Sai Ram - Cómo Bhagavan sufrió por causa de un devoto.
EL APÉNDICE MILAGROSO
"Estimado Sri Kasturi: Su telegrama cancelando su prometida visita a Ceilán, haayudado a afirmar más que antes nuestra fe en Baba". No era esta una respuesta particularmente cortés como para recibirla de un secretario del Sri Sathya Sai Seva Samithi.Baba me había permitido aceptar una invitación para visitar Ceilán, en una peregrinaciónSai, para encontrarme con devotos en diferentes aldeas y ciudades y compartir experienciasy gozos. Mi pasaje consta de tramos por tren y por avión. Me dirigía Whitefield munido demi maleta y maletín, para despedirme de Baba y recibir Sus bendiciones. El tren correohacia Madrás, donde abordaría el avión, salía de Bangalore en una hora. Cuando toqué losPies de Loto, Baba me preguntó: "¿A dónde vas?". Le respondí que iba camino a Ceilán. Eldijo: "¿Por qué Ceilán? Envíales un telegrama cancelando tu visita y ven conmigo a Goa,mañana".Aquél había sido el telegrama que elevó la fe de los devotos de Sai en Ceilánvolviéndola inconmovible. Fue más adelante que Sri Thyagarajiah, el secretario, metranquilizó al explicarme el críptico comentario. El doctor Nallainathan, presidente delSamithi, había leído ante una numerosa congregación de devotos, mi primera carta en laque aceptaba el programa de diez días y, llegando al final, hizo algo totalmentedesacostumbrado. Se oyó decir a sí mismo: "Cierto es que el señor Kasturi ha accedidomuy amablemente a venir y a estar con nosotros por diez días. Pero oigan, lpuede que novenga en absoluto!. Hay un buen trecho entre el vaso y la boca. Puede que en el últimomomento recibamos un telegrama cancelando su visita". ¡Seis días después llegó eltelegrama! Y en Ceilán se supo que había sido Baba quien había persuadido al doctor Nallainathan para pronunciar esas palabras aquel día, puesto que es El quien configura elfuturo, reacomodando Sus proyectados planes. Si no somos capaces de hacer predicciones para nosotros mismos, ¿cómo podríamos predecir acerca de Baba? El dice que nadie sabelo que El va a hacer en los próximos cinco minutos, de modo que debemos permanecer ensilencio observando la trama divina.A1 día siguiente, a mediodía, acompañaba a Baba en un viaje por algunos puntosde Goa. Los tres coches de la comitiva enfilaron hacia Jog Falls (Cataratas de Jog). ELgrupo incluía a tres damas de los Estados Unidos: June Schuyler, quien se describe a símisma como una simple maestra de niños, de edad madura; Indra Devi, celebrada en losEstados Unidos como "la primera dama del Yoga"; y la señora Rajagopalan, una italianaresidente en ese país, con su marido indio. Como es habitual al dejar Brindavan, los devotosse alinearon a ambos lados del camino, ansiosos por lograr ver a Baba y Su mano agitándose fuera de la ventanilla, hasta que el vehículo desaparece de la vista al tomar lacurva.La tarde era tranquila y luminosa. "Cuando los coches llegaron a la calma delcampo", escribe June, "mi mente estaba desordenada por un cierto sentimiento deincredulidad. Por muchos años, cualquier tipo de paz me parecía una perspectiva imposible.Mi única esperanza era Dios. Y ahora, maravilla de maravillas, me sentía feliz ya que elSeñor sacaba las cargas de mi mente".En un punto del camino, Baba indicó a los vehículos que salieran de la carretera, para que pudiéramos tomar café y algunos bocadillos. El mismo se preocupó de abrir jarrosy cajas, de sacar botellas y vasos, y nos sirvió los bocadillos y el café a todos. Losconductores se unieron al grupo y también fueron servidos. Algunos labradores que sehabían acercado a observar, también recibieron una atención extra del Maestro.Cuando reanudamos el viaje, pareció que el vehículo de Baba rezongaba un poco,mas fue persuadido de tomar la carretera con unos suaves empujoncitos. Durante lassiguientes quince millas tuvo que ser persuadido tres veces más para seguir y las Jog Fallsestaban aún a cien millas de, distancia. A las 20.00 el automóvil se detuvo y se rehusó amoverse, pese a todos los esfuerzos por ponerlo en marcha. Tuvo que ser remolcado devuelta hasta Tiptur, para ser atendido mecánicamente en un taller local. Entonces, Babadecidió retornar a Brindavan. El se mostraba bastante indiferente. No habló de ello conningún sentimiento de decepción. Entre los ocho atributos de la Divinidad se encuentra laausencia de apego.Escribe June: "Cayó una estrella fugaz. Baba, que nunca deja de ver algo, tambiénla observó y comentó algo al respecto. Me sentí agradecida de haber visto caer ese objetoluminoso allí, hacia donde había venido el Señor. Dentro del auto Su gloriosa voz llenaba lanoche, puesto que cantaba y atraía así a las estrellas hacia la Tierra. La cena estuvo lista amedianoche, cuando llegamos a Brindavan. El afecto de Baba hacía que pareciera preocupado por el hambre que pudiéramos tener. Puso especial cuidado en que todos nosalimentáramos y que se nos asignara alojamiento, antes de retirarse El. Sentíamos que leimponíamos un mayor cansancio, al llamar Su atención hacia nosotros. Nos preguntábamos: `¿Será que este precioso cuerpo se sustenta tan sólo con el amor quederrama?'."Me acosté con una sensación de inquietud. Temí que Baba partiese delante denosotros a Goa, en avión. Anhelaba no perderme la feliz estadía. Lamentaba quehubiéramos tenido que regresar debido a una falla del automóvil.Había muchas cosas que se enfrentaban en mi cerebro cuando desperté esa mañanade domingo. ¿Por qué el Señor, que produce tantas cosas por el mero ejercicio de SuVoluntad, no había reparado Su automóvil? También podía haber anticipado la falla y nohaber permitido que se produjera. Estos interrogantes tenían una gran importancia para mí,ya que estaba convencida de que el poder espiritual domina por sobre la materia. Tal vezBaba había querido que se produjera la falla y el regreso, con el objetivo de provocar en míestos interrogantes y obligarme a buscar una respuesta. Cada palabra, cada acto de Babaencierra una lección. Aquí había una lección... pero no estaba segura para quién."Sabíamos, incluso antes de partir, que Baba no estaba entusiasmado por Jog Falls.Había estado ridiculizando el nombre como `Joke Falls' (Cataratas en Broma) y hasta como`Joke False' (Falsa Broma). Había indicado que si Jog Falls era incluido en la gira, elrecorrido se volvería demasiado largo. El debería pasar por muchas aldeas después de caer la noche, en las cuales los aldeanos quedarían apesadumbrados al saber que Baba había pasado por ahí sin que recibieran Su clarshan. Alguien nos dijo que Baba había interrogadoal conductor, quien había supervisado las reparaciones a las que había sido sometido el`histórico automóvil', preguntándole sobre la calidad y extensión del servicio. `Debe haber sabido que iba a tener un mal rendimiento', comentó el conductor. ,"Por supuesto que, si hubiera sido Su Voluntad, el auto habría llegado hasta Jog, pero El quiso una `broma' (joke) en su lugar. Un día más tarde partimos hacia Goa en dosautos. En el camino, Baba habló largamente sobre asuntos espirituales. Deteniéndonos en laruta para desayunar, Baba nos dio a todos fresas silvestres dulces y maduras que Elmismo recogió de los arbustos junto al camino, diciendo: ¡Fresas, como las que solíarecoger y comer con Mis camaradas en Gokul, en las riberas del Yamunal".Los automóviles cooperaron maravillosamente y llegamos a los terrenos de laUniversidad de Karnataka en Dharwar, entrando al bungalow del Vicecanciller, doctor Adke, a las 14.00. Allí encontramos a unas quinientas personas cantando bhajans bajo untoldo. Habían sabido de la llegada del Señor. Después del almuerzo, Baba se sentó entreellos, en silencio, por unos pocos minutos llenos de dicha.Escribe June: "Esos decanos y catedráticos de la Universidad, mirando a Baba conuna expresión de devoción casi infantil, hicieron vibrar las cuerdas de mi corazón". De pronto, alguien hizo una pregunta y quebró el silencio. De ahí en adelante, Baba les relató parábolas e historias de las leyendas y el folklore, durante más de una hora. "Dios estásiempre listo para responder cuando hay un llamado pidiendo ayuda. Cierto es que ansían laGracia de Dios, mas, ¿podrán obtenerla si no responden al llamado de los afligidos? Diosespera en el umbral, al igual que la luz del sol, ansiosa por deslizarse por la más pequeñarendija, para esparcir luz donde hay oscuridad y calor donde hace frío. Así también ustedestendrán que esperar la oportunidad de alegrar e iluminar las vidas de otros, carentes dealegría y caridad. Despierten a la gente hacia la Gloria del Creador a través del vagarasankirtan", dijo.Acerca de los ocasionales estallidos de risa que sacudían la habitación, escribe )une: "Sentí que éste no era un Dios opaco y solemne. Cuando pienso en Baba, me imaginoa jesús con el mismo sentido del humor. Baba estaba hablando en uno de los idiomas indiosque no entiendo; sin embargo, de alguna manera misteriosa, yo también estaba recibiendoiluminación".El auto en el que Baba, el señor N.D.M. Appah, Presidente del Consejo deElectricidad del Estado de Mysore y yo viajábamos, era un Fiat 1500. El camino era ásperoy estaba sembrado de piedras, de modo que el viaje se hacía entre sacudidas y saltos. Por este motivo, Baba regañó al conductor por no ser más cuidadoso. "No sabes cuánto meduele el abdomen en cada salto", indicó. Nosotros nos preguntamos por qué Baba, quehabía resistido muy bien caminos mucho peores, insistía ahora en conducir más lentamente.Los últimos rayos de sol pintaban largas y oblicuas pinceladas de luz por entre losaltos árboles de frondosas copas de los Ghats occidentales, que estábamos subiendo ahora.Cuando llegamos a la cima, el sol se hundió en el mar. Hay una cierta grandeza, si bien patética, en este drama cotidiano: la inevitabilidad de una puesta de sol, la ausencia deruido y el pánico que produce cuando, alocadamente, uno teme que no vuelva a aparecer.Las fuerzas de la oscuridad que someten rápidamente a la Tierra, le producen a uno, aveces, una misteriosa sensación de desesperación. Aunque pronto recordamos que la sabiaTierra se las arregla para mantener una parte de sí misma iluminada y cálida. De modo quenos dormimos mecidos por la esperanza y los sueños felices.
