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miércoles, 31 de julio de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO IV. INDAGACIÓN INTERIOR. EL CAMINO DE LA SABIDURÍA

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO IV. INDAGACIÓN INTERIOR. EL CAMINO DE LA SABIDURÍA

La meditación es la práctica asidua e ininterrumpida de contemplar a Dios. Ésta es la acción espiritual más importante que enseña el Gita. Pensar en Dios de vez en cuando no es meditar. Meditar es pensar en Dios todo el tiempo, bajo cualquier circunstancia, haciendo de ello un proceso incesante, continuo.

Encarnaciones del Amor:

Recordar a Dios en todo momento es el método que los mantiene volcados hacia su interior, unidos al Dios interno. Es a esto que llamamos meditación. Las prácticas que realizan periódicamente son ejercicios de concentración. Dichos ejercicios se enfocan en un objeto y están asociados a un lugar ya horario determinados. En cambio la auténtica meditación es continua. No tiene que ver con ningún objeto ni fenómeno, y se extiende más allá de un lugar y horario particulares. Por consiguiente, la descripción de la meditación en el Gita rebasa cualquier otro tipo de ejercicio que se realice periódicamente.

Existe sin embargo una práctica espiritual superior a la meditación. La máxima práctica es el desarrollo de la sabiduría. La sabiduría se deriva de la indagación interior y consiste en hurgar en la naturaleza profunda de las cosas. Si indagan con fe, se acercarán poco a poco al estado de paz y dicha suprema. Es la meta por excelencia de la vida humana, misma que un día toda la humanidad alcanzará.

Las tres etapas del camino de la sabiduría

Para alcanzar el estado de paz interior, comiencen por indagar lo que yace en el fondo de cada cosa. La indagación interior es la primera etapa del camino de la sabiduría. Más tarde deberán utilizar la profunda visión que han adquirido, aplicando la enseñanza espiritual en cada minúsculo aspecto de la vida. Esta sería la segunda etapa. Si continúan su práctica con determinación, en su momento alcanzarán la realización y podrán disfrutar de dicha eterna. Tal sería la tercera y última etapa del camino de la sabiduría.

La primera etapa se puede comparar al tiempo de estudiantes. Como estudiantes y buscadores espirituales están activos adquiriendo conocimiento. En esta etapa indagan las causas de todo lo que ocurre en el universo. Se empeñan en desentrañar el significado profundo de aseveraciones como: 'Yo soy eso', donde 'eso' se refiere al eterno principio que llamamos Dios; y 'Yo' hace referencia al ser inmortal, la realidad de cada ser. En la primera etapa intentan desentrañar la afirmación de que su Yo supremo y Dios son uno y el mismo, y buscan la unidad como trasfondo de todas las cosas.

Así, comienzan por buscar la unidad que subyace a todo lo existente. Una vez conscientes de ello, aplican esta gran verdad en cada una de las actividades que realizan. La segunda etapa puede compararse al periodo en que ejercen libremente su profesión. Si no se recibieron con calificaciones sobresalientes, no logran adquirir un estatus alto. Por eso en la primera etapa se dedican a adquirir una buena educación y a acumular conocimiento para, más adelante llevarlo a la práctica en su trabajo. La tercera etapa puede equipararse a la última parte de la vida, cuando se jubilan y dejan de trabajar.

Reciben su pensión sólo después de completar cierto periodo de trabajo activo. Para empezar, no inician su vida de trabajo hasta después de completar su educación y adquirir un título. Esas son las tres etapas: la primera, cuando son estudiantes; la segunda, cuando ejercen su profesión, y la tercera y última, cuando se jubilan.

De manera semejante, en el camino de la sabiduría, comienzan como buscadores; después se vuelven practicantes, y finalmente llegan a ser iluminados. En dicha etapa, disfrutan de paz mental, pues toman conciencia de la unidad que subyace a la creación.

Para que su paz y dicha interior sean permanentes, primero tienen que pasar por la etapa de la indagación y eliminar todos sus apegos mundanos. Hoy en día, los que se llaman a sí mismos buscadores espirituales están en el apego; y sólo después intentan pasar a la etapa de la indagación. Se llaman uno a otro de 'hermanos' y aspiran a vivir la unidad, mientras al mismo tiempo continúan atándose a nuevos apegos. A lo mucho, pueden ser considerados devotos de medio tiempo. El Gita no consiente la devoción de medio tiempo; nos enseña a rendirnos totalmente, ofreciendo todo lo que tenemos y somos a Dios.

