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domingo, 11 de agosto de 2024

El GITA UN TORRENTE DE SABIDURÍA - CAPÍTULO VI

 

El GITA

UN TORRENTE DE SABIDURÍA

DIVINO DISCURSO

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayam

CAPÍTULO VI

En diecisiete versos, del cincuenta y seis al setenta y dos, Krishna describe, en el capítulo segundo, las características de la sabiduría firme (sthithaprajña) y la excelencia de ese estado. Luego, diciendo que Él mismo había establecido el Yoga del Conocimiento para los que indagan en el conocimiento de los objetos materiales (sankhyas) y el Yoga de la Acción para los yoguis como medios de obtener la Liberación, habló de la importancia del karma (efecto de acciones pasadas en esta o en previas vidas).

Todo el mundo tiene que inclinarse ante las demandas de la naturaleza y ocuparse de algún karma (trabajo, actividad), es inevitable. Por tanto, Krishna dijo: Asume el karma que te corresponde (karthaya-karma). El ocuparse de algún karma es preferible a no ocuparse de nada. Si desistes del karma (actividad prescrita para cada etapa de la vida), la tarea de vivir se torna difícil o, mejor dicho, imposible.

"Las acciones (karmas) que no atan a las consecuencias se llaman sacrificios (yajna). Todas las demás producen esclavitud. Por lo tanto, oh, Arjuna, abandona todo apego y ocúpate de actos que puedan considerarse como si cada uno fuera una ofrenda, un sacrificio dedicado al Señor." Krishna enseñó a Arjuna los orígenes del karma, las raíces de donde nace y crece la compulsión de cumplir con el karma; los explicó con tanta claridad que el corazón de Arjuna quedó realmente persuadido y templado. Los Vedas emanaron de Dios; los karmas emanaron de los Vedas; en el karma se originó el sacrificio (yajna); del sacrificio (yajna) nació la lluvia; con la lluvia se produjo el alimento y del alimento vinieron todos los seres vivientes. Este es el ciclo que debe ser aceptado y respetado.

Considera esto, oh, Arjuna. Yo no tengo necesidad de asumir ningún karma; no, en ninguna parte de los tres mundos. No tengo ninguna compulsión. Sin embargo, estoy siempre ocupado en el karma. Piensa en esto. Si Yo desistiera de esta tarea, el mundo dejaría de existir. Ten fe ciega en el Atma; luego dedica todos tus actos a Mí, sin deseo alguno de gozar de su fruto, sin egoísmo y sin sentido de posesión ni orgullo entra al combate, dijo Krishna.

Si la rueda de la Creación ha de girar con suavidad, cada uno debe seguir realizando su karma. Nadie, quienquiera que sea, puede librarse de esta obligación. Aun aquel que ha alcanzado el Conocimiento (Jñana) más elevado tiene que observar esta regla. El comer y el beber, la aspiración y espiración del aliento también son hechos que corresponden al karma. ¿Quién puede existir sin que estas funciones se lleven a cabo?

Tú obtienes beneficios del mundo y de la comunidad en que vives y, por tanto, les debes alguna retribución. Este Universo es en realidad como un enorme taller, cada ser humano es un miembro de esa organización. A este miembro se le asigna una tarea según sus propias capacidades y deberá encontrar satisfacción en el desempeño de ese particular trabajo. Cualquier trabajo que a uno se le asigne, tiene que hacerlo como una ofrenda a Dios. No hay una sola cosa en todo el Universo que no participe en esta gran tarea.

Planta e insecto, roca y tronco, viento y lluvia, calor y frío; si cada uno de éstos no trabajara de acuerdo con el plan, el mundo no podría subsistir. El Sol y la Luna prosiguen con sus tareas rutinarias; el viento y el fuego tienen que desempeñar sus deberes sin demora. Si la Tierra y el Sol rehusaran cumplir con la tarea que tienen encomendada ¿Qué pasaría con el mundo? De manera que no hay nadie que esté sin karma ¡que esté aún en posesión de un cuerpo! Es solamente cuando cada uno desempeñe su tarea, sin fallar y con cuidado, que la rueda se moverá rápida y suavemente.