Era de noche cuando los automóviles llegaron a Goa. Aparecían las estrellas yvenían con nosotros por el camino, sin quedarse atrás. En las afueras de Goa, elVicegobernador Nakul Sen, el anfitrión, recibió a Baba y nos condujo hasta un albergue. La porcelana relucía en las estanterías junto a los muros y los geranios lucían en las ventanasmientras nos servíamos café. De ahí en adelante Baba viajó en el vehículo estatal, junto al jefe del Estado.Acelerando por las buenas carreteras rumbo a Panjim Town, los vehículos llegaronfinalmente a Coba Itaj Nivas, el Palacio del Gobernador General de las "PosesionesPortuguesas en India y el Lejano Oriente" por muchos siglos en el pasado, pero que es hoyla residencia oficial del Vicegobernador. Eran las 21.15. Habíamos cubierto trescientasochenta y cinco millas desde esa mañana, pasando por caminos buenos y malos, pero Babase veía ágil y fresco como un lirio cuando subió rápidamente las escalinatas alfombradas derojo, hacia las habitaciones llenas de flores que se habían dispuesto para El. Poco tiempodespués, Baba presidía la mesa del comedor, hacia la que habíamos sido conducidos por nuestro anfitrión. Baba examinó divertido al contingente de servidores y la bella porcelanaque los portugueses habían traído de Macao.Pese a que la señora Sen tuvo la osadía de recordarle a Baba Su deber para consigomismo, El no probó bocado. Parecía ansioso por mandarlos a todos a la cama. "¡Vayan,vayan! Todos ustedes están demasiado exhaustos...", insistía. Yo protesté diciéndole queviajar con El no .puede nunca extenuar a nadie, pero me repitió que yo necesitaba de undescanso inmediato. Cuando nos levantamos de la mesa, se le informó a la señora Sen...¡que no necesitaba tener listo el café del desayuno de Baba antes de las 8.00! Ella sabía queen Prashanti Nilayam El lo tomaba entre las 6.00 y las 6.30, pero pese a rogarle querevisara esta orden, Baba dio instrucciones de que se le llevara el café recién a las 8.00.Baba estaba solo en la suite reservada para El. Nakul Sen solicitó permiso paraquedarse al alcance de Su llamado, mas Baba le mandó a su propia habitación. Nosotros,los de Bangalore, estábamos en habitaciones de la planta baja.En relación a lo ocurrido esa noche, Baba le escribió lo siguiente al doctor S.Bhagavantham, en una carta que yo mismo le llevé el día 12: "Extraños eventos sucedieronla noche del día 7. No podía estar acostado en la cama, no podía sentarme en ella ni darmevuelta de un costado al otro. Tampoco podía hablar o llamar. No quise causar inquietud ni problemas a nadie, de modo que me quedé en silencio, aparentando que todo era normalconmigo".A la mañana siguiente, cuando los Sen supieron la verdad, quedó claro por quéBaba se abstuvo de cenar y pospuso la hora de Su café de la mañana, queriendo tan sóloretirarse a Su lecho. Entendí ahora también por qué había acortado Su estadía en Dharwar yhabía pedido al conductor del automóvil que pusiera más cuidado en el camino.¡Obviamente, ya estaba "enfermo" cuando salió de DharwariLa señora Sen dijo que sentía que Cabo Raj Nivas era un lugar de mala suerte, yaque Baba se había "enfermado" aquí, pero Baba la corrigió de inmediato: "¡No, es una casade buena suerte! Traje la enfermedad conmigo a Cabo para librarme de ella aquí".En la mañana del día 8, muy temprano, Baba parecía tener muchos dolores y Nalcul Sen llamó a varios médicos de la Escuela de Medicina de Goa y a algunos de losmás prominentes facultativos de la ciudad. Muy poco después, un impresionante equipomédico rodeaba el lecho del enfermo. El informe rezaba más o menos como sigue: "Reseñadel dolor en el cuadrante inferior derecho del abdomen, desde las 15.00 del día 7 dediciembre. Inicialmente, el dolor se extendía por todo el abdomen y su intensidad fue progresiva. Hacia la noche, se fue localizando en la región umbilical y el cuadrante inferior derecho. El paciente tuvo dificultades para extender el miembro inferior derecho. El dolor se agudiza con el movimiento. En la mañana del 8 de diciembre, presentó náuseas y fiebre". Nadie pudo llegar a un diagnóstico definido de la enfermedad, había demasiados expertosreunidos, y Baba se divertía observando el choque entre sus conclusiones.Las damas norteamericanas fueron enviadas a visitar las antiguas iglesias de Goa,impregnadas de historia y vibrantes de potencia espiritual. Los Sen estaban confundidosante el giro que habían tomado los eventos, entre otras razones debido a que el SevaSamithi local había anunciado que Baba daría un discurso en un amplio recinto en el centrode la ciudad a las 17.00 de ese día.June Schuyler escribe: "De regreso en Cabo, almorzamos sin Baba. Fue bastantedeprimente. Cada cual se preguntaba por qué Baba no había venido. Yo no sabía quealgunos estaban al tanto, pero todos estaban demasiado tristes como para hablar. Es algomuy raro que Baba no salga de su habitación, ya sea en Prashanti Nilayam o dondequieraque esté. Siempre se entrega plenamente a Sí mismo, desde temprano en la mañana hastatarde en la noche. Yo sabía que estaba programado que Baba fuera a la ciudad esa tarde para hablar en una reunión pública. Habíamos pasado junto al recinto arreglado, en elmomento que íbamos hacia una de las iglesas que visitamos, y habíamos observado que yaestaba entrando una multitud de personas, muchas horas antes de lo anunciado. Me consolé,ya que entonces le veríamos. ¡Tal vez iríamos con El a la reunión!"A las cinco menos diez nos reunimos en el porch, vestidas con lo mejor queteníamos. Mi corazón comenzó a latir rápida y fuertemente cuando un reloj dio la hora, yaque estábamos por ver a Baba por primera vez ese día... Mis pensamientos retrocedieronhacia la época en que oí hablar por primera vez de El. Una amiga había tratado deconvencerme de que debía reverenciarlo. Yo le había contestado: `¡Cómo podría hacerlo, si pertenezco a jesús! Estoy segura acerca de jesús. Si Baba fuera uno con jesús, le rezaría aEl. Si no lo es, no quiero tener nada que ver con El'. Y agregué: `Si Baba es todo lo que túcrees que es, no se molestará conmigo por lo que pienso'. Entonces vino a mi mente elelectrificante momento en que lo vi por primera vez. Recordé la corriente de emoción yalegría que me sobrecogió. Cuando me vio, Su primer comentario fue que sabía de missentimientos sobre jesús y que los aprobaba y que El, ciertamente, era Lino con jesús. Mimente volvió al momento actual y me llevó a vigilar intensamente la puerta de Baba".Entretanto, el dolor, las náuseas y la fiebre mantuvieron a Baba en cama todo eldía. Llegó la información de que veinte mil personas, muchas de ellas venidas desde aldeasalejadas, habían llenado el maidan, esperando a Baba. Baba decidió levantarse y vestirse para cumplir con la cita y no defraudar a toda esa gente. Mas, no había ascensor en Caboltay Nivas y, por otra parte, en el maidan, Baba tendría que descender veintiocho peldaños para llegar hasta la gente y caminar entre ellas dándoles darshan, teniendo luego que subir el mismo número de peldaños para dirigirles la palabra.Baba me indicó que le dijera a los congregados que se dispersaran con calma y queles asegurara que Baba les hablaría, en el mismo lugar, algunos días después. Debíainformarles que había tomado sobre Sí la enfermedad de un devoto, ya que yo había sidotestigo de otras de estas instancias de curar y de salvar a alguien, a lo largo de los pasadosaños.June escribe: "¡Se abrió la puerta de Baba!... Salió el señor Kasturi... ¿Por qué elseñor Kasturi? ¿Por qué no Baba? Nos quedamos todos sentados, apesadumbrados, viendocómo se ponía un inmenso sol, color rojo sangre, en el Océano Indico".
La asamblea escuchó mi anuncio con asombro y admiración, porque todos habíanescuchado el relato de muchas historias sobre Baba y Sus milagros, mas este misterio detomar sobre Sí una enfermedad y salvar a un devoto de sus consecuencias, era algo de loque nunca habían oído hablar, ni habían imaginado que fuera posible. ¿Podía existir talcompasión? ¿Cómo asumiría Baba una enfermedad y cómo se libraría de ella? ¿Cómo lohabía hecho en el pasado? Muchos se me acercaron para buscar las respuestas, y puderelatarles el gran milagro de Gurú Purnima, cuando Baba había tomado sobre Sí unatrombosis cerebral y varios ataques cardíacos de un devoto y cómo, después de soportar estos males durante ocho días, los eliminó frente a cuatro mil personas, para volver a ser elBaba fresco, libre y pleno de siempre. Les pude decir que la misión del Avatares el rescatede los buenos y el castigo de los malvados. Baba interviene para compensar la deudakármica de los devotos, cuando estos claman sinceramente por Su Gracia, expliqué. Esa esla medida de Su Divina Compasión.Esa noche, a las 20.00, los médicos informaron: "Yace en la cama en posiciónsupina, con las piernas encogidas. En el examen, el lado derecho del abdomen no se muevecon la respiración; abdomen sensible de ese lado, y el costado inferior, punto de mayor sensibilidad, no muestra sensibilidad refleja... se reduce al cuadrante derecho inferior, presentándose rigidez del costado. La temperatura es de 100°F, el pulso de 100/m, larespiración de 16/m. Cuenta total de sangre: 22.000, neutrófilos 88%. Se llegó a undiagnóstico de apendicitis paracólica aguda. El paciente rehúsa una intervenciónquirúrgica".Hubo periodistas que contactaron a los doctores, ansiosos por informar acerca delas razones para posponer la reunión pública, alarmados por las noticias de la enfermedadde un personaje de renombre mundial. Los médicos les informaron que Baba sufría de unagudo ataque de apendicitis. La noticia atravesó la India como un relámpago y se difundió através de los diarios de la mañana, editados en Bombay, Delhi, Calcuta, Madrás, Bangalorey Madurai. Empezaron a recibirse telegramas y llamados telefónicos de todos los rinconesdel país, rezando y suplicando, llenos de incredulidad y esperando un desmentido, llenos deesperanza, de lágrimas y lamentos. Hubo muchos ofrecimientos en cuanto a tomar sobre síla enfermedad de Baba, otros indicaron que ayunarían hasta que Baba estuviese repuesto.Los devotos de fe más firme en Su Divinidad, se mostraban convencidos de que, tal comohabía sido asumida milagrosamente, también sería milagrosamente eliminada.Los doctores decían que debía estar sufriendo dolores insoportables, mas Baba nosdijo: "Si tuviera que reconocer que me está causando dolores, ¿por qué la habría tomadosobre Mí? La asumí con Amor y el Amor nada sabe de dolor". June escribe: "La señora Senme confió que había estado orando todo el día, rogándole a Baba que le permitieracompartir el dolor. Todos nos apropiamos de esta idea y marchamos hacia la habitación deBaba con la misma solicitud. Nos mandó de vuelta diciendo: `No siento ningún dolor y,aunque lo sintiera, no tengo el hábito de distribuir dolor como prasadam"'.Indra Devi llevaba consigo una cajita que le había dado Baba, con un ídolo deGanesha en la tapa. La cajita contenía vibhuti y, al dársela, Baba había dicho: `Dale esto alas personas que sufren y las aliviará'. `El vibhuti no se acabará nunca'. Ella ofreció a Babaese vibhuti, pero El la despidió diciendo: "Sería egoísta. Sólo quiero tu Amor, el regalo delAmor y no el objeto que te di para ayudar a otros". June imploraba en silencio: "¡Oh Baba!Eres tan dulce, tan completamente bueno. El resto de nosotros merece este dolor, pero noTú. Por favor, elimina esta condición de Tu precioso cuerpo"