Dios es amo del tiempo

Para poder entregarse completamente deben de tomar conciencia del tiempo y cómo ejerce su poder cambiante sobre todas las cosas. Mas no tiene poder alguno sobre Dios, su amo. La divinidad no está supeditada al tiempo, ni existe bajo su influjo, antes mantiene el tiempo en su control. El único que está sujeto al tiempo es el ser humano. El que trasciende el tiempo es Dios. Mortal es el hombre; inmortal es Dios. Cuando se refugien en la divinidad, trascenderán el tiempo. El tiempo va consumiendo al hombre, en tanto que Dios consume el tiempo. Del tiempo depende el progreso o declive del hombre, a lo largo del cual éste se eleva hacia el bien o se hunde en el mal, con base en su merecimiento o demérito acumulado. De ahí que las antiguas escrituras recen lo siguiente:

Oh, Dios, eres la encarnación del tiempo. Ayúdame a santificar mi vida y a transcurrir mi tiempo pensando en ti, para aspirar con certeza a alcanzar tus pies de loto.

 

El mundo entero está entrampado en las garras del tiempo, sin poder combatirlo. El tiempo no espera. El tiempo los ata y no lo pueden desatar. El tiempo es comparable a un río caudaloso, en el que todas las criaturas vivientes son arrastradas en su caudal. Si los arrastra la corriente, no pueden buscar protección o refugio en otra persona que también esté siendo arrastrada. Ustedes, así como las demás personas y objetos en quienes buscan afianzarse están siendo arrastrados por la corriente del tiempo. Si buscan seguridad en otra cosa que también es arrastrada, es como el ciego que guía a otro ciego. Al final, ambos se pierden. Pero si acude en su ayuda alguien que está a resguardo en la orilla, con seguridad se salvarán.

El que permanece en el margen y no es arrastrado por la corriente del tiempo es Dios. Si toman refugio en el Señor, quedan liberados de los problemas y dificultades asociados al tiempo. Dios se ha pronunciado sobre la entrega, enfatizando su importancia así: "¡Hombre!, el tiempo te está arrastrando irremisiblemente. El único que puede resguardarte soy Yo. Refúgiate en mí, y te salvaré." Cuando acaten esta orden suprema y ofrezcan su persona, sus riquezas, sus propiedades, su familia entera a los pies del Señor, y se rindan por completo, serán salvados.

El velo de la ilusión

Al inicio resulta muy difícil aquilatar el fundamento de la entrega, porque existe un velo entre ustedes y Dios. Dicho velo hace que los asalten fácilmente las dudas y la confusión; lo que reduce su ardor para entregarse por completo. Es el velo es la ilusión. ¿Qué significa? La ilusión alude a aquello que no existe. Cuando están bajo el influjo de la ilusión, piensan que lo que no existe, existe, y que aquello que existe, no existe. La verdad es que todo aquello que cambia no existe realmente; no es verdad. Lo único que siempre existe, es verdadero e inmutable es Dios, el uno sin segundo. Cuando se percibe el mundo como separado de Dios, se ve como algo que cambia constantemente. Y puesto que cambia constantemente, no puede ser verdad. Por lo tanto, no existe realmente. Pero la cosa no es exactamente así.

Bajo el influjo de la ilusión, ven el mundo como algo separado de Dios. No ven que la divinidad es el principio inmutable que subyace a todo lo existente. En consecuencia, se asustan y se sienten incapaces de entregarse por completo. Es como ver una cuerda y tomarla por una culebra. Entonces se alteran pensando que hay una culebra, cuando en realidad no la hay. ¿Cuál es la razón de su temor? Lo que suscita el temor es imaginar que hay cosas cuando en realidad no existen. Dicho sentimiento es el responsable de todos sus problemas. Si vieran las cosas con la conciencia expandida, se darían cuenta de que no hay culebra, apenas una cuerda. Entonces no sentirían temor. No sentirían miedo de agarrarla y jugar con ella, porque se darían cuenta de que no es más que una cuerda.

Están sujetos a penurias porque se olvidan de que el mundo entero es el cuerpo de Dios, y no sólo se trata del mundo físico tal como lo ven. Lo miran desde el punto de vista fenoménico; pero no bajo los ojos de la indagación. Si miraran el mundo correctamente, lo percibirían como un río de caudal continuamente cambiante. El fluir ininterrumpido de los cambios es lo que caracteriza al mundo fenoménico. Pero inmanente al cambio -y que lo gobierna- está el principio divino, inmutable.

Equiparémoslo a un río. El agua del río fluye continuamente, dando la apariencia de un estable e interminable caudal. Sin embargo, en cualquier momento, en cualquier sitio del río, las partículas que corren saltarinas son siempre diferentes; unas son lodosas, otras contienen piedritas, otras son espumosas, otras son agua pura. Aunque el caudal es continuo, la configuración del agua está en conste cambio. Vemos pues, que el río es una combinación de elementos cambiantes con otros no cambiantes.