Te preguntarás por qué los sabios todavía tienen que practicar el karma, no solamente tú, sino muchos otros podrían preocuparse por este interrogante. Pues bien, la gente generalmente sigue el ideal fijado por quienes están en niveles superiores. Sus actos constituyen la base del Dharma (los dictados de Dios) para todos. Si los sabios (jñanis), conocedores de Dios, estuvieran inactivos, ¿cómo habrían de salvarse los mortales comunes? No tendrían guía y se perderían en los caminos fáciles del placer sensorial. El deber de los sabios es fomentar la Rectitud y practicarla frente a los demás para que éstos también, se inclinen a seguir el ejemplo atraídos por la esperanza de volverse tan alegres y felices como aquéllos. Los sabios tienen que hacer y ver que se haga, mostrando, de manera que el resto pueda ser persuadido para seguir el ejemplo dado por ellos.

¡Arjuna! ¡Presta atención tan sólo a este hecho! ¿Qué temperatura tiene tu cuerpo ahora? Debe de tener alrededor de treinta y siete grados, ¿cómo sucedió? Debido a que el Sol posee una temperatura muchos millones de veces mayor a pesar de su distancia, ¿no es así? Ahora, si el Sol dijera que ya no soporta todo ese fuego y se enfriara, ¿qué pasaría con la humanidad? Por otro lado, si Yo desistiera del karma, de este vasto trabajar en el Universo y a través de él, ¿imaginas cuál sería su sino? Esa es la razón por la cual me dedico al karma. Recuerda. no porque Yo derive alguna utilidad de ello.

Todos en este mundo están obligados a seguir las reglas del karma. Pero la gente está generalmente tan hundida en la ignorancia, que no se da cuenta de su propio estado moral o intelectual, ni de los secretos del karma. Podría salvarse con sólo inspirarse en el ejemplo de los grandes. Por lo que el sabio (jñani) tiene que ocuparse en alguna actividad; tiene que desechar la pereza y el engaño que caracteriza a los hombres comunes. Así es que todos tienen que obedecer la regla del karma, sin desviarse de ella en manera alguna.

¿Acaso el aeroplano se mantiene allá arriba rechazando a la tierra que dejó acá abajo? Quienes han obtenido el derecho de viajar en él, ¡no pueden volar para abordarlo! Por eso el aparato para recoger a sus pasajeros, tiene que descender al lugar donde estén reunidos por un arreglo previo, y luego elevarse con ellos hacia el cielo. Así también, aunque el sabio (jñani) no tenga ningún deseo de practicar karma, desciende a la región del mismo karma y ayuda a quienes de otra manera, no utilizarían apropiadamente su talento. Aun grandes personajes como Janaka llevaron a cabo karmas dhármicos (Acciones Rectas) con este propósito; Asvapathi también hizo lo mismo, para salvar a los demás de su propia ociosidad o maldad.

Luego, en respuesta a otra pregunta de Arjuna, Krishna dijo: El deseo es la causa básica de todo mal y aquí abundó sobre su naturaleza, su causa y su curación. Aquel que está limitado por la falsa idea de que sólo es un cuerpo y nada más, no podrá conquistar al karma; tiene que adquirir la conciencia de que es sólo Brahman (Dios) y nada menos. Todos los actos deben dedicarse al Señor. El Universo debe ser identificado con la Forma de Vishnu, el Trascendente Universal.

En este capítulo, tres temas importantes han quedado aclarados:

1)  Todos tienen que hacer el karma, pues si no fuera así, el mundo desaparece.

2)  El karma de los grandes es el ideal al que los demás deben aspirar.

3)  Casi todo en el mundo está sujeto a la obligación del karma.

Krishna, de la manera más amena, hizo que Arjuna se empapara de estas enseñanzas y no satisfecho con eso, le dijo que el Conocimiento es la meta final y la recompensa del karma, el tesoro que se obtiene a través de los esfuerzos del hombre para purificar su mente y obtener la Gracia de Dios. El Conocimiento no tan sólo otorga Bienaventuranza, sino que es en sí mismo el asiento de la Bienaventuranza. Así fue como lo inició en el Sendero del Conocimiento.

Con este tema continúa hasta el quinto capítulo. El Yoga del Conocimiento brilla como una preciosa joya entre las demás enseñanzas del Bhagavad Gita. Krishna declaró: No se conoce aquí nada tan sagrado como el Conocimiento (Jñana). Y más adelante, en el séptimo capítulo, añade: Yo considero que el sabio, conocedor de Dios es como Yo mismo. La excelencia del Yoga del Conocimiento ha sido señalada en forma similar en muchos otros pasajes del Gita.