Escribe June: "Por último, vacilando, le recé a jesús: `Si Baba no desea sanarse por Sí mismo, ¿no lo podrías sanar Tú?'. Pero supe que esta súplica no tendría una respuesta puesto que jesús y Baba eran Uno. Y retrocedí a la metafísica. El reconocimiento de laVerdad podía expulsar la enfermedad. Resultaba simple ver al Cristo en Cristo mismo.`¡Baba! Tú eres la Luz y en la luz no hay oscuridad.' Repetí esto en silencio una y otra vez.Sabía que esta declaración era absolutamente verdadera, pero también sabía que en el planofísico, Baba le permitía el libre juego a maya por el bien de alguien que se había entregadoa El. No permitiría que mis débiles tartamudeos metafísicos influyeran sobre un paso queEl había determinado dar. Temí que mi enfoque era bastante equivocado".Los doctores entraban y salían de la habitación de Baba. Indra Devi estaba en elsantuario de Cabo, aplicando el vibhuti curativo que Baba le había dado en el costadoderecho del abdomen de una foto de gran tamaño de Baba, pidiendo que se sanara pronto aSí mismo. La señora Sen estaba alternadamente confiada o preocupada.June escribe: "El señor Kasturi rezumaba serena confianza. Estaba seguro de queéste era otro milagro de milagros, que Baba estaba sufriendo por el bien de alguien, queconcentraría en algunas horas de sufrimiento lo que el devoto habría tenido que sufrir por semanas y que muy pronto veríamos el fin de otro lila Divino. Nos acercábamos a menudoa entibiarnos al calor de su optimismo. También el señor Sen estaba seguro de que Babaenfrentaría a los médicos con otro milagro asombroso y aplastante."De pronto, recordé que se le había pedido al señor Kasturi cancelar suscompromisos en Ceilán y unirse a nosotros en el viaje a Goa, y se me ocurrió que habíasido precisamente por esta razón: para infundir seguridad cada vez que la duda levantarasus fauces amenazadoras. Su rol era burlar a la serpiente (Satanás) y restaurar el valor.`Cuéntenos sobre la oportunidad en que Baba asumió el ataque de parálisis', le pedimos, yel señor Kasturi se entregó, con genuino entusiasmo, a la historia de la consternación deesos ocho días y noches, la súbita expulsión de los crueles síntomas, el triunfo final... ¡Lainfinita compasión, el infinito poder!".Los devotos salieron de la habitación de Baba. Sus rostros se veían solemnes yserios, como dominados por un problema insoluble. Escribe June: "Cierta vez, le había preguntado a Baba: `¡Por qué jesús permitió ser crucificado?'. Y recuerdo Su respuesta:`Porque los Grandes Seres nunca hacen uso del poder espiritual para sí mismos'. ¡Ah!entonces, Baba no había arreglado el automóvil el sábado en la noche, porque no eraimperativo para el bien de nadie que no fuera El. '¡Baba, Baba!', exclamé, '¡Te adoro, Teamo absolutamente! ¡Imperfecta como soy, Te entrego por completo mi corazón!'."En este preciso momento comprendí que el señor Nakul Sen nos hacía señas a laseñora Rajagopalan, a Indra Devi y a mí, para acercarnos a la puerta de la habitación deBaba. Casi no podía creer que fuese cierto. Cruzamos el umbral, expectantes, fijandonuestros ojos en el lecho en el cual el Maestro estaba sufriendo por Su amado devoto...¡Pero no estaba allí! ¡Estaba de pie frente a nosotros, débil y frágil, con los ojos irradiandoamor y misericordia, pero lleno de encanto pese a todo!"Recogió un poco Su bata naranja y nos permitió tocar esos preciosos Pies. Susamorosos Pies estaban calientes debido a la fiebre. El amado rostro se veía pálido y llevabadibujado en él el dolor. Las mejillas se habían hundido por la falta de sueño y descanso.Pero se había levantado por nosotras. `No se preocupen', dijo amorosamente, con un tonosuave y tranquilizador. `Está un poco alterado, eso es todo', continuó, señalando el ladoderecho del cuerpo
"`ISwami! Acepta lo que prescriben los médicos', rogamos. `¡Qué saben losdoctores! ¿Qué podrían prescribir? Solamente quiero vuestro amor...', dijo queda y casianhelantemente. Salió de la habitación hacia la salita contigua donde los otros esperabanansiosamente. Se quedó de pie algunos minutos, mirando lánguida y amorosamente a todosellos, tranquilizando a los temerosos y cargándoles de valor. Luego, volvió al lecho. Ninguno de nosotros sabía que el apéndice estaba a punto de reventarse y que los doctoreshabían dicho que a ningún precio debía levantarse de la cama".Más tarde, en Bombay, el día de Navidad, Baba se refirió a la enfermedad quehabía tomado sobre Sí en Goa y al sufrimiento que le había causado a muchos: "El otro día,en Goa, vino una seria enfermedad a este cuerpo. Muchos que me son devotos, sehundieron en la angustia y la desesperación cuando lo supieron. Este cuerpo no podrá jamás padecer de enfermedades. Ellas ni siquiera se le pueden acercar. Si llegara a producirsealguna vez, crean en lo siguiente: le pertenece a otro y no a Mí. Y se irá en la misma formaen que llegó: por Mi Voluntad. Yo no tengo contacto con ella, ni ella me afecta". El hechoes que cuando un devoto suplica ser aliviado, Baba le otorgará Su Gracia ya sea directa oindirectamente. Muchas veces el devoto no es capaz de percibir la inminencia de unaenfermedad. Entonces, Baba se interpone entre él y la enfermedad, como lo hiciera el Señor Shiva en el caso de Markandeya.El 9 de diciembre, los doctores decidieron poner una sonda nasofaríngea, paraaliviar el hipo que le estaba haciendo retener gases. También hablaban acerca de la urgentenecesidad de proceder a una punción, para poder succionar con una jeringa el pus que habíaen el absceso. Realmente, debe haberle producido un dolor terrible, cada vez que el hipotensaba los músculos abdominales y afectaba la hinchazón en torno del apéndice inflamado.Pero, al final, los doctores abandonaron Cabo Raj Nivas con sus sondas y botellas, porqueBaba se rehusó a aceptar sus proposiciones.Para el día 10, estaba anunciada una reunión de bhajans en la Casa de Gobierno yse había corrido la voz de que Baba asistiría. Baba también dijo: "¡Sí, organícenla!". Losmédicos no podían creer a sus oídos. No eran capaces de prever ninguna aparición en público ese día. En la mente de muchas personas había dudas, interrogantes y asombro y,entre ellas, sólo unas pocas creían en que cualquier cosa que El dijese, sucedería. A la horadel té, la señora Sen se veía más bien seria, ya que el tiempo corría y la gente estabaconfluyendo hacia el lugar de reunión. Después de haber sido sacudida previamente por lanoticia de la dolorosa enfermedad, Goa se sentía ahora alborozada, ante el impacto de tan buena nueva.La condición de Baba puede ser descripta en Sus propias palabras: "Los doctoresse mostraban unánimes en cuanto a que era necesaria una operación inmediata o, de locontrario, no se podían hacer responsables por lo que pudiera suceder. Decían que elapéndice inflamado ya se había reventado y que la materia purulenta había entrado a lasangre, una situación fatal para todos los mortales". En estas condiciones, Baba tuvo quecruzar una distancia de, aproximadamente, sesenta metros para llegar hasta la silla quehabía sido colocada para El en el estrado, para la reunión de bhajans.Más tarde, durante la sesión de bhajans, Sri Nakul Sen relataba: "Los médicossentían pánico, y pude sentir que se mostraban absolutamente contrarios a lo que BhagaVanme había dicho. Mas un sexto sentido, me indicaba que Bhagavan estaba sólo mostrandouno de Sus lilas en Goa y que, a través de Su volición, se libraría de este problema con lamisma rapidez con que lo había asumido".
El jefe del equipo de médicos, el doctor Varma, llegó alrededor de las 16.00 y, alver la alfombra de flores que cubría el trayecto de sesenta metros hasta el estrado, protestóseñalando que era una distancia demasiado larga para recorrerla a pie. Sugirió acortarla por medio de salidas a través de otras puertas y pasillos que la reducirían a unos doce metros.Indicó el doctor: "El estrado mismo deberá desaparecer. Dejen la silla en el suelo, ya que Elno podrá subir los peldaños, por bajos que sean. Y, por favor, ubiquen el estrado en elextremo más cercano del recinto y no en el extremo opuesto".A las 17.00, Baba fue conducido hasta la sala de baño y veinte minutos despuéssalía de allí recién afeitado y vistiendo una bata nueva. Cuando los doctores le examinaronno pudieron encontrar absceso alguno ni rastros de la voluminosa hinchazón. Toda el áreadel apéndice parecía blanda y tan normal al tacto como debía ser."¡Helo ahí!", dijo Nakur Sen, en el discurso que pronunciara tan pronto Baba sesentó en el estrado, a las 18.00, "BhagaVan caminó desde su habitación al estrado, unadistancia de sesenta metros, sin ninguna ayuda, y se sentó erecto en la Silla Oficial". june escribe acerca de este momento histórico de éxtasis: "Comenzaron los bhajansy mi corazón latía con un jubiloso ritmo de expectación. El amor por Baba llenaba elrecinto. ¡Ah! ¡Ahí venía El, avanzando majestuosamente por la sala, a pesar de que durantetodo el día había necesitado de la asistencia de dos hombres! Ahora caminaba como si nadahubiera pasado. Sus pasos eran seguros y gráciles, como siempre. Las mejillas que lucíandesencajadas la última vez que le viera, se veían ahora frescas y lozanas. Su Amor inundóla sala. Era algo abrumador. Dio la vuelta por el recinto y cuando veía a alguna personaenferma apoyándose contra el muro, Su mano empezaba a describir el familiar movimientocircular para crear la curación."Los ojos de Baba que sondean en las profundidades, que derraman amor ycompasión, que pueden centellear cuando habla de la hipocresía, la crueldad, la falsedad ola injusticia, o que pueden estar llenos de humor, se mostraban tan elocuentes comosiempre. Tomó Su lugar sobre el diván frente a la congregación y comenzó a marcar elritmo de los bhajans que se cantaban. La señora Itajagopal que estaba sentada a mi lado, mesusurró al oído: `¡Mira! Esos ojos se ven más bellos que nunca. Hay una expresión etéreaen ellos, que no es de este mundo, una mirada de radiante alegría y de adoración'. Lamirada de Baba acariciaba a la concurrencia que le observaba sin siquiera pestañear,mostrando aún la aprehensión en cuanto a que la cura que había efectuado sobre Sí mismofuera sólo parcial o temporaria".El señor Nakul Sen se mostraba lleno de gratitud y de asombro. Al dar la bienvenida a Baba y al presentarle a los presentes, como se acostumbra, dijo: "Bhagavanreside en los rincones internos del corazón de todos Sus devotos y no hay nada que El noharía por ellos. Ha aparecido simultáneamente, en esta Forma, en diferentes lugares, paraayudar a Sus devotos en problemas o para salvarles de calamidades inminentes de las quesólo El sabe. A través de Su Voluntad (Sankalpa), ha asumido las enfermedades de Susdevotos y las ha sufrido por ellos porque, de haberlos abandonado, ellos habríansucumbido.De esto acabamos de ser testigos, un lila que ha dejado completamente perplejos alos expertos médicos de Goa. Ello hace que no quede duda alguna en nuestras mentes deque no hay nada en todo el Universo que quede fuera del alcance de BhagaVan Sri SathyaSal Baba. Su lila no tiene precedentes, llena de júbilo, es dulce de recordar, promueve lafelicidad y el bienestar del género humano, domina la mente y la vuelve hacia la verdad, la belleza y la bondad. iY, además, otorga Bienaventuranza (Apanda)!"
El Gobernador también habló con bastante detalle acerca de Goa y de suasociación con Rama y con Krishna durante sus respectivas carreras terrenales. Habló delas leyendas que subrayan la santidad de los ríos Mandavi y Aghanasini, que desembocanen el mar justo frente al Cabo Raj Nivas. Nakul Sen concluyó sus descripciones de las antiguas glorias de Goa y sussagrados contactos con Shiva, Rama, Krishna y Parasurama, los Divinos Avatares, conestas palabras: "No resulta extraño que el Señor haya decidido visitar nuevamente estaantigua y sagrada tierra en la forma que ha asumido ahora, con el nombre de Sathya SalBaba. El ha amado a Goa en Sus anteriores encarnaciones, y Goa le sigue siendo caraincluso ahora".Baba habló por más de cuarenta minutos con Su énfasis y soltura de siempre. Laasamblea escuchaba hipnotizada, puesto que se trataba de un mensaje de triunfo, de benevolencia y de bendición.La enfermedad que se había desvanecido una hora atrás, seguía latente, principalmente, en la mente de todos, de modo que Baba habló de la importancia de su"entrada y salida de escena" y de su ubicación en el esquema de actividades del Avatar:"Hay muchos que dudan de la existencia de Dios o que lo niegan o que, incluso, desechanla idea de Dios como una tonta y obsoleta superstición. Lo Divino, por Su Gracia Innata,revela Su Gloria suprahumana para hacerles desechar su soberbia. Los que dudan recibensu respuesta sin siquiera pedirla; la puerta se abre sin siquiera llamar a ella, porque los queniegan nunca golpearán a ella. La 'superstición' se verá iluminada y ascendida a un statusdivino, por una experiencia concreta, un hecho indiscutible. El cuerpo humano generaenfermedades como consecuencia de una alimentación equivocada y de hábitos frívolos, otambién de una estúpida irreflexión o de emociones fanáticas. La enfermedad de la quefueron testigos durante los últimos dos días fue algo diferente. Yo la asumí, la tomévoluntariamente, con el fin de salvar a una víctima que no la habría podido sobrevivir. Elque su existencia continúe saludablemente, resulta deseable para la tarea que me interesa.Una de las funciones del Avatares derramar Gracia sobre el devoto. El apéndice se habíainflamado y se había convertido en un absceso que los médicos podían curar únicamenteeliminándolo... Pero sé que él no lo habría podido sobrevivir. He venido con este cuerpo para salvar del dolor a otros cuerpos. Este cuerpo está siempre libre de dolor. Laenfermedad jamás podrá afectarlo."Tuve que salir al rescate de una persona que me había entregado hasta su razón.Asumí su enfermedad y pasé por ella. Ya no volverá a afligirla. Ustedes se refieren a esteincidente como un milagro, pero han de recordar que cada uno es un milagro. Cadarespiración es una prueba de la providencia de Dios. Cada evento es una consecuencia de laDivina Omnipotencia. Dondequiera que encuentren Verdad, Belleza, Bondad, justicia,Sabiduría y Compasión, Dios se encontrará presente y activo. ¡Un ateo niega a Dios con elmismo aliento que Dios le ha dado! Cierra los ojos que Dios ha abierto en él y declara queallí no puede ver ningún Dios. Es por ello que han de llevarse a cabo tales eventosasombrosos, los cuales han de darse a conocer a los hombres en todas partes, para que elgénero humano pueda ser salvado del exceso de compromiso cariñoso que tiene con elmundo y pueda ser afectuosamente atraído hacia el Maestro del mundo."