De manera semejante, los seres -que son expresión de la vida- nacen y mueren. Si bien ellos vienen y se van, el caudal de vida es un continuum. La vida que corre en forma continua puede ser considerada verdadera, mientras que los seres que nacen y mueren, y cambian constantemente, representan lo no verdadero. Entonces, los elementos cambiantes de la vida no son verdaderos, pero la vida en sí -caudal perenne cuya esencia es la divinidad- es la verdad.

El mundo como un río de cosas verdaderas y no verdaderas

El mundo se compara con un río en el que la realidad se ha asociado a lo no real, lo cambiante. Lo puedes considerar un caudal de verdades cambiantes, verdades condicionadas que no son totalmente verdaderas. El mundo es una combinación de verdad pura -la que se mantiene inmutable, sin cambio- y de eventos no verdaderos, que es lo que cambia constantemente. Las sabias enseñanzas describen dicha circunstancia de verdad-y-no verdad, o sea, de fenómeno híbrido donde se mezclan lo verdadero y lo no verdadero. La práctica espiritual es un proceso por medio del cual logran discriminar lo verdadero de lo que no lo es, para quedarse con la verdad. Se dan cuenta de que percibir al mundo como algo separado de ustedes y de Dios es una ilusión, o sea, no es verdad. Cuando llegan a verlo como lo no verdadero, dejan de ser presa del engaño, y la verdad -de que todo está en la unidad de Dios- les queda revelada.

La ignorancia, la naturaleza, la ilusión, la mente, la maya, son todos sinónimos. Constituyen el poder ilusorio de Dios. Creer que existen cosas que realmente no existen, y vivir bajo su influencia, es todo ilusión. Un santo lo resumió así: "Dios es verdad, pero el mundo es falso". Tienes que entender la aseveración correctamente. Lo que esto significa es que nuestra percepción equivocada y experiencia del mundo no es verdad. El mundo en sí, en lo esencial, es verdadero. Dios es la base inamovible del mundo cambiante. Cuando lo examinas con detenimiento, descubres que el mundo no es mundo realmente, es la divinidad misma.

Acójanse solamente a Dios

En el Gita, Krsna reconvino a Arjuna "Arjuna, te estás supeditando al elemento tiempo. Te estás dejando llevar por su corriente, y alejando más y más de mí. Entrégate a mí y tus pesares pronto desaparecerán." Cuando se asocian con Dios y permanecen junto a Él, la ilusión no los puede afectar. Escuchen lo siguiente:

En casa de los ricos casi siempre hay un perro guardián a la puerta para que nadie se acerque. Éste no es como los perros de la calle, sino que fue criado y entrenado por sus dueños con gran cariño. No le ladra a lo tonto a cualquiera que vea pasar. Sólo ladra cuando alguien se aproxima a la puerta y trata de entrar. Al verlo y escuchar los ladridos, la mayoría de los visitantes se alejan rápidamente. Otros, sin embargo, empeñados como están en ver al dueño, permanecen frente al portón, llamando a voces para ser escuchados. A la larga, al escuchar el barullo, el dueño se asoma desde el segundo piso para ver de quién se trata. Si son conocidos, baja a abrirles y hacerlos pasar.

Si se trata de un amigo del dueño y éste lo escolta adentro, el perro para de ladrar o tratar de atacarlo. Entiende que la persona es aceptada por su amo. La ilusión se puede comparar al can que impide que la liberación y la dicha crucen el umbral. Si un desconocido insiste en cruzar la reja, es atacado por el perro. Por miedo al acoso del perro, la mayoría de las personas se retiran. De igual modo, en cuanto sienten dificultades en el camino espiritual, la mayoría de los buscadores abandonan el camino en lugar de intentar tenazmente en su empresa. En consecuencia, no alcanzan la meta y siguen siendo lastimados por la ilusión.

El verdadero devoto, que en nuestro ejemplo es el individuo determinado a ver al dueño de casa, no se amilana ante el can. Permanece a la reja llamando al dueño; y se planta a esperar hasta que aquél salga a recibirlo. Para los que insisten frente a la reja, los ladridos del perro y el dolor causado por la ilusión resultan incluso de ayuda, porque su pesar atrae la atención del dueño de casa, moviendo su compasión. Aquél vuelve la mirada hacia el devoto, lo reconoce y lo hace pasar.

En suma, únicamente el que es valiente y está decidido a esperar, aunque el perro ladre ferozmente, llegará a ver al dueño y podrá ingresar al palacio de la paz suprema.