Por lo que el Yoga del Conocimiento se considera la más fructífera de las prácticas espirituales. Todos los Sastras (Códigos Morales) encuentran su plena realización sólo en el Conocimiento. La meditación (dhyana) es sólo la contemplación de la propia forma del Conocimiento (jñanasvarupa), que es la verdadera naturaleza del ser. Todos están en ti y tú estás en todos.

Tienes que fijar esta convicción en tu conciencia mediante análisis, discernimiento y exploración intelectual. Tienes que aislar y desechar de la conciencia las impresiones de los sentidos, la mente y la inteligencia, pues no tienen nada que hacer con el Atma, que es lo que tú en realidad eres. El Atma no puede verse afectada por ningún sujeto u objeto. Aun si los sentidos, la mente y la inteligencia permanecen inactivos, esa inactividad ¡no afectará al Atma! Conocer al Atma como una entidad tal, invulnerable e independiente, es el secreto del Conocimiento.

Cada acto que ejecutes debe tener este Conocimiento como trasfondo. Esa conciencia del Atma te guiará en dos direcciones: al interior y al exterior; al sendero centrífugo (pravritti marga) y al sendero centrípeto (nivritti marga) y no se opondrá a la acción, sino que la llenará de significado y propósitos; acrecentará la fe y la moralidad y llevará al hombre al reino de la salvación por el camino del karma sin deseo (niskhama karma), de la renuncia al fruto de la acción, pero no a la acción misma.

El Conocimiento es el camino directo para lograr la Liberación. Por tanto, se dice que es sagrado sin comparación y naturalmente de esto se infiere que la ignorancia es, sin duda, lo más despreciable. Ve lo universal en lo particular y lo particular en lo universal, ésa es la esencia del Conocimiento, dijo Krishna. Todos los campos de actividad (kshethras) reconocen un solo lugar como el principio consciente (kshethrajña). Y ¿cuál es? El Atma, es decir, ¡tú mismo, tu propio ser! Aprende esto y te volverás un sabio (jñani). Así que date cuenta de que el Alma es el Alma Suprema (Paramatma), es la forma de conocer (vijñana).

Krishna, que es Omnisciente, empezó a enseñar este Yoga a Arjuna con el fin de disipar cualquier duda de su mente. ¡Arjuna! Yo enseñé este sagrado Yoga del Conocimiento a Surya (el Dios del Sol, padre del tiempo). Después fue pasando de una generación a otra hasta llegar a Manú (un Señor del Universo) y a Ikshwaku (hijo de Manú) y de éstos lo aprendieron los sabios reales (rajarshis). Luego se perdió para desgracia del mundo. Ese Yoga, por siempre existente, tenía que restituirse al mundo y por eso tuve que venir.

¡No dejarán de notar la discrepancia entre la descripción del Yoga como algo que siempre ha existido y la declaración de que se había perdido! Por supuesto, la aseveración no se hizo sin pensar. ¡Decir que lo indestructible fue destruido! Se llama indestructible (avyaya) por dos razones. Su origen está en los Vedas, que están exentos de deterioro. Su consecuencia es la Liberación (Moksha) que también está libre de deterioro.

Este Yoga, debido al paso del tiempo, al descuido y al desuso fue olvidado. Es decir, desapareció, se perdió de vista, declinó. La expresión anterior significa eso exactamente. Traerlo a la vida significa volver a usarlo, ¡no crearlo desde un principio! Perdido de vista es el sentido en que la palabra "destruido" suele usarse de una manera general. Así es cómo debe interpretarse, pues el Señor nunca idearía una cosa susceptible de ser destruida.

La mención de Surya también merece consideración. Los moradores de la India (Bharat) están vinculados estrechamente con el Sol como deidad. Los héroes de Bharat (la tierra que tiene apego al Señor), los guerreros, desde un principio sintieron inclinación por Surya. Y aun para hombres y mujeres comunes, Surya (el Sol) es tan sagrado que ha sido elevado a la categoría de gran gurú (maestro espiritual). Las Escrituras Sagradas y leyendas de la India no han atribuido a ninguna deidad una jerarquía de tal altura.