OMSAIRAMMM...
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Sai Ram - How Bhagawan suffered for a Devotee's sake
In the December of 1970, Bhagawan travelled to Panaji, the capital city of Goa stopping en route in the town of Dharwar in Karnataka. In Panaji, a strange and mysterious turn of events took place, which afforded His devotees another glimpse into His Divine nature. In fact, just prior to this incident, Prof. N. Kasturi, Bhagawan’s biographer, was to start for Sri Lanka, as Swami had blessed him earlier to address the Sai Centres there. But, all of a sudden, Bhagawan commanded him to cancel his visit and accompany Him to Goa instead. For what happened next is narrated in the most wonderful manner by Prof. Kasturi in the third volume of Sathyam Sivam Sundaram.
At noon the next day, I accompanied Baba on a circuitous journey to Goa. The three cars moved towards Jog Falls. As usual, while leaving Brindavan, devotees lined up on both sides of the road, anxious to get a glimpse of Baba and to see the Hand waving to them.
It was a Fiat 1500 in which Baba, Mr. N.D.M. Appah, Chairman, Mysore State Electricity Board, and myself were travelling. The road was stony and rough, so the drive was full of jerks and bumps – this caused Baba to reprimand the driver for not being circumspect enough. “You do not know how much pain I get in the abdomen when it bumps,” He said. We wondered why Baba who withstood worse roads better, was insisting on slow driving that day…
When the cars reached Goa, it was night. The stars came forth; they came with us, every yard of the road, keeping pace. When the border of Goa was reached, the Lt. Governor of Goa, Sri Nakul Sen, received Baba and let us into a rest house, where china gleamed in the shelves by the wall and geraniums glistened on the window sills. We had coffee; from then on Baba sat in the State car, with the head of the state.
Hurrying around the rambling roads, towards Panaji (the capital of Goa), the cars finally arrived at Raj Nivas, the Palace of the Governors-General of the “Portuguese Possessions in India and the Far East” for many centuries, but now, the official residence of the Lt. Governor. The time was 9.15 p.m. We had motored 385 miles, since morning, over good and bad roads, but Baba as fresh as a lily when He hastened up the red-carpeted flight of steps to the flower-decked apartments, set aside for His stay. Very soon, Baba presided over the dining table to which we were led by the Lt. Governor. He watched with amusement the contingent of waiters, and the beautiful chinaware, which the Portuguese had brought from Macao.
Though Mrs. Sen made bold to remind Him of His duty to Himself, He did not eat anything. He appeared to be anxious to send everyone to bed. “Go, go! You are all very much exhausted,” He insisted. I protested that travelling with Him can never exhaust anyone, but He repeated that I was really in immediate need of rest. When we rose Mrs. Sen was informed by Baba that coffee be made ready for Him only at 8 a.m. the next day! She knew that at Prasanthi Nilayam, He had His coffee at around 6 a.m., but despite appeals for revising the order, Baba gave instructions that it was to be brought only at 8 o’ clock.
Baba was alone in the suite reserved for Him. Nakul Sen pleaded for permission to be within call, but Baba sent Him away to his own room. We from Bangalore were in rooms on the ground floor.
About what occurred that night, Baba wrote later to Dr. S. Bhagavantam, in a letter I carried to him on the 12th December, “On the night of the 7th, strange events happened. I could not lie in bed, I could not sit upon it, nor turn, from one side to another. Nor could I speak or call. I did not like to cause anxiety or trouble to anyone. So I kept silent, pretending that all was well with Me”!
Next morning when the Sens grew aware of the truth it became clear, why He had abstained from dinner, and postponed the coffee hour, wanting only to hurry away to bed! I too began to understand why He had come away from Dharwar, and why He had taken the driver to task. Obviously, He had been ‘ill’ when He started out from Dharwar!
Mrs. Sen felt that Raj Nivas was an ‘unlucky’ place since He had fallen ‘ill’ there, but Baba immediately corrected her. “No, it is a house of good luck! I brought the ‘illness’ with Me to Cabo, so that I could get rid of it here”.
By daybreak on the 8th, Baba appeared to be in great pain and Nakul Sen called in doctors from the Medical College at Goa, and some leading physicians of the City. Soon an imposing medical team surrounded the sick bed; their report read as follows, “history of pain in right lower quadrant of the abdomen since 3 p.m. on the 7th December. To begin with, the pain was all over the abdomen, progressive in intensity; towards the night, it localised in the umbilical region, and the right lower quadrant. Had difficulty in extending the right lower limb. Pain is exaggerated by movement. 8th December morning, had nausea and fever”. No one could be definite about the illness; there were too many experts and Baba was amused at the clash of their conclusions. The Sens were aghast at the turn of events for, among other reasons, the local Sathya Sai Seva Samithi had announced, that He would deliver a discourse at the large Maidan in the heart of the city, at 5 p.m. that evening.
Meanwhile, pain, nausea and fever kept Baba in bed all day. Information came that 20,000 people crowded the Maidan, awaiting Baba; and half the number had come from far off villages. Baba endeavoured to rise and don fresh clothes to keep the appointment, and not disappoint thousands of people. But Cabo Raj Nivas had no lift; for reaching the Maidan, Baba would have had to get down 28 steps and walk up some distance in order to give Darshan to the people. And then, climb the 28th steps back to His room!
Baba directed me to tell the assembly to disperse quietly, and to assure them that He will be addressing them in a few days at the same place. I was to tell them that He had taken over the illness of a devotee, for I had witnessed such instances of healing and saving in the past years.
At 8 o’clock that night, the doctors reported, “Lying supine in bed, with legs drawn up. On examination, the right side of the abdomen not moving with respiration; abdomen tender on the right side, and the lower flank…, point of maximum tenderness in lower flank…, no rebound tenderness.. . guarding present over right lower quadrant, with rigidity of flank. Temperature 100 F; pulse 100 /m; respiration 16/m. Total blood count 22,000; neutrophils 88%. A diagnosis of acute paracolic appendicitis was made. Unwillingness for surgical intervention”.
Pressmen approached the doctors, anxious to report the reason for the postponement of the announced public meeting, alarmed at the news of the illness of the world-renowned personality. The doctors told them that Baba was suffering from an acute attack of appendicitis. This news was flashed all over India and spread through the early morning editions and the papers issued from Bombay, Delhi, Calcutta, Madras, Bangalore and Madurai.
Telegrams and telephone calls poured in from all over the country, praying and pleading and denying – disbelieving, hoping, weeping and wailing. There were many offers to accept the ‘illness’ from Baba; some devotees said they would fast until Baba was free from the illness. Devotees having firm faith in His Divinity were convinced that just as the illness had been taken on miraculously, it would be thrown off miraculously, too.
The doctors told us Baba must be suffering excruciating pain, but He said, “I have taken it on upon Myself with Love and Love knows no pain”!
Ms. June Schuyler, a school teacher who was accompanying the party writes: “I had once asked Baba a question, and I now remembered His answer. ‘Baba, why did Jesus allow Himself to be crucified?’ ‘Because the Great Ones never use spiritual power for themselves”. Ah! Baba had not set the car right on Saturday night because it was not imperative for the good of someone other than Baba. “Baba! Baba!,” I exclaimed, “I adore you; I utterly love you. Imperfect as I am, I give my heart to you completely”!
Precisely at this very moment I became aware that Mr. Nakul Sen was motioning to Mrs. Rajagopalan, Indra Devi and myself to step inside the doorway of Baba’s room. I could not believe it was true. We crossed the threshold half expectant, fixing our eyes on the bedstead where the Master was suffering for His dear devotee. He was not there! He was standing before us, feeble and frail, with eyes full of love and mercy – charming in spite of it all.
He drew back the orange robe, and permitted us to touch those precious feet. The lovely feet were warm because of the fever. The beloved face was pale and etched with pain. The cheeks had been hollowed for want of sleep and refreshment. But He stood there for our sake. ‘Do not worry’, He said tenderly, in a soft, soothing voice, ‘It is a little upset, that is all’, indicating the right side of the body.
‘Swami! accept what the doctors prescribe’, we prayed. ‘What do the doctors know? What can they prescribe? I only want your Love’, He said, quietly, almost wistfully. He stepped out of the room into the adjacent drawing room where several others anxiously waited. He stood for a few minutes, looking languidly, lovingly, at them all, reassuring the timid and charging them with courage. Then He returned to the bed. None of us knew that the appendix was very near bursting point, and the doctors had said that He must not rise from his bed at any cost.
Later in Bombay, on Christmas Day, Baba referred to the “illness He had taken on at Goa” and the suffering it caused to many…
“The other day, a serious illness came upon this body in Goa. Many who are devoted to Me were plunged into anxiety and despair when they learnt of it. Illness can never afflict this Body. It cannot even approach it! If it should come sometime – believe this – it belongs to someone; not Myself. And it goes just as it came, of My free Will. I have no contact with it; I am not affected by it.”
On 9th December, the doctors decided to put tubes down the nose to relieve the hiccough, which was complicating matters, for taking the gas out of the stomach. They talked also of the urgent need that had arisen to puncture the lump and syringe off the pus from the abscess. It must indeed have given a terrible gash of pain for Baba, every time the hiccough pulled the muscle tight and affected the lump round the inflamed appendix! But eventually the doctors left the Raj Nivas with their tubes and bottles, as Baba refused to accept their proposals.
On the 10th, a Bhajan meeting had been announced at Government House, and word had gone round indicating that Baba would attend the meeting! Baba too said “Yes! Arrange it”. The doctors could not believe their ears. They did not foresee any possibility of a public appearance that day. There was doubt, wonder and amazement in the minds of various people, but a few of them were convinced that whatever He says will come to pass.
At tea time Mrs. Sen looked rather serious, as time was running out and already people were streaming towards the meeting place. Goa, which had been previously shocked by the news of the agonising illness, was now jolted by the impact of such good news.
Baba’s condition may be described in His own words: “The doctors were unanimous that an immediate operation was necessary, or they would not be held responsible for what might happen. They said the inflamed appendix had burst, and the pus had entered the blood – a situation that is fatal for all mortals”!
Baba had to move across His own room, across the drawing room, walk along the veranda, ascend a low step, get across to the doorstep of the hall which He had selected for Bhajan, traverse its length, reach the dais, climb two low steps – and finally sit upon the chair placed there. A total distance of 200 feet! A floral carpet stretched all this length.
Sri Nakul Sen spoke later during the Bhajan sessions. “The doctors became panicky, and I could feel that they were absolutely against what Bhagawan had said to me. My sixth sense somehow assured me that Bhagawan was showing one of His Leelas in Goa and that through His Sankalpa (Will) He would get rid of this trouble as quickly as He had assumed it.”
Dr. Varma, the chief of team of doctors came at about 4 p.m. and finding a floral carpet covering a distance of 200 feet, protested that it was too long a walk. He suggested some short cuts through other doors and passages making the journey a distance of only 40 feet. He said, “The dais itself will have to go; let the chair be on the floor, for He cannot get up the steps however low they may be – and please, have the dais on the near side, not at the farthermost end of the hall”.
At 5 p.m. Baba was led into the bathroom, and twenty minutes later He came out of it, clean shaven, wearing a new robe! Fresh as a new blossomed rose.
When the doctors examined Him again, they could not locate any abscess, nor could they find any trace of big lump of flesh near it. The whole area of the appendix was as soft and as normal as it could be.
“Lo and behold!,” said Nakul Sen, in the speech he delivered as soon as Baba sat on the dais at 6 p.m., “Bhagawan walked from His bedroom to the dais, a distance of about 200 feet without any aid. He sat down erect on an office chair”.