Conquisten sus sentidos

Los cinco sentidos y objetos que perciben a través de ellos equivalen al can de la ilusión, que los distrae e impide llegar a Dios. Por eso Krsna le advirtió a Arjuna "Estás tan apegado a los objetos que te dejas llevar por las circunstancias. No has podido controlar los sentidos y lograr concentración. En consecuencia, no has podido establecer la divinidad en tu corazón. Sigue realizando tu práctica de volcarte hacia el Dios interno, que mora dentro. Conquistarás la concentración. Sólo cuando tu mente logre concentrarse, podrás entregarte a Dios. Piensa en Dios en todo lugar, a todas horas. Trabajes en lo que trabajes, piensa en Dios. Recuerda a Dios con amor. Recuérdalo con fe.

"Incluso en medio de una guerra, piensa primero en Dios, luego combate. Esta no es una guerra ordinaria, esta pelea no se libra entre individuos. Lo que estás combatiendo aquí son tus propias debilidades, tus malos hábitos, tus limitaciones y fragilidades. Con pensamientos de entrañable amor por la divinidad que mora en tu interior, libra tu batalla personal y gánala. Recuerda que no se trata de una batalla contra otros. Estás combatiendo tus propios sentidos. No cejes hasta no haber obtenido la victoria y conquistado tus sentidos hasta dominarlos."

En una era pasada, Prahlada le comentó de su lucha interior a su padre, el poderoso rey demonio: "Padre, has ganado muchas batallas y sometido numerosos mundos a tu señorío, mas no has podido obtener la victoria sobre tus propios sentidos. Al dominar los mundos externos a ti te volviste un poderoso rey, pero sólo cuando puedas controlar tus sentidos te volverás rey del universo. Si tus sentidos te siguen dominando, ¿cómo podrías aspirar a obtener una victoria duradera sobre tus enemigos externos? Cuando doblegas a tus enemigos internos, vencerás fácilmente a los externos."

¿Cuándo se hace esto posible? Cuando se rinden por completo a la divinidad. Ustedes suelen decir: 'mis objetos', 'yo mismo', 'mi gente'. Mientras defiendan esta concepción, no les será posible entregarse, porque todo ello no representa más que apegos en el mundo físico. Primero tendrían que dominar no sólo el mundo físico sino también el mental. Finalmente deberán ganarse la entrada al reino espiritual. Una vez que se rindan por completo e ingresen al reino espiritual, cada cosa cuidará de sí automáticamente, y no tendrán que cargar con ningún lastre ni necesidad.

Déjenle su carga a Dios

Cuando viajan en tren, además de llegar a la estación, deben pedirle a un maletero que cargue su equipaje o lo transporte de alguna manera. Si no hay nadie que ayude, lo deberán cargar ustedes mismos. Una vez en el tren, ya pueden soltarlo donde quieran y despreocuparse, pues el tren se lo llevará junto con ustedes. Pero hay tontos que se sientan en el tren portando la maleta sobre su cabeza. Así son los devotos a quienes Dios ya les dio su gracia, pero que aún dudan y prefieren hacer su propia voluntad. No se han entregado del todo.

Cuando se entreguen completamente a Dios y le ofrezcan absolutamente todo lo que tengan que hacer, incluyendo el cuándo y el cómo, el Señor se hará cargo. Para alcanzar dicho nivel de entrega, no puede haber traza de ego, ni puede quedar el mínimo 'yo'. Lakshmana, hermano de Rama, lo muestra de manera particularmente clara en el Ramayana.

Vayamos a la parte de la historia en que Rama, Sita y Lakshmana, exiliados en el bosque, pasaban por un área montañosa. Como gran actor que el Señor es, le complace hacer jugarretas. Por su naturaleza, al Señor le gusta hacer jugarretas; es el perfecto actor. El no experimenta pena ni dolor, pero en ocasiones disfruta haciendo como si los estuviera sintiendo. Cada vez que Dios desciende en forma humana manifiesta sentimientos para comportarse como humano entre los humanos y, así, la gente pueda relacionarse con Él. Aquel día, Rama -la encarnación de Dios- simuló estar muy cansado. Se enjugaba el sudor de la frente y le comentaba a su hermano: "Lakshmana, me siento muy fatigado. No creo poder dar un paso más. Por favor, monta una carpa en algún lugar para que descansemos."

Lakshmana entonces le preguntó: "Hermano, ¿dónde debo montar la tienda de campaña?", a lo que Rama respondió: "Decide tú el lugar y ármala ahí." Lakshmana, alterado, replicó: "¡Rama, Rama!, ¿qué hice mal; cuál fue mi error? ¿Qué pecado cometí para escuchar estas palabras? Dime, por favor, por qué me hablas así." Rama conocía exactamente lo que había en la mente de su hermano más, para que Sita viera el nivel de entrega de Lakshmana, continuó su simulacro y preguntó: "Lakshmana, por favor dime qué te está perturbando. ¿Qué fue lo que dije para que te sintieras tan lastimado?"

