No malgasten sus preciosas vidas.
La dorada vida de un hombre debería ser probada en la piedra de toque del nombre del Señor. En lugar de seguir esta senda fácil, el hombre se deja envolver en múltiples problemas y malgasta su preciosa vida. El hombre no es meramente un ser humano. Verdaderamente, él es Dios. Él está hundiendo su divinidad inherente en deseos mundanos. Debería usar los pensamientos puros y sagrados que surgen en él para alejarse de las atracciones transitorias del mundo y encaminarse en la senda hacia Dios.
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