Ms. June writes about that historic moment of ecstasy: “Bhajan began, and my heart was pounding a joyous tune of expectancy. Love for Baba filled the hall. Ah! There He was, moving majestically down the hall, although He had required the assistance of two men all day. He now moved as if nothing had ever happened. His steps were as sure and graceful as ever. The cheeks which had been hollow when I last saw them were completely filled out. His Love flooded the hall. It was overpowering. He swung into the room, and when He saw someone leaning against the wall with a sick child beside him, the Hand began the familiar circular motion to create the cure.
Baba’s eyes which plumb the depths, His eyes which pour out love and compassion, His eyes which flash when he speaks of cruelty, falsehood, hypocrisy and injustice, eyes which can be full of quips, were as eloquent as ever. He took His place on the divan in front of the gathering and began keeping rhythm with the Bhajan being sung, with His head and hand. Mrs. Rajagopal whispered in my ear, “Look! Those eyes are more beautiful than ever. There is an ethereal expression, not of this world in them; a look of radiant joy and adoration”.
Baba’s eyes caressed the gathering, which was watching Him without even a wink, apprehensive that the cure He had effected on Himself, might be only partial or temporary.
Sri Nakul Sen was full of gratitude and wonder! While welcoming Baba, and introducing the gathering to Him as convention demanded, he said, “Bhagawan lives in the inner recesses of the hearts of His devotees; there is nothing He would not do for them. He has simultaneously appeared in this Form at different places, to help His devotees in distress, or to save them from impending calamities, of which He alone has the precognition! Through His Sankalpa or Will, He has assumed the illness of His devotees and suffered it from them, because they would have succumbed to it, if left alone.
We have witnessed this now, a Leela which has greatly perplexed the medical experts of Goa. It leaves no doubt in our minds that there is nothing on this earth which is beyond Bhagawan Sri Sathya Sai Baba. His Leela is Adbhut – unprecedented; it is Romancha Kari – exhilarating; it is Madhumaya – sweet in memory; Mangalamayi – promoting the happiness and welfare of mankind; Manoharini – overpowering the mind and turning it to truth, beauty and goodness. It gives Ananda – bliss!…”
Nakul Sen concluded his descriptions of the ancient glories of Goa and its sacred contacts with Siva, Rama, Krishna, and Parasurama, the Divine Avatars, with these words: “No wonder the Lord decided to visit this ancient and sacred land again, in the form which He has assumed now, with the name of Sathya Sai Baba; He has loved Goa in His previous incarnations and Goa continues to be dear to Him even now”.
Baba spoke for over forty minutes with His usual emphasis and élan. The gathering listened spellbound, for it was a message of triumph, benevolence, and benediction.
The illness that had vanished an hour ago was still uppermost in the minds of all, and so, Baba spoke of the significance of its ‘entrance and exit’ and its place in the scheme of the Avatar’s activities.
“There are many who doubt the existence of God or deny Him, or dismiss the idea of God as a silly outworn superstition. To make them discard their conceit, the Divine, out of Its Innate Grace, reveals its superhuman glory. The doubters receive the reply without asking, the door is opened without even a knock; for those who deny will not knock at all. The ‘superstition’ will be illumined into divine status by a concrete experience, an indisputable fact.
The human body generates diseases as a result of faulty food or frivolous habits, or foolish rashness or fanatic emotions. The illness that was witnessed by you during the last two days was quite different. That was an illness taken over by Me, voluntarily put on, in order to save a victim who could not have survived it! His continued existence, in good health is desirable for the task dear to Me. Pouring Grace on the devout is one of the functions of the Avatar. The appendix was inflamed, it turned into an abscess which the doctors could cure only by removal… He could not have survived it, I know. I have come with this Body in order to save ‘other bodies’ from pain. This Body is ever free from pain. Disease can never affect it.
I had to go to the rescue of a person who had surrendered to Me – even his judgment. I took over his illness and went through it. It shall not recur again in him. You refer to this incident as a miracle, but remember – every breath is a proof of the Providence of God. Every event is the consequence of Divine Omnipotence.
Wherever you find truth, beauty, goodness, justice, wisdom, compassion – God is present, and active. An atheist denies God, with the very breath that God has given him! He closes the eyes that God has opened in Him, and declares that there he could see no God. Therefore, such amazing events have to be accomplished and made known to man everywhere, so that mankind can be saved from over-fond involvement with the world, and lovingly drawn towards the Master of the World.”
Reference: “Sathyam Sivam Sundaram” Vol – III by Prof. N Kasturi. Published by Sri Sathya Sai Sadhana Trust, Publications Division, Prasanthi Nilayam.
EL APÉNDICE MILAGROSO
"Estimado Sri Kasturi: Su telegrama cancelando su prometida visita a Ceilán, haayudado a afirmar más que antes nuestra fe en Baba". No era esta una respuesta particularmente cortés como para recibirla de un secretario del Sri Sathya Sai Seva Samithi.Baba me había permitido aceptar una invitación para visitar Ceilán, en una peregrinaciónSai, para encontrarme con devotos en diferentes aldeas y ciudades y compartir experienciasy gozos. Mi pasaje consta de tramos por tren y por avión. Me dirigía Whitefield munido demi maleta y maletín, para despedirme de Baba y recibir Sus bendiciones. El tren correohacia Madrás, donde abordaría el avión, salía de Bangalore en una hora. Cuando toqué losPies de Loto, Baba me preguntó: "¿A dónde vas?". Le respondí que iba camino a Ceilán. Eldijo: "¿Por qué Ceilán? Envíales un telegrama cancelando tu visita y ven conmigo a Goa,mañana".Aquél había sido el telegrama que elevó la fe de los devotos de Sai en Ceilánvolviéndola inconmovible. Fue más adelante que Sri Thyagarajiah, el secretario, metranquilizó al explicarme el críptico comentario. El doctor Nallainathan, presidente delSamithi, había leído ante una numerosa congregación de devotos, mi primera carta en laque aceptaba el programa de diez días y, llegando al final, hizo algo totalmentedesacostumbrado. Se oyó decir a sí mismo: "Cierto es que el señor Kasturi ha accedidomuy amablemente a venir y a estar con nosotros por diez días. Pero oigan, lpuede que novenga en absoluto!. Hay un buen trecho entre el vaso y la boca. Puede que en el últimomomento recibamos un telegrama cancelando su visita". ¡Seis días después llegó eltelegrama! Y en Ceilán se supo que había sido Baba quien había persuadido al doctor Nallainathan para pronunciar esas palabras aquel día, puesto que es El quien configura elfuturo, reacomodando Sus proyectados planes. Si no somos capaces de hacer predicciones para nosotros mismos, ¿cómo podríamos predecir acerca de Baba? El dice que nadie sabelo que El va a hacer en los próximos cinco minutos, de modo que debemos permanecer ensilencio observando la trama divina.A1 día siguiente, a mediodía, acompañaba a Baba en un viaje por algunos puntosde Goa. Los tres coches de la comitiva enfilaron hacia Jog Falls (Cataratas de Jog). ELgrupo incluía a tres damas de los Estados Unidos: June Schuyler, quien se describe a símisma como una simple maestra de niños, de edad madura; Indra Devi, celebrada en losEstados Unidos como "la primera dama del Yoga"; y la señora Rajagopalan, una italianaresidente en ese país, con su marido indio. Como es habitual al dejar Brindavan, los devotosse alinearon a ambos lados del camino, ansiosos por lograr ver a Baba y Su mano agitándose fuera de la ventanilla, hasta que el vehículo desaparece de la vista al tomar lacurva.La tarde era tranquila y luminosa. "Cuando los coches llegaron a la calma delcampo", escribe June, "mi mente estaba desordenada por un cierto sentimiento deincredulidad. Por muchos años, cualquier tipo de paz me parecía una perspectiva imposible.Mi única esperanza era Dios. Y ahora, maravilla de maravillas, me sentía feliz ya que elSeñor sacaba las cargas de mi mente".En un punto del camino, Baba indicó a los vehículos que salieran de la carretera, para que pudiéramos tomar café y algunos bocadillos. El mismo se preocupó de abrir jarrosy cajas, de sacar botellas y vasos, y nos sirvió los bocadillos y el café a todos. Losconductores se unieron al grupo y también fueron servidos. Algunos labradores que sehabían acercado a observar, también recibieron una atención extra del Maestro.Cuando reanudamos el viaje, pareció que el vehículo de Baba rezongaba un poco,mas fue persuadido de tomar la carretera con unos suaves empujoncitos. Durante lassiguientes quince millas tuvo que ser persuadido tres veces más para seguir y las Jog Fallsestaban aún a cien millas de, distancia. A las 20.00 el automóvil se detuvo y se rehusó amoverse, pese a todos los esfuerzos por ponerlo en marcha. Tuvo que ser remolcado devuelta hasta Tiptur, para ser atendido mecánicamente en un taller local. Entonces, Babadecidió retornar a Brindavan. El se mostraba bastante indiferente. No habló de ello conningún sentimiento de decepción. Entre los ocho atributos de la Divinidad se encuentra laausencia de apego.Escribe June: "Cayó una estrella fugaz. Baba, que nunca deja de ver algo, tambiénla observó y comentó algo al respecto. Me sentí agradecida de haber visto caer ese objetoluminoso allí, hacia donde había venido el Señor. Dentro del auto Su gloriosa voz llenaba lanoche, puesto que cantaba y atraía así a las estrellas hacia la Tierra. La cena estuvo lista amedianoche, cuando llegamos a Brindavan. El afecto de Baba hacía que pareciera preocupado por el hambre que pudiéramos tener. Puso especial cuidado en que todos nosalimentáramos y que se nos asignara alojamiento, antes de retirarse El. Sentíamos que leimponíamos un mayor cansancio, al llamar Su atención hacia nosotros. Nos preguntábamos: `¿Será que este precioso cuerpo se sustenta tan sólo con el amor quederrama?'."Me acosté con una sensación de inquietud. Temí que Baba partiese delante denosotros a Goa, en avión. Anhelaba no perderme la feliz estadía. Lamentaba quehubiéramos tenido que regresar debido a una falla del automóvil.Había muchas cosas que se enfrentaban en mi cerebro cuando desperté esa mañanade domingo. ¿Por qué el Señor, que produce tantas cosas por el mero ejercicio de SuVoluntad, no había reparado Su automóvil? También podía haber anticipado la falla y nohaber permitido que se produjera. Estos interrogantes tenían una gran importancia para mí,ya que estaba convencida de que el poder espiritual domina por sobre la materia. Tal vezBaba había querido que se produjera la falla y el regreso, con el objetivo de provocar en míestos interrogantes y obligarme a buscar una respuesta. Cada palabra, cada acto de Babaencierra una lección. Aquí había una lección... pero no estaba segura para quién."Sabíamos, incluso antes de partir, que Baba no estaba entusiasmado por Jog Falls.Había estado ridiculizando el nombre como `Joke Falls' (Cataratas en Broma) y hasta como`Joke False' (Falsa Broma). Había indicado que si Jog Falls era incluido en la gira, elrecorrido se volvería demasiado largo. El debería pasar por muchas aldeas después de caer la noche, en las cuales los aldeanos quedarían apesadumbrados al saber que Baba había pasado por ahí sin que recibieran Su clarshan. Alguien nos dijo que Baba había interrogadoal conductor, quien había supervisado las reparaciones a las que había sido sometido el`histórico automóvil', preguntándole sobre la calidad y extensión del servicio. `Debe haber sabido que iba a tener un mal rendimiento', comentó el conductor. ,"Por supuesto que, si hubiera sido Su Voluntad, el auto habría llegado hasta Jog, pero El quiso una `broma' (joke) en su lugar. Un día más tarde partimos hacia Goa en dosautos. En el camino, Baba habló largamente sobre asuntos espirituales. Deteniéndonos en laruta para desayunar, Baba nos dio a todos fresas silvestres dulces y maduras que Elmismo recogió de los arbustos junto al camino, diciendo: ¡Fresas, como las que solíarecoger y comer con Mis camaradas en Gokul, en las riberas del Yamunal".Los automóviles cooperaron maravillosamente y llegamos a los terrenos de laUniversidad de Karnataka en Dharwar, entrando al bungalow del Vicecanciller, doctor Adke, a las 14.00. Allí encontramos a unas quinientas personas cantando bhajans bajo untoldo. Habían sabido de la llegada del Señor. Después del almuerzo, Baba se sentó entreellos, en silencio, por unos pocos minutos llenos de dicha.Escribe June: "Esos decanos y catedráticos de la Universidad, mirando a Baba conuna expresión de devoción casi infantil, hicieron vibrar las cuerdas de mi corazón". De pronto, alguien hizo una pregunta y quebró el silencio. De ahí en adelante, Baba les relató parábolas e historias de las leyendas y el folklore, durante más de una hora. "Dios estásiempre listo para responder cuando hay un llamado pidiendo ayuda. Cierto es que ansían laGracia de Dios, mas, ¿podrán obtenerla si no responden al llamado de los afligidos? Diosespera en el umbral, al igual que la luz del sol, ansiosa por deslizarse por la más pequeñarendija, para esparcir luz donde hay oscuridad y calor donde hace frío. Así también ustedestendrán que esperar la oportunidad de alegrar e iluminar las vidas de otros, carentes dealegría y caridad. Despierten a la gente hacia la Gloria del Creador a través del vagarasankirtan", dijo.Acerca de los ocasionales estallidos de risa que sacudían la habitación, escribe )une: "Sentí que éste no era un Dios opaco y solemne. Cuando pienso en Baba, me imaginoa jesús con el mismo sentido del humor. Baba estaba hablando en uno de los idiomas indiosque no entiendo; sin embargo, de alguna manera misteriosa, yo también estaba recibiendoiluminación".El auto en el que Baba, el señor N.D.M. Appah, Presidente del Consejo deElectricidad del Estado de Mysore y yo viajábamos, era un Fiat 1500. El camino era ásperoy estaba sembrado de piedras, de modo que el viaje se hacía entre sacudidas y saltos. Por este motivo, Baba regañó al conductor por no ser más cuidadoso. "No sabes cuánto meduele el abdomen en cada salto", indicó. Nosotros nos preguntamos por qué Baba, quehabía resistido muy bien caminos mucho peores, insistía ahora en conducir más lentamente.Los últimos rayos de sol pintaban largas y oblicuas pinceladas de luz por entre losaltos árboles de frondosas copas de los Ghats occidentales, que estábamos subiendo ahora.Cuando llegamos a la cima, el sol se hundió en el mar. Hay una cierta grandeza, si bien patética, en este drama cotidiano: la inevitabilidad de una puesta de sol, la ausencia deruido y el pánico que produce cuando, alocadamente, uno teme que no vuelva a aparecer.Las fuerzas de la oscuridad que someten rápidamente a la Tierra, le producen a uno, aveces, una misteriosa sensación de desesperación. Aunque pronto recordamos que la sabiaTierra se las arregla para mantener una parte de sí misma iluminada y cálida. De modo quenos dormimos mecidos por la esperanza y los sueños felices.