Lakshmana exclamó: "Renuncié a todo, a mi esposa, a mi madre, a mi padre, a mi reino, a todo. Vine contigo como si tú fueras mi padre y Sita, mi madre, y dondequiera que tú estés, para mí es la ciudad capital, Ayodhya. Vine para realizar tu voluntad; renunciando a la mía, ¿y ahora me pides que monte una carpa donde yo quiera? Tus órdenes son mi pensamiento. No tengo otro pensamiento. Haré lo que sea tu voluntad. Mi deber es obedecerte. Mi meta, mi todo eres tú. Dime dónde debo de montar la carpa." Sita se percató entonces de la profunda devoción y entrega de su cuñado. Se volvió hacia Rama y le pidió liberar a Lakshmana de su congoja, designando el sitio para montar la carpa.

Entréguense por completo a Dios

La moraleja de la anécdota es que el hombre no debería de tener otro deseo que no sea entregarse a Dios. Todo le pertenece a Dios y solamente a Dios. La entrega implica seguir las órdenes que el Señor les dé, y que son escuchadas cuando se lo ha instalado en el corazón. Entrega es lo que hay de fondo en la siguiente afirmación: "Ven, súbete al tren conmigo y Yo cuidaré de ti. Suelta tu ego y tus deseos. No sufras cargando tu equipaje."

En este contexto, Krsna enseñó que la entrega es la fase más importante de la devoción. Cuando se rinden por completo al Señor reciben su gracia: "Dondequiera que estén, sea una ciudad, un pueblo, el bosque o el cielo, Yo seré su refugio. ¡Vengan y entréguense a mí!" Es la invitación del Señor, y es también su promesa. Cuando se hacen suyos, Él los cuida y protege de todo mal.

Ahora bien, entregarse no significa abandonar su discernimiento. Deben distinguir el deseo de la genuina voluntad divina, y entregar sus deseos mundanos, ofreciéndoselos a Dios. Esfuércense para poder rendirse y con ello santificar su vida y alcanzar la meta.



domingo, 28 de julio de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO III. GÁNENSE EL AMOR DE DIOS

 

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO III. GÁNENSE EL AMOR DE DIOS

 

 

El Señor dijo en el Gita "Cultiven una devoción firme y resuelta por mí y me serán muy caros."

Encarnaciones del Amor:

En el mundo pueden hacer dinero, adquirir riqueza y propiedades, obtener honor, prestigio, posición y poder. Todas las anteriores son formas con las que sus esfuerzos mundanos pueden ser coronados. Pero el Señor declaró en el Gita que éstas no son más que frutos temporales. Son pasajeros; carecen de valor duradero. Lo único que pueden obtener durante su vida terrenal, que posee valor real y permanece eternamente en ustedes, es el amor de Dios. El amor divino es extraordinario. No tiene precio. Es un tesoro inconmensurable. Tienen que desplegar todos sus esfuerzos para descubrir la manera de alcanzar el tesoro que es el amor de Dios.

El amor de Dios

El amor de Dios es incondicional, y es el mismo para todos. ¿Qué es lo que tienen que hacer para experimentar ese amor tan extraordinario? ¿Qué camino deben de seguir? Si plantan semillas sin haber desyerbado y barbechado el terreno, no obtendrán buena cosecha. Lo mismo ocurre en su corazón: a menos que remuevan las simientes egoístas, no obtendrán felices resultados. El Gita enseña que la primera mala hierba que hay que extirpar del terreno del corazón es el apego por e identificación con el cuerpo. En este momento pueden pensar que aman a Dios, más el sólo abrigar tal pensamiento no basta para obtener resultado. Es como plantar buena semilla en terreno estéril. Lo más importante es descubrir si ustedes le son caros a Dios. Aunque lo amen, si no han transformado su vida para serle caros y así experimentar su inmenso e inmutable amor, su devoción no los llevará muy lejos.

¿Qué es pues lo que hay que hacer para serle caro a Dios? Encontrarán la respuesta en el Gita, en el capítulo que trata sobre el camino de la devoción. Dicho capítulo comenta sobre una serie de cualidades que complacen grandemente a Dios, e insta al devoto a comprometerse resuelta y firmemente con la práctica regular de las enseñanzas. Asimismo, subraya la importancia de cultivar una mente imperturbable ante cualquier circunstancia, e insta al devoto a permanecer sereno y gozoso en todo momento y situación. ¿Qué nos quiere decir el Gita con este señalamiento?

La verdadera alegría

Recuerden los sentimientos que experimentan al cantar bhajans en las ceremonias. Cuando el canto no les es familiar o la melodía no les es particularmente grata, o cuando no se sienten especialmente atraídos por la divinidad a la que se venera, no sienten exaltación. Se limitan a mover los labios mecánicamente. Pero qué diferencia cuando entonan un salmo conocido que les nace del corazón. Su fervor los lleva a cantar exaltados y su devoción los transporta y embarga.

