradable, en lugar de tratar de evitarlo, lo cual resulta de todos modos imposible a veces. 
      Debemos recordar que, a largo plazo, estas prácticas no sólo confieren paz mental, equilibrio y felicidad serena, sino también mejoran gradualmente la salud física, aumentan la energía y la capacidad de trabajo, tanto como la claridad de pensamiento y la eficiencia del actuar.
oo—oo—oo—oo—oo—oo—oo 
Traducción de Herta Pfeifer
Santiago

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