Era de noche cuando los automóviles llegaron a Goa. Aparecían las estrellas yvenían con nosotros por el camino, sin quedarse atrás. En las afueras de Goa, elVicegobernador Nakul Sen, el anfitrión, recibió a Baba y nos condujo hasta un albergue. La porcelana relucía en las estanterías junto a los muros y los geranios lucían en las ventanasmientras nos servíamos café. De ahí en adelante Baba viajó en el vehículo estatal, junto al jefe del Estado.Acelerando por las buenas carreteras rumbo a Panjim Town, los vehículos llegaronfinalmente a Coba Itaj Nivas, el Palacio del Gobernador General de las "PosesionesPortuguesas en India y el Lejano Oriente" por muchos siglos en el pasado, pero que es hoyla residencia oficial del Vicegobernador. Eran las 21.15. Habíamos cubierto trescientasochenta y cinco millas desde esa mañana, pasando por caminos buenos y malos, pero Babase veía ágil y fresco como un lirio cuando subió rápidamente las escalinatas alfombradas derojo, hacia las habitaciones llenas de flores que se habían dispuesto para El. Poco tiempodespués, Baba presidía la mesa del comedor, hacia la que habíamos sido conducidos por nuestro anfitrión. Baba examinó divertido al contingente de servidores y la bella porcelanaque los portugueses habían traído de Macao.Pese a que la señora Sen tuvo la osadía de recordarle a Baba Su deber para consigomismo, El no probó bocado. Parecía ansioso por mandarlos a todos a la cama. "¡Vayan,vayan! Todos ustedes están demasiado exhaustos...", insistía. Yo protesté diciéndole queviajar con El no .puede nunca extenuar a nadie, pero me repitió que yo necesitaba de undescanso inmediato. Cuando nos levantamos de la mesa, se le informó a la señora Sen...¡que no necesitaba tener listo el café del desayuno de Baba antes de las 8.00! Ella sabía queen Prashanti Nilayam El lo tomaba entre las 6.00 y las 6.30, pero pese a rogarle querevisara esta orden, Baba dio instrucciones de que se le llevara el café recién a las 8.00.Baba estaba solo en la suite reservada para El. Nakul Sen solicitó permiso paraquedarse al alcance de Su llamado, mas Baba le mandó a su propia habitación. Nosotros,los de Bangalore, estábamos en habitaciones de la planta baja.En relación a lo ocurrido esa noche, Baba le escribió lo siguiente al doctor S.Bhagavantham, en una carta que yo mismo le llevé el día 12: "Extraños eventos sucedieronla noche del día 7. No podía estar acostado en la cama, no podía sentarme en ella ni darmevuelta de un costado al otro. Tampoco podía hablar o llamar. No quise causar inquietud ni problemas a nadie, de modo que me quedé en silencio, aparentando que todo era normalconmigo".A la mañana siguiente, cuando los Sen supieron la verdad, quedó claro por quéBaba se abstuvo de cenar y pospuso la hora de Su café de la mañana, queriendo tan sóloretirarse a Su lecho. Entendí ahora también por qué había acortado Su estadía en Dharwar yhabía pedido al conductor del automóvil que pusiera más cuidado en el camino.¡Obviamente, ya estaba "enfermo" cuando salió de DharwariLa señora Sen dijo que sentía que Cabo Raj Nivas era un lugar de mala suerte, yaque Baba se había "enfermado" aquí, pero Baba la corrigió de inmediato: "¡No, es una casade buena suerte! Traje la enfermedad conmigo a Cabo para librarme de ella aquí".En la mañana del día 8, muy temprano, Baba parecía tener muchos dolores y Nalcul Sen llamó a varios médicos de la Escuela de Medicina de Goa y a algunos de losmás prominentes facultativos de la ciudad. Muy poco después, un impresionante equipomédico rodeaba el lecho del enfermo. El informe rezaba más o menos como sigue: "Reseñadel dolor en el cuadrante inferior derecho del abdomen, desde las 15.00 del día 7 dediciembre. Inicialmente, el dolor se extendía por todo el abdomen y su intensidad fue progresiva. Hacia la noche, se fue localizando en la región umbilical y el cuadrante inferior derecho. El paciente tuvo dificultades para extender el miembro inferior derecho. El dolor se agudiza con el movimiento. En la mañana del 8 de diciembre, presentó náuseas y fiebre". Nadie pudo llegar a un diagnóstico definido de la enfermedad, había demasiados expertosreunidos, y Baba se divertía observando el choque entre sus conclusiones.Las damas norteamericanas fueron enviadas a visitar las antiguas iglesias de Goa,impregnadas de historia y vibrantes de potencia espiritual. Los Sen estaban confundidosante el giro que habían tomado los eventos, entre otras razones debido a que el SevaSamithi local había anunciado que Baba daría un discurso en un amplio recinto en el centrode la ciudad a las 17.00 de ese día.June Schuyler escribe: "De regreso en Cabo, almorzamos sin Baba. Fue bastantedeprimente. Cada cual se preguntaba por qué Baba no había venido. Yo no sabía quealgunos estaban al tanto, pero todos estaban demasiado tristes como para hablar. Es algomuy raro que Baba no salga de su habitación, ya sea en Prashanti Nilayam o dondequieraque esté. Siempre se entrega plenamente a Sí mismo, desde temprano en la mañana hastatarde en la noche. Yo sabía que estaba programado que Baba fuera a la ciudad esa tarde para hablar en una reunión pública. Habíamos pasado junto al recinto arreglado, en elmomento que íbamos hacia una de las iglesas que visitamos, y habíamos observado que yaestaba entrando una multitud de personas, muchas horas antes de lo anunciado. Me consolé,ya que entonces le veríamos. ¡Tal vez iríamos con El a la reunión!"A las cinco menos diez nos reunimos en el porch, vestidas con lo mejor queteníamos. Mi corazón comenzó a latir rápida y fuertemente cuando un reloj dio la hora, yaque estábamos por ver a Baba por primera vez ese día... Mis pensamientos retrocedieronhacia la época en que oí hablar por primera vez de El. Una amiga había tratado deconvencerme de que debía reverenciarlo. Yo le había contestado: `¡Cómo podría hacerlo, si pertenezco a jesús! Estoy segura acerca de jesús. Si Baba fuera uno con jesús, le rezaría aEl. Si no lo es, no quiero tener nada que ver con El'. Y agregué: `Si Baba es todo lo que túcrees que es, no se molestará conmigo por lo que pienso'. Entonces vino a mi mente elelectrificante momento en que lo vi por primera vez. Recordé la corriente de emoción yalegría que me sobrecogió. Cuando me vio, Su primer comentario fue que sabía de missentimientos sobre jesús y que los aprobaba y que El, ciertamente, era Lino con jesús. Mimente volvió al momento actual y me llevó a vigilar intensamente la puerta de Baba".Entretanto, el dolor, las náuseas y la fiebre mantuvieron a Baba en cama todo eldía. Llegó la información de que veinte mil personas, muchas de ellas venidas desde aldeasalejadas, habían llenado el maidan, esperando a Baba. Baba decidió levantarse y vestirse para cumplir con la cita y no defraudar a toda esa gente. Mas, no había ascensor en Caboltay Nivas y, por otra parte, en el maidan, Baba tendría que descender veintiocho peldaños para llegar hasta la gente y caminar entre ellas dándoles darshan, teniendo luego que subir el mismo número de peldaños para dirigirles la palabra.Baba me indicó que le dijera a los congregados que se dispersaran con calma y queles asegurara que Baba les hablaría, en el mismo lugar, algunos días después. Debíainformarles que había tomado sobre Sí la enfermedad de un devoto, ya que yo había sidotestigo de otras de estas instancias de curar y de salvar a alguien, a lo largo de los pasadosaños.June escribe: "¡Se abrió la puerta de Baba!... Salió el señor Kasturi... ¿Por qué elseñor Kasturi? ¿Por qué no Baba? Nos quedamos todos sentados, apesadumbrados, viendocómo se ponía un inmenso sol, color rojo sangre, en el Océano Indico".