De la misma manera, existe una diferencia entre las alegrías pasajeras que brindan los fenómenos mundanos, y la verdadera dicha que emana del fondo del corazón. Esta última es de naturaleza completamente distinta a la satisfacción que brindan los objetos mundanos. La dicha del corazón se relaciona con la verdad; es permanente y ajena a las gratificaciones transitorias. Representa la unidad del espíritu; no es susceptible de cambio. No hay nada que agregarle pues ya que es completa en sí misma.

La dicha real proviene del estado de ecuanimidad. No se dejen llevar por las cosas mundanas ni les den importancia. Empeñen su tiempo y esfuerzo en controlar los devaneos de la mente; antes desarrollen una actitud homogénea. Cultivar una mente ecuánime implica no verse afectados por la victoria ni la derrota, la pérdida o la ganancia, la alegría o el dolor. Acepten lo que les ocurra, lo que les toque vivir, y tomen de buen grado lo que Dios les dé, como un regalo de amor que les entrega por su bien. Cuando su corazón no sea sobresaltado por los eventos mundanos, y logren traten a todos por igual, experimentarán lo que es la verdadera dicha. Su corazón rebosará amor y conocerán la inconmensurable paz devocional.

Coraje y firmeza

Otras cualidades importantes que el devoto debe de mostrar son firmeza y coraje. Ser individuos resueltos y valientes es una cosa completamente natural. Pueden mostrar dichas cualidades en diferentes circunstancias de la vida. Pueden usarlas para escalar montañas. El espíritu de aventura y el coraje pueden llevarlos a cruzar océanos o a explorar espesas junglas. También pueden expresar su valentía y determinación adquiriendo propiedades y acumulando dinero. O pueden ser audaces y valientes, pero manifestar dichas cualidades en cosas sanguinarias. Son libres de escoger y en lugar de exaltar las nobles cualidades humanas y divinas se inclinen por las demoníacas. La firmeza y la determinación pueden usarse para bien o para mal. El uso que den a los atributos que recibieron de Dios, dependerá de ustedes.

En su juventud, el sabio Valmiki fue Ratnakara, un ladrón inveterado que dedicaba su valentía, audacia y determinación a hacer el mal. Gracias a que se relacionó con los siete sabios, escuchó su enseñanza y acató el consejo de repetir constantemente el nombre de Dios, pudo transformar su vida. A partir de entonces usó su determinación y poder para bien de la humanidad, manteniendo el nombre de Rama en sus labios. Fue así como se convirtió en el autor del Ramayana, la gran épica sobre la historia de Rama. Por lo tanto, no usen su determinación y firmeza en cosas malas u ordinarias. Mejor, empeñen su coraje y determinación en merecer la gracia de Dios.

Adoración a Dios con forma y sin forma

En el capítulo sobre devoción, Krsna ahonda en la adoración de Dios con y sin forma. El Gita compara las dos modalidades y señala cuál es mejor, cuál es más fácil y segura en cada etapa de la trayectoria espiritual del devoto. El Gita declara que no es posible realizar el principio divino que carece de forma y atributos, sin antes pasar por la adoración de Dios con forma y atributos.

Mientras sigan apegados al cuerpo y permanezcan sumergidos en la conciencia corporal, no podrán comprender y abrazar el aspecto sin forma del Supremo. Las cualidades necesarias para adorar al Dios sin-forma sólo se adquieren a partir del momento en que superen el apego al cuerpo y al mundo, o sea todos sus apegos. Mientras se sigan identificando con la forma particular de su cuerpo físico, se sentirán compelidos a visualizar a Dios en una forma física. Así pues, inicien su jornada espiritual adorando a Dios en el aspecto físico de alguna de sus encarnaciones, dotada de las cualidades divinas que lo distinguen. Gradualmente, tras seguir dicho camino un tiempo, podrán comenzar a adorar al Supremo sin forma.

De hecho, el mundo entero es la forma de Dios. Cuanto ven a su alrededor no es sino la forma que Dios asumió. Pero al inicio ustedes centran su atención en alguna forma en particular: la de un avatar o la de alguna encarnación. Las encarnaciones divinas pertenecen al universo físico. En correspondencia a las formas físicas, las formas sutiles del Señor yacen en el sustrato mental o sutil del universo. El dominio físico y mental se relaciona con los sentidos y la mente. Allende los sentidos y la mente, se encuentra el universo causal. Éste está compuesto del aspecto más sutil de la materia, y contiene la semilla potencial de todos los nombres y las formas existentes. Cada noche durante el sueño profundo, experimentamos el aspecto causal y contactamos al Dios sin forma.

