El triciclo.
El nacimiento es la consecuencia del deseo o lujuria; la muerte es la consecuencia del transcurrir del tiempo. El dios del deseo, Kama, fue reducido a cenizas por Shiva; el dios del tiempo es Kala o Yama, quien también fue vencido por Shiva. Así, uno debe entregarse a Shiva (Dios) si ha de escapar de las consecuencias de estas dos pavorosas fuerzas fatales. Si entre Kala y Kama escogen refugiarse en Rama, escaparán de su rigor, pues Rama es el Alma y el Alma no tiene deseos y no es afectado por el tiempo.
La naturaleza tanto externa como interna está gobernada por el soberano Atma, el Alma Universal, el Paramatma. Así, si ganan la gracia del Paramatma la naturaleza se volverá su dócil instrumento. El cuerpo es la naturaleza; el aire vital es el Paramatma. Los seres vivientes son imágenes que se mueven en la pantalla; la pantalla, que no es afectada por las emociones, el ardiente fuego o las incontenibles inundaciones que se proyectan sobre ella, es el Paramatma. Los mundanos estarán fascinados por las imágenes que, debido al engaño, aparecen como si fueran incidentes reales; los sabios se concentrarán en la pantalla, que es pura, blanca y clara. Cuando se vierte agua en la leche, ésta también toma la naturaleza de la leche. La naturaleza también parece ser capaz de darnos estabilidad, alegría y paz; pero éstas son en verdad las cualidades de lo esencial, del Paramatma. Como el agua mezclada en la leche, estas cualidades no pertenecen en absoluto a la naturaleza. Hamsa, el cisne legendario, tenía la propiedad de separar la leche del agua y de beber sólo la leche. Así también, el paramahamsa, la persona realizada que ha alcanzado la verdad, puede separar lo ilusorio de lo real y experimentar la bienaventuranza comunicada únicamente por la verdad. Ramakrishna era un paramahamsa; ¡él sabía cómo separar la leche (la verdad) del agua (la falsedad) que se le añadía! Cuando sufría de cáncer en la garganta, sin poder tomar alimento alguno, sus discípulos le rogaron que orara a la Madre Kali para que ella le curara el cáncer; pensaban que Kali con seguridad respondería a la plegaria. Pero Paramahamsa rehusó pedir tal dádiva de Dios. Su atención no podía ser desviada a tal deseo bajo. “¿Por qué orar? Si es su voluntad, sucederá; si no llega también es su voluntad”, respondía él.
Hay muchas discusiones y controversias inútiles acerca de los caminos para llegar a Dios. Algunos demarcan tres: la devoción (bhakti), la acción (karma) y el conocimiento (jñana). Pero no hace falta ninguna controversia acerca de su eficacia. Son como la confluencia de los tres ríos sagrados en Prayag: el Ganges, el Yamuna y el invisible y subterráneo Sarasvati. El Ganges es el camino de la devoción que incluye la entrega, el control de los anhelos egoístas y sensuales; el Yamuna es el camino de la acción dedicada, de los rituales y la adoración ceremonial; el realizar las actividades sin importar los beneficios que se obtengan de ellas, haciendo todos los deberes como adoración, eliminando todo apego, todo orgullo que haga decir: "Yo soy el hacedor". El Sarasvati es el camino del conocimiento, de la adquisición de la verdadera conciencia de la realidad; el saber que las ideas de esclavitud son ilusorias, que el Uno es siempre libre, incambiante, lleno de bienaventuranza. Los tres caminos son como las ruedas de la andadera en que se pone a los niños para que aprendan a dar los primeros pasos. La devoción y el conocimiento son las dos ruedas traseras alineadas, y la de adelante es la de la acción. Los niños aprenden a dar los pasos y caminan hacia la Ciudad de la Libertad del Temor y la Ilusión.
En vez de confiar en su mero entusiasmo para que le indique el camino, es mejor que el aspirante espiritual reciba la guía de un preceptor durante las primeras etapas, ya que uno debe seguir las disciplinas con pleno conocimiento de su significado. La meditación, la adoración, la recitación del Pranava, todos éstos deben hacerse bajo una guía; el seguir sólo los libros puede llevar a los aspirantes a grandes decepciones. Debe captarse la importancia de cada paso a fin de asegurar la cooperación de todas las facultades del hombre en el esfuerzo y así obtener el éxito. Una mera imitación mecánica o una repetición automática carecen de valor.
Pregúntenle a cualquiera por qué se cuelgan hojas verdes sobre la entrada principal de la casa; la respuesta será: "Es la costumbre, desde siempre; cada persona decente lo hace". Pero, ¿por qué? Pocas personas lo saben; nadie se preocupa por saberlo.
En años pasados, cada hogar en los pueblos estaba lleno de sacos de arroz y eso hacía que los roedores infestaran inevitablemente las casas. Había en un pueblo una familia que celebraba todos los días de luna llena el ritual de adoración llamado Sathyanarayana puja, el cual requería reunir una gran cantidad de leche y mantequilla clarificada desde la noche anterior. Las ratas hacían que llegaran gatos, y en esa ocasión el gato prefería la leche y la mantequilla a los roedores que generalmente comía. Así, estos dos ingredientes se guardaban en sitios fuera del alcance del gato, pero el día del culto debían tenerse a la mano, en recipientes que se colocaban alrededor del altar. Ésta era la oportunidad para el gato, por lo cual el jefe de la casa tenía que atraparlo y encerrarlo en una canasta puesta boca abajo sobre la cual colocaba una piedra, para impedir que hiciera alguna travesura con las sagradas ofrendas. Esto se hacía constantemente, sin fallar un solo día de luna llena, como una necesaria medida de seguridad, pero los niños de la casa pensaban que, se hiciera o no se hiciera el ritual, no pasaba ni un día de luna llena en que no se aprisionara al gato debajo de una canasta, y así, empezaban por buscar un gato y llevarlo a casa para que el ritual pudiera realizarse sin ninguna falla.
El significado y propósito originales se perdieron con el paso del tiempo, y las generaciones posteriores cargaron con la creencia de que los acechaba algún peligro si no participara un gato en el ritual, como lo hacían sus antepasados. De ser una plaga insufrible, el gato pasó a ocupar una posición de mucha importancia a causa de la ciega imitación.
El factor fundamental en la vida espiritual es la supresión del deseo; la entrega de la voluntad individual a la voluntad divina que elevará todos los pensamientos, palabras y acciones a actos de adoración. Cuando Ravana cayó muerto, Mandodari, su reina, se lamentó sobre su cuerpo: "¡Venciste a cada uno de tus enemigos, menos a tu propia lujuria! Eras piadoso, eras erudito, sometiste a tus más poderosos rivales, pero te dejaste esclavizar por el deseo. Eso te hizo caer". La lupa atrae los rayos del sol sobre un solo punto y puede prender fuego al papel o a los pastos. Así también, la concentración de la atención puede destruir las semillas de los malos deseos. Es por esto que aconsejo algunos minutos de meditación cada día en las primeras horas de la mañana así como después del anochecer.
Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Prashanti Nilayam, 8 - 10 - 67
No hay comentarios:
Publicar un comentario