La asamblea escuchó mi anuncio con asombro y admiración, porque todos habíanescuchado el relato de muchas historias sobre Baba y Sus milagros, mas este misterio detomar sobre Sí una enfermedad y salvar a un devoto de sus consecuencias, era algo de loque nunca habían oído hablar, ni habían imaginado que fuera posible. ¿Podía existir talcompasión? ¿Cómo asumiría Baba una enfermedad y cómo se libraría de ella? ¿Cómo lohabía hecho en el pasado? Muchos se me acercaron para buscar las respuestas, y puderelatarles el gran milagro de Gurú Purnima, cuando Baba había tomado sobre Sí unatrombosis cerebral y varios ataques cardíacos de un devoto y cómo, después de soportar estos males durante ocho días, los eliminó frente a cuatro mil personas, para volver a ser elBaba fresco, libre y pleno de siempre. Les pude decir que la misión del Avatares el rescatede los buenos y el castigo de los malvados. Baba interviene para compensar la deudakármica de los devotos, cuando estos claman sinceramente por Su Gracia, expliqué. Esa esla medida de Su Divina Compasión.Esa noche, a las 20.00, los médicos informaron: "Yace en la cama en posiciónsupina, con las piernas encogidas. En el examen, el lado derecho del abdomen no se muevecon la respiración; abdomen sensible de ese lado, y el costado inferior, punto de mayor sensibilidad, no muestra sensibilidad refleja... se reduce al cuadrante derecho inferior, presentándose rigidez del costado. La temperatura es de 100°F, el pulso de 100/m, larespiración de 16/m. Cuenta total de sangre: 22.000, neutrófilos 88%. Se llegó a undiagnóstico de apendicitis paracólica aguda. El paciente rehúsa una intervenciónquirúrgica".Hubo periodistas que contactaron a los doctores, ansiosos por informar acerca delas razones para posponer la reunión pública, alarmados por las noticias de la enfermedadde un personaje de renombre mundial. Los médicos les informaron que Baba sufría de unagudo ataque de apendicitis. La noticia atravesó la India como un relámpago y se difundió através de los diarios de la mañana, editados en Bombay, Delhi, Calcuta, Madrás, Bangalorey Madurai. Empezaron a recibirse telegramas y llamados telefónicos de todos los rinconesdel país, rezando y suplicando, llenos de incredulidad y esperando un desmentido, llenos deesperanza, de lágrimas y lamentos. Hubo muchos ofrecimientos en cuanto a tomar sobre síla enfermedad de Baba, otros indicaron que ayunarían hasta que Baba estuviese repuesto.Los devotos de fe más firme en Su Divinidad, se mostraban convencidos de que, tal comohabía sido asumida milagrosamente, también sería milagrosamente eliminada.Los doctores decían que debía estar sufriendo dolores insoportables, mas Baba nosdijo: "Si tuviera que reconocer que me está causando dolores, ¿por qué la habría tomadosobre Mí? La asumí con Amor y el Amor nada sabe de dolor". June escribe: "La señora Senme confió que había estado orando todo el día, rogándole a Baba que le permitieracompartir el dolor. Todos nos apropiamos de esta idea y marchamos hacia la habitación deBaba con la misma solicitud. Nos mandó de vuelta diciendo: `No siento ningún dolor y,aunque lo sintiera, no tengo el hábito de distribuir dolor como prasadam"'.Indra Devi llevaba consigo una cajita que le había dado Baba, con un ídolo deGanesha en la tapa. La cajita contenía vibhuti y, al dársela, Baba había dicho: `Dale esto alas personas que sufren y las aliviará'. `El vibhuti no se acabará nunca'. Ella ofreció a Babaese vibhuti, pero El la despidió diciendo: "Sería egoísta. Sólo quiero tu Amor, el regalo delAmor y no el objeto que te di para ayudar a otros". June imploraba en silencio: "¡Oh Baba!Eres tan dulce, tan completamente bueno. El resto de nosotros merece este dolor, pero noTú. Por favor, elimina esta condición de Tu precioso cuerpo"
Escribe June: "Por último, vacilando, le recé a jesús: `Si Baba no desea sanarse por Sí mismo, ¿no lo podrías sanar Tú?'. Pero supe que esta súplica no tendría una respuesta puesto que jesús y Baba eran Uno. Y retrocedí a la metafísica. El reconocimiento de laVerdad podía expulsar la enfermedad. Resultaba simple ver al Cristo en Cristo mismo.`¡Baba! Tú eres la Luz y en la luz no hay oscuridad.' Repetí esto en silencio una y otra vez.Sabía que esta declaración era absolutamente verdadera, pero también sabía que en el planofísico, Baba le permitía el libre juego a maya por el bien de alguien que se había entregadoa El. No permitiría que mis débiles tartamudeos metafísicos influyeran sobre un paso queEl había determinado dar. Temí que mi enfoque era bastante equivocado".Los doctores entraban y salían de la habitación de Baba. Indra Devi estaba en elsantuario de Cabo, aplicando el vibhuti curativo que Baba le había dado en el costadoderecho del abdomen de una foto de gran tamaño de Baba, pidiendo que se sanara pronto aSí mismo. La señora Sen estaba alternadamente confiada o preocupada.June escribe: "El señor Kasturi rezumaba serena confianza. Estaba seguro de queéste era otro milagro de milagros, que Baba estaba sufriendo por el bien de alguien, queconcentraría en algunas horas de sufrimiento lo que el devoto habría tenido que sufrir por semanas y que muy pronto veríamos el fin de otro lila Divino. Nos acercábamos a menudoa entibiarnos al calor de su optimismo. También el señor Sen estaba seguro de que Babaenfrentaría a los médicos con otro milagro asombroso y aplastante."De pronto, recordé que se le había pedido al señor Kasturi cancelar suscompromisos en Ceilán y unirse a nosotros en el viaje a Goa, y se me ocurrió que habíasido precisamente por esta razón: para infundir seguridad cada vez que la duda levantarasus fauces amenazadoras. Su rol era burlar a la serpiente (Satanás) y restaurar el valor.`Cuéntenos sobre la oportunidad en que Baba asumió el ataque de parálisis', le pedimos, yel señor Kasturi se entregó, con genuino entusiasmo, a la historia de la consternación deesos ocho días y noches, la súbita expulsión de los crueles síntomas, el triunfo final... ¡Lainfinita compasión, el infinito poder!".Los devotos salieron de la habitación de Baba. Sus rostros se veían solemnes yserios, como dominados por un problema insoluble. Escribe June: "Cierta vez, le había preguntado a Baba: `¡Por qué jesús permitió ser crucificado?'. Y recuerdo Su respuesta:`Porque los Grandes Seres nunca hacen uso del poder espiritual para sí mismos'. ¡Ah!entonces, Baba no había arreglado el automóvil el sábado en la noche, porque no eraimperativo para el bien de nadie que no fuera El. '¡Baba, Baba!', exclamé, '¡Te adoro, Teamo absolutamente! ¡Imperfecta como soy, Te entrego por completo mi corazón!'."En este preciso momento comprendí que el señor Nakul Sen nos hacía señas a laseñora Rajagopalan, a Indra Devi y a mí, para acercarnos a la puerta de la habitación deBaba. Casi no podía creer que fuese cierto. Cruzamos el umbral, expectantes, fijandonuestros ojos en el lecho en el cual el Maestro estaba sufriendo por Su amado devoto...¡Pero no estaba allí! ¡Estaba de pie frente a nosotros, débil y frágil, con los ojos irradiandoamor y misericordia, pero lleno de encanto pese a todo!"Recogió un poco Su bata naranja y nos permitió tocar esos preciosos Pies. Susamorosos Pies estaban calientes debido a la fiebre. El amado rostro se veía pálido y llevabadibujado en él el dolor. Las mejillas se habían hundido por la falta de sueño y descanso.Pero se había levantado por nosotras. `No se preocupen', dijo amorosamente, con un tonosuave y tranquilizador. `Está un poco alterado, eso es todo', continuó, señalando el ladoderecho del cuerpo
"`ISwami! Acepta lo que prescriben los médicos', rogamos. `¡Qué saben losdoctores! ¿Qué podrían prescribir? Solamente quiero vuestro amor...', dijo queda y casianhelantemente. Salió de la habitación hacia la salita contigua donde los otros esperabanansiosamente. Se quedó de pie algunos minutos, mirando lánguida y amorosamente a todosellos, tranquilizando a los temerosos y cargándoles de valor. Luego, volvió al lecho. Ninguno de nosotros sabía que el apéndice estaba a punto de reventarse y que los doctoreshabían dicho que a ningún precio debía levantarse de la cama".Más tarde, en Bombay, el día de Navidad, Baba se refirió a la enfermedad quehabía tomado sobre Sí en Goa y al sufrimiento que le había causado a muchos: "El otro día,en Goa, vino una seria enfermedad a este cuerpo. Muchos que me son devotos, sehundieron en la angustia y la desesperación cuando lo supieron. Este cuerpo no podrá jamás padecer de enfermedades. Ellas ni siquiera se le pueden acercar. Si llegara a producirsealguna vez, crean en lo siguiente: le pertenece a otro y no a Mí. Y se irá en la misma formaen que llegó: por Mi Voluntad. Yo no tengo contacto con ella, ni ella me afecta". El hechoes que cuando un devoto suplica ser aliviado, Baba le otorgará Su Gracia ya sea directa oindirectamente. Muchas veces el devoto no es capaz de percibir la inminencia de unaenfermedad. Entonces, Baba se interpone entre él y la enfermedad, como lo hiciera el Señor Shiva en el caso de Markandeya.El 9 de diciembre, los doctores decidieron poner una sonda nasofaríngea, paraaliviar el hipo que le estaba haciendo retener gases. También hablaban acerca de la urgentenecesidad de proceder a una punción, para poder succionar con una jeringa el pus que habíaen el absceso. Realmente, debe haberle producido un dolor terrible, cada vez que el hipotensaba los músculos abdominales y afectaba la hinchazón en torno del apéndice inflamado.Pero, al final, los doctores abandonaron Cabo Raj Nivas con sus sondas y botellas, porqueBaba se rehusó a aceptar sus proposiciones.Para el día 10, estaba anunciada una reunión de bhajans en la Casa de Gobierno yse había corrido la voz de que Baba asistiría. Baba también dijo: "¡Sí, organícenla!". Losmédicos no podían creer a sus oídos. No eran capaces de prever ninguna aparición en público ese día. En la mente de muchas personas había dudas, interrogantes y asombro y,entre ellas, sólo unas pocas creían en que cualquier cosa que El dijese, sucedería. A la horadel té, la señora Sen se veía más bien seria, ya que el tiempo corría y la gente estabaconfluyendo hacia el lugar de reunión. Después de haber sido sacudida previamente por lanoticia de la dolorosa enfermedad, Goa se sentía ahora alborozada, ante el impacto de tan buena nueva.La condición de Baba puede ser descripta en Sus propias palabras: "Los doctoresse mostraban unánimes en cuanto a que era necesaria una operación inmediata o, de locontrario, no se podían hacer responsables por lo que pudiera suceder. Decían que elapéndice inflamado ya se había reventado y que la materia purulenta había entrado a lasangre, una situación fatal para todos los mortales". En estas condiciones, Baba tuvo quecruzar una distancia de, aproximadamente, sesenta metros para llegar hasta la silla quehabía sido colocada para El en el estrado, para la reunión de bhajans.Más tarde, durante la sesión de bhajans, Sri Nakul Sen relataba: "Los médicossentían pánico, y pude sentir que se mostraban absolutamente contrarios a lo que BhagaVanme había dicho. Mas un sexto sentido, me indicaba que Bhagavan estaba sólo mostrandouno de Sus lilas en Goa y que, a través de Su volición, se libraría de este problema con lamisma rapidez con que lo había asumido".
El jefe del equipo de médicos, el doctor Varma, llegó alrededor de las 16.00 y, alver la alfombra de flores que cubría el trayecto de sesenta metros hasta el estrado, protestóseñalando que era una distancia demasiado larga para recorrerla a pie. Sugirió acortarla por medio de salidas a través de otras puertas y pasillos que la reducirían a unos doce metros.Indicó el doctor: "El estrado mismo deberá desaparecer. Dejen la silla en el suelo, ya que Elno podrá subir los peldaños, por bajos que sean. Y, por favor, ubiquen el estrado en elextremo más cercano del recinto y no en el extremo opuesto".A las 17.00, Baba fue conducido hasta la sala de baño y veinte minutos despuéssalía de allí recién afeitado y vistiendo una bata nueva. Cuando los doctores le examinaronno pudieron encontrar absceso alguno ni rastros de la voluminosa hinchazón. Toda el áreadel apéndice parecía blanda y tan normal al tacto como debía ser."¡Helo ahí!", dijo Nakur Sen, en el discurso que pronunciara tan pronto Baba sesentó en el estrado, a las 18.00, "BhagaVan caminó desde su habitación al estrado, unadistancia de sesenta metros, sin ninguna ayuda, y se sentó erecto en la Silla Oficial". june escribe acerca de este momento histórico de éxtasis: "Comenzaron los bhajansy mi corazón latía con un jubiloso ritmo de expectación. El amor por Baba llenaba elrecinto. ¡Ah! ¡Ahí venía El, avanzando majestuosamente por la sala, a pesar de que durantetodo el día había necesitado de la asistencia de dos hombres! Ahora caminaba como si nadahubiera pasado. Sus pasos eran seguros y gráciles, como siempre. Las mejillas que lucíandesencajadas la última vez que le viera, se veían ahora frescas y lozanas. Su Amor inundóla sala. Era algo abrumador. Dio la vuelta por el recinto y cuando veía a alguna personaenferma apoyándose contra el muro, Su mano empezaba a describir el familiar movimientocircular para crear la curación."Los ojos de Baba que sondean en las profundidades, que derraman amor ycompasión, que pueden centellear cuando habla de la hipocresía, la crueldad, la falsedad ola injusticia, o que pueden estar llenos de humor, se mostraban tan elocuentes comosiempre. Tomó Su lugar sobre el diván frente a la congregación y comenzó a marcar elritmo de los bhajans que se cantaban. La señora Itajagopal que estaba sentada a mi lado, mesusurró al oído: `¡Mira! Esos ojos se ven más bellos que nunca. Hay una expresión etéreaen ellos, que no es de este mundo, una mirada de radiante alegría y de adoración'. Lamirada de Baba acariciaba a la concurrencia que le observaba sin siquiera pestañear,mostrando aún la aprehensión en cuanto a que la cura que había efectuado sobre Sí mismofuera sólo parcial o temporaria".El señor Nakul Sen se mostraba lleno de gratitud y de asombro. Al dar la bienvenida a Baba y al presentarle a los presentes, como se acostumbra, dijo: "Bhagavanreside en los rincones internos del corazón de todos Sus devotos y no hay nada que El noharía por ellos. Ha aparecido simultáneamente, en esta Forma, en diferentes lugares, paraayudar a Sus devotos en problemas o para salvarles de calamidades inminentes de las quesólo El sabe. A través de Su Voluntad (Sankalpa), ha asumido las enfermedades de Susdevotos y las ha sufrido por ellos porque, de haberlos abandonado, ellos habríansucumbido.De esto acabamos de ser testigos, un lila que ha dejado completamente perplejos alos expertos médicos de Goa. Ello hace que no quede duda alguna en nuestras mentes deque no hay nada en todo el Universo que quede fuera del alcance de BhagaVan Sri SathyaSal Baba. Su lila no tiene precedentes, llena de júbilo, es dulce de recordar, promueve lafelicidad y el bienestar del género humano, domina la mente y la vuelve hacia la verdad, la belleza y la bondad. iY, además, otorga Bienaventuranza (Apanda)!"