Durante la vigilia, el efecto de lo mental y los sentidos nos imana con fuerza, porque está asociado al mundo fenoménico. En el estado onírico, asociado al mundo sutil, los sentidos no los arrastran si bien que la mente se mantiene activa. En el sueño profundo, asociado al mundo causal, se disuelve la mente, desasociándose de las impresiones de los sentidos. Únicamente en dicho estado, cuando mente y sentidos están completamente inactivos, se puede experimentar el aspecto sin forma de la divinidad. También es posible experimentarlo en la vigilia, siempre que la mente alcance perfecto sosiego y ecuanimidad, y los sentidos se encuentren en reposo total. Sólo entonces, estando despiertos, pueden acceder al mundo causal y experimentar el aspecto sin forma de la divinidad.

Muchos devotos tienen cimentada su espiritualidad exclusivamente en el Dios manifiesto dotado de un nombre y una forma particular. Mas ambos, Dios con forma y sin forma, son esenciales para el devoto. Es equiparable a tener dos piernas para andar o dos alas para volar. Para poder alcanzar la meta espiritual necesitan ambas piernas –con forma y sin forma– para adelantar una, luego la otra, donde la que representa la forma se apoya en la que representa la no forma. Hay que tomar conciencia de que la manifestación del Señor con forma es transitoria, mientras que su aspecto sin forma es permanente, eterno e inmutable. He aquí un ejemplo para ilustrar.

La no-forma es el aspecto permanente del Señor

Cuando escuchen a Baba dando un sermón, serán uno entre miles en el templo. Ello ocurrirá en el dominio físico y durará entre una y dos horas. A dicha experiencia se asocia un tiempo y una actividad. Sin embargo, pueden recrear la experiencia ya estando en casa. Cada vez que la recuerden, se repetirá en su mente... miles de personas en la terraza y Sai Baba dando su discurso. En el plano exterior, y en su experiencia en el estado de vigilia, se ven sentados con la gente en el templo. ¿Pero qué ocurre cuando llegan a su casa? Descubren que el templo está en su corazón y lo pueden evocar cuantas veces lo deseen.

Estuvieron ahí tan solo una hora, pero ahora pueden atesorar la experiencia por siempre, incluso cuando se vayan del ashram. Una vez que tuvieron la experiencia física en el mundo fenoménico, queda registrada en el dominio más sutil de su mente, pudiendo ser evocada tiempo después. Mientras más veces rememoren la experiencia y repasen las enseñanzas de Baba, su mensaje irá quedando acuñado en su corazón.

Si no hubiesen vivido dicha experiencia en el templo, no habría quedado en ustedes una impresión que pudiesen recrear mentalmente más adelante. Una vez fijada en la mente, no hay necesidad de estar físicamente presente en el templo o de ver al Baba físico. De igual manera, si ya experimentaron a Dios con forma, podrán sin duda experimentarlo más adelante en su aspecto sutil. La forma es momentánea, la no-forma es perenne; más la no-forma permanecerá en ustedes sólo después de haber experimentado la forma divina y de haberla fijado en su corazón a través de la adoración y la devoción.

He aquí otro ejemplo. Supón que desean enseñarle la palabra 'silla' a un niño. Con solo mencionar la palabra 'silla', no le quedará clara la forma que tiene. En cambio, pueden mostrarle una silla y pedirle que la mire con detenimiento. Mientras lo hace, le repiten la palabra 'silla'. En lo venidero, cuando el niño vea una silla, recordará la palabra asociada a la forma que le mostraron, y repetirá el sonido 'silla'. La forma particular de silla que utilizaron para enseñarle el significado del término es transitoria. Esa silla va a cambiar, más la palabra 'silla' y el tipo de objetos que designa prevalecerán. Mientras el niño no vea la forma transitoria, no logrará aprender el término permanente 'silla'. El elemento permanente se comprende a través del objeto impermanente. Por lo tanto, aunque la divinidad carezca de forma, tendrán que abordarla bajo una forma particular antes de poder entenderla.

 

Centren su mente mediante la adoración a la divinidad con forma

Para empezar, no toda la gente confía totalmente en la existencia de Dios. Casi todo el tiempo su mente da bandazos, y se preguntan "¿Existirá Dios realmente? ¿Será verdad que hay un Dios?" Se requiere una determinación de hierro para cultivar una fe firme en Dios. Podrán trocar su mente inestable por una mente firmemente centrada en la fe, únicamente a través del proceso de adorar al Dios con forma. Analicen el siguiente ejemplo.