Es una categoría altísima la que ocupa Surya, pues para todo el mundo el Sol es la manifestación visible del Señor. Y el Sol es la medida del tiempo. Surya es el Padre del Tiempo (Kala), como lo declaran los Sastras. El Sol marca y regula el número de años que cada uno vive; el Sol resta cada día una fracción de tiempo a la porción que nos fue asignada. De manera que el Sol es el árbitro supremo, el forjador del destino del hombre. Querámoslo o no, cada acto nuestro se ejecuta bajo Sus auspicios y a Él va dedicado.

Sobre todo, ¡consideren el servicio que el Sol brinda al mundo! Eso forma parte de la experiencia diaria de cada uno y todos son testigos de ello. El Sol es la fuente de toda vida, vegetal o animal que aliente en este planeta que, sin sus rayos, sería un desierto desolado. El hace que se evaporen las aguas de los mares y de los lagos, para formar las nubes que después se precipitan en forma de lluvia sobre las siembras. Él es el dios del deber (dharmadevatha), que disemina Sus rayos según corresponde a cada uno.

Surya es el gran renunciante, nunca igualado en su renuncia. Es el gran yogui que no piensa ni un segundo en su propia gloria o reposo; cumple con su deber sin preocuparse de la recompensa. Es humilde y constante en su trabajo. El servicio que rinde es algo que nadie más podría hacer. La felicidad que confiere es algo que nadie más podría conferir. Pero no espera reconocimiento alguno. Se desplaza por las alturas sin ocuparse de las consecuencias de su vigorosa y benéfica misión.

Imaginen la paciencia con la que el Sol soporta todo ese calor extremo por el bien del mundo y de la humanidad. Él es quien mantiene tibio y cómodo al cuerpo humano. Este cuerpo material está lleno de energía y de inteligencia gracias a esa energía solar que absorbe. Si el Sol se quedara ocioso por un momento, el mundo se consumiría en llamas. En cambio, Él está nutriendo constantemente al mundo en la forma conveniente. Lo considera como su misión, como su objetivo y no como su servicio.

Sólo en el karma, que es la naturaleza misma de ustedes, podrán encontrar fortaleza, pero si lo toman como un deber impuesto tendrán dificultad para soportar los problemas y las fatigas que se les presenten. El karma impuesto se llama asahajakarma y el karma que es la expresión del propio ser auténtico es sahajakarma. Ahora bien, el sahajakarma (expresión del propio ser) será liviano y el asahajakarma (impuesto) siempre será una carga. El asahajakarma inducirá al orgullo o al sentimiento de que 'yo soy el hacedor'; y su resultado será el agotamiento o el júbilo, el disgusto o el orgullo.

Piensen en esto: cuando un hombre está sano nadie inquiere por su salud. Pero si es atacado por la enfermedad o por una pena, entonces querrán saber el porqué de su mal y ansiosamente lo bombardearán con preguntas. ¿Por qué esta ansiedad? Porque el hombre debería estar fundamentalmente feliz y sano. Su naturaleza es la alegría; ésa es su propia condición natural (sahajasvabhava). De ahí que cuando está feliz y saludable, nadie se sor­prenda ni se preocupe. En cambio, el pesar y el sufrimiento son extraños a su naturaleza; son la consecuencia de algún error que cometió y que ha avasallado su naturaleza. Por eso la gente se preocupa y quiere saber cómo cayó en tal error.

El Sol nos está enseñando que cuando se es uno mismo, no hay ni agotamiento ni júbilo ni enfado ni orgullo. La tarea de Surya no es algo que le haya sido impuesto desde afuera y que haya aceptado por compulsión. Por lo que la lleva a cabo sistemática y rítmicamente. Él también está exhortando así a la humanidad a usar plena y fructíferamente el tiempo que marca y asigna, no sólo para vivir cómodamente y con seguridad, sino para vivir una vida moral y elevada, digna del destino del hombre. Ahora pueden darse cuenta de por qué el Señor enseñó el Gita primero al Sol. Porque es el gran karmayogui, el gran yogui de la acción que no busca ni desea sus frutos.

Krishna enseña ahora este indestructible Gita a Arjuna, el representante del hombre en la encrucijada de la vida; y lo escogió a él porque tiene las mismas excelencias que el Sol ¿no es así? Reflexionen sobre esto por un momento. Si Arjuna no fuese un receptáculo lleno de tales virtudes y esplendor, Krishna no hubiera decidido utilizarlo para recibir las enseñanzas del Gita. El Señor no hace dádivas a los que no las merecen. Arjuna tenía las cualidades que se necesitaban para recibir esa enseñanza, y por eso fue escogido.

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