Imaginemos una almohada rellena de algodón desmenuzado. ¿Qué recubre la almohada? Una tela. ¿De qué es la tela? De algodón. Así que en lo exterior hay un retazo de tela, y adentro hay algodón. En realidad, tanto en el exterior como en el interior, lo que hay es algodón. El algodón sin forma se transformó en hebra, la hebra devino tela, y ahora la tela recubre el algodón sin forma. El algodón tiene forma y el algodón crudo no la tiene. Ir de la no-forma a la forma, y de la forma a la no-forma son las transformaciones de las que está hecha la divinidad. Para tener una almohada no basta con tener algodón crudo. Tienen que convertirlo en tela y la tela con forma puede entonces recubrir el algodón sin forma que hay adentro.

Así pues, la divinidad con forma y sin forma son exactamente lo mismo. Ambos aspectos son esenciales. A través de la forma transitoria ustedes toman conciencia de la no-forma inmortal. Mientras se identifiquen con la conciencia corporal y sientan que son el cuerpo, les será imposible desprenderse del aspecto formal. A medida que su mente se centre en la fe, y trasciendan la conciencia corporal, podrán experimentar la esencia inmortal de la divinidad.

Adoren al Dios sin forma en su corazón

La adoración del Dios con forma sigue tradicionalmente una diversidad de rituales. Le pueden ofrecer flores al Señor, o bañar su estatua con agua bendita, pueden quemarle incienso o recurrir a otras formas de adoración. El ritual les proporcionará gran satisfacción. Adorar externamente la forma del Señor mediante el uso de objetos de culto brinda contento. Mas una vez que establezcan a Dios en su interior, deberán de adorarlo con las flores del corazón. Cuando la conciencia corporal y la ilusión asociada a ella son destruidas, la forma de la divinidad que adoraron externamente con flores y objetos sacros se establecerá en lo sutil en ustedes, y se verán movidos a adorarla mediante las flores de su sentimiento. Esto es lo que trae la verdadera y permanente dicha.

Mientras continúen adorando la forma física del Señor, emplearán flores físicas – rosas, margaritas, jazmines–. Las flores son impermanentes y el adorador también lo es. Mas, si desean adorar al Dios sin forma en su interior, las flores que emplearán son otras. Son flores que no mueren. Son las nobles virtudes del corazón: las flores de la no violencia, la autocontención, la verdad, la paciencia y la reciedumbre, la perseverancia, el amor y la compasión, la caridad y el sacrificio. Son las flores del culto interior. Para llegar a la adoración de la no forma, deberán desarrollar las flores del corazón para venerar a Dios. Sólo entonces experimentarán la inefable dicha del espíritu, y emprenderán el camino a casa, hacia su origen divino.

Paz interior y contento

En el duodécimo capítulo del Gita, Krsna enseñó las cualidades esenciales que el devoto debe desarrollar para darse a querer por Dios. Si desean ser devotos de Dios, lo primero es desarrollar paz interior y una firme determinación. Deben de estar siempre contentos. No deben dar margen a preocupaciones ni permitir que el dolor los agobie.

La sagrada escritura del Bhagavatam coloca a Prahlada como el devoto ideal que exhibía todas esas cualidades. Cuando los demonios perturbaban a Prahlada –que era hijo del señor de los demonios mismo– él jamás se dejó abatir por el dolor, fueren cuales fueren las dificultades que hubo de pasar. Siguió repitiendo el nombre del Señor, y buscó en Él protección y salvación. No derramó una lágrima ni en sus peores vicisitudes. Por ello Prahlada es tenido como un devoto que se unió firmemente al Señor. No obstante estar viviendo en el mundo fenoménico y poseer una forma física, no permitió que apego ni deseo alguno entrasen en su corazón.

Ama a todos

En el verdadero devoto no deben de existir el odio, los celos, el enojo o la avaricia, ya que al entrar en la persona se convierten en los mayores obstáculos para su devoción. Deben de alcanzar el sentido de unidad del todo. Si sienten odio hacia alguien, estarán odiando al mismo Dios que dicen amar. Al inflamarse, el ego es el que arremete contra los demás, presa de odio, celos y rabia. Por lo mismo, el mensaje fundamental del Gita es: "No odien a nadie".

Dijimos que al no desyerbar el terreno y prepararlo antes de cultivarlo, las semillas no dan buena cosecha. Del mismo modo, si no desenraizan el ego del terreno del corazón, la práctica espiritual resultará estéril. Lo más importante del camino de la devoción es comprender que no sólo hay que amar a Dios sino a todas las criaturas, y tratarlas como Dios mismo. Amar a Dios y lastimar a los demás no es devoción. Ello sólo pone de manifiesto su ignorancia. Quien así obra no podrá progresar en el camino espiritual.

En los días por venir, aprenderán nuevas maneras de desarrollar la fe, y a santificar sus días mediante buenas acciones. Cultivando y practicando las altas virtudes en su día a día, atraerán el amor y la gracia del Señor.

 

domingo, 21 de julio de 2024

June 2024 Edition


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