El Gobernador también habló con bastante detalle acerca de Goa y de suasociación con Rama y con Krishna durante sus respectivas carreras terrenales. Habló delas leyendas que subrayan la santidad de los ríos Mandavi y Aghanasini, que desembocanen el mar justo frente al Cabo Raj Nivas. Nakul Sen concluyó sus descripciones de las antiguas glorias de Goa y sussagrados contactos con Shiva, Rama, Krishna y Parasurama, los Divinos Avatares, conestas palabras: "No resulta extraño que el Señor haya decidido visitar nuevamente estaantigua y sagrada tierra en la forma que ha asumido ahora, con el nombre de Sathya SalBaba. El ha amado a Goa en Sus anteriores encarnaciones, y Goa le sigue siendo caraincluso ahora".Baba habló por más de cuarenta minutos con Su énfasis y soltura de siempre. Laasamblea escuchaba hipnotizada, puesto que se trataba de un mensaje de triunfo, de benevolencia y de bendición.La enfermedad que se había desvanecido una hora atrás, seguía latente, principalmente, en la mente de todos, de modo que Baba habló de la importancia de su"entrada y salida de escena" y de su ubicación en el esquema de actividades del Avatar:"Hay muchos que dudan de la existencia de Dios o que lo niegan o que, incluso, desechanla idea de Dios como una tonta y obsoleta superstición. Lo Divino, por Su Gracia Innata,revela Su Gloria suprahumana para hacerles desechar su soberbia. Los que dudan recibensu respuesta sin siquiera pedirla; la puerta se abre sin siquiera llamar a ella, porque los queniegan nunca golpearán a ella. La 'superstición' se verá iluminada y ascendida a un statusdivino, por una experiencia concreta, un hecho indiscutible. El cuerpo humano generaenfermedades como consecuencia de una alimentación equivocada y de hábitos frívolos, otambién de una estúpida irreflexión o de emociones fanáticas. La enfermedad de la quefueron testigos durante los últimos dos días fue algo diferente. Yo la asumí, la tomévoluntariamente, con el fin de salvar a una víctima que no la habría podido sobrevivir. Elque su existencia continúe saludablemente, resulta deseable para la tarea que me interesa.Una de las funciones del Avatares derramar Gracia sobre el devoto. El apéndice se habíainflamado y se había convertido en un absceso que los médicos podían curar únicamenteeliminándolo... Pero sé que él no lo habría podido sobrevivir. He venido con este cuerpo para salvar del dolor a otros cuerpos. Este cuerpo está siempre libre de dolor. Laenfermedad jamás podrá afectarlo."Tuve que salir al rescate de una persona que me había entregado hasta su razón.Asumí su enfermedad y pasé por ella. Ya no volverá a afligirla. Ustedes se refieren a esteincidente como un milagro, pero han de recordar que cada uno es un milagro. Cadarespiración es una prueba de la providencia de Dios. Cada evento es una consecuencia de laDivina Omnipotencia. Dondequiera que encuentren Verdad, Belleza, Bondad, justicia,Sabiduría y Compasión, Dios se encontrará presente y activo. ¡Un ateo niega a Dios con elmismo aliento que Dios le ha dado! Cierra los ojos que Dios ha abierto en él y declara queallí no puede ver ningún Dios. Es por ello que han de llevarse a cabo tales eventosasombrosos, los cuales han de darse a conocer a los hombres en todas partes, para que elgénero humano pueda ser salvado del exceso de compromiso cariñoso que tiene con elmundo y pueda ser afectuosamente atraído hacia el Maestro del mundo."
OMSAIRAMMM...
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Sai Ram - How Bhagawan suffered for a Devotee's sake
In the December of 1970, Bhagawan travelled to Panaji, the capital city of Goa stopping en route in the town of Dharwar in Karnataka. In Panaji, a strange and mysterious turn of events took place, which afforded His devotees another glimpse into His Divine nature. In fact, just prior to this incident, Prof. N. Kasturi, Bhagawan’s biographer, was to start for Sri Lanka, as Swami had blessed him earlier to address the Sai Centres there. But, all of a sudden, Bhagawan commanded him to cancel his visit and accompany Him to Goa instead. For what happened next is narrated in the most wonderful manner by Prof. Kasturi in the third volume of Sathyam Sivam Sundaram.
At noon the next day, I accompanied Baba on a circuitous journey to Goa. The three cars moved towards Jog Falls. As usual, while leaving Brindavan, devotees lined up on both sides of the road, anxious to get a glimpse of Baba and to see the Hand waving to them.
It was a Fiat 1500 in which Baba, Mr. N.D.M. Appah, Chairman, Mysore State Electricity Board, and myself were travelling. The road was stony and rough, so the drive was full of jerks and bumps – this caused Baba to reprimand the driver for not being circumspect enough. “You do not know how much pain I get in the abdomen when it bumps,” He said. We wondered why Baba who withstood worse roads better, was insisting on slow driving that day…
When the cars reached Goa, it was night. The stars came forth; they came with us, every yard of the road, keeping pace. When the border of Goa was reached, the Lt. Governor of Goa, Sri Nakul Sen, received Baba and let us into a rest house, where china gleamed in the shelves by the wall and geraniums glistened on the window sills. We had coffee; from then on Baba sat in the State car, with the head of the state.
Hurrying around the rambling roads, towards Panaji (the capital of Goa), the cars finally arrived at Raj Nivas, the Palace of the Governors-General of the “Portuguese Possessions in India and the Far East” for many centuries, but now, the official residence of the Lt. Governor. The time was 9.15 p.m. We had motored 385 miles, since morning, over good and bad roads, but Baba as fresh as a lily when He hastened up the red-carpeted flight of steps to the flower-decked apartments, set aside for His stay. Very soon, Baba presided over the dining table to which we were led by the Lt. Governor. He watched with amusement the contingent of waiters, and the beautiful chinaware, which the Portuguese had brought from Macao.
Though Mrs. Sen made bold to remind Him of His duty to Himself, He did not eat anything. He appeared to be anxious to send everyone to bed. “Go, go! You are all very much exhausted,” He insisted. I protested that travelling with Him can never exhaust anyone, but He repeated that I was really in immediate need of rest. When we rose Mrs. Sen was informed by Baba that coffee be made ready for Him only at 8 a.m. the next day! She knew that at Prasanthi Nilayam, He had His coffee at around 6 a.m., but despite appeals for revising the order, Baba gave instructions that it was to be brought only at 8 o’ clock.
Baba was alone in the suite reserved for Him. Nakul Sen pleaded for permission to be within call, but Baba sent Him away to his own room. We from Bangalore were in rooms on the ground floor.
About what occurred that night, Baba wrote later to Dr. S. Bhagavantam, in a letter I carried to him on the 12th December, “On the night of the 7th, strange events happened. I could not lie in bed, I could not sit upon it, nor turn, from one side to another. Nor could I speak or call. I did not like to cause anxiety or trouble to anyone. So I kept silent, pretending that all was well with Me”!
Next morning when the Sens grew aware of the truth it became clear, why He had abstained from dinner, and postponed the coffee hour, wanting only to hurry away to bed! I too began to understand why He had come away from Dharwar, and why He had taken the driver to task. Obviously, He had been ‘ill’ when He started out from Dharwar!
Mrs. Sen felt that Raj Nivas was an ‘unlucky’ place since He had fallen ‘ill’ there, but Baba immediately corrected her. “No, it is a house of good luck! I brought the ‘illness’ with Me to Cabo, so that I could get rid of it here”.
By daybreak on the 8th, Baba appeared to be in great pain and Nakul Sen called in doctors from the Medical College at Goa, and some leading physicians of the City. Soon an imposing medical team surrounded the sick bed; their report read as follows, “history of pain in right lower quadrant of the abdomen since 3 p.m. on the 7th December. To begin with, the pain was all over the abdomen, progressive in intensity; towards the night, it localised in the umbilical region, and the right lower quadrant. Had difficulty in extending the right lower limb. Pain is exaggerated by movement. 8th December morning, had nausea and fever”. No one could be definite about the illness; there were too many experts and Baba was amused at the clash of their conclusions. The Sens were aghast at the turn of events for, among other reasons, the local Sathya Sai Seva Samithi had announced, that He would deliver a discourse at the large Maidan in the heart of the city, at 5 p.m. that evening.
Meanwhile, pain, nausea and fever kept Baba in bed all day. Information came that 20,000 people crowded the Maidan, awaiting Baba; and half the number had come from far off villages. Baba endeavoured to rise and don fresh clothes to keep the appointment, and not disappoint thousands of people. But Cabo Raj Nivas had no lift; for reaching the Maidan, Baba would have had to get down 28 steps and walk up some distance in order to give Darshan to the people. And then, climb the 28th steps back to His room!
Baba directed me to tell the assembly to disperse quietly, and to assure them that He will be addressing them in a few days at the same place. I was to tell them that He had taken over the illness of a devotee, for I had witnessed such instances of healing and saving in the past years.
At 8 o’clock that night, the doctors reported, “Lying supine in bed, with legs drawn up. On examination, the right side of the abdomen not moving with respiration; abdomen tender on the right side, and the lower flank…, point of maximum tenderness in lower flank…, no rebound tenderness.. . guarding present over right lower quadrant, with rigidity of flank. Temperature 100 F; pulse 100 /m; respiration 16/m. Total blood count 22,000; neutrophils 88%. A diagnosis of acute paracolic appendicitis was made. Unwillingness for surgical intervention”.
Pressmen approached the doctors, anxious to report the reason for the postponement of the announced public meeting, alarmed at the news of the illness of the world-renowned personality. The doctors told them that Baba was suffering from an acute attack of appendicitis. This news was flashed all over India and spread through the early morning editions and the papers issued from Bombay, Delhi, Calcutta, Madras, Bangalore and Madurai.
Telegrams and telephone calls poured in from all over the country, praying and pleading and denying – disbelieving, hoping, weeping and wailing. There were many offers to accept the ‘illness’ from Baba; some devotees said they would fast until Baba was free from the illness. Devotees having firm faith in His Divinity were convinced that just as the illness had been taken on miraculously, it would be thrown off miraculously, too.
The doctors told us Baba must be suffering excruciating pain, but He said, “I have taken it on upon Myself with Love and Love knows no pain”!
Ms. June Schuyler, a school teacher who was accompanying the party writes: “I had once asked Baba a question, and I now remembered His answer. ‘Baba, why did Jesus allow Himself to be crucified?’ ‘Because the Great Ones never use spiritual power for themselves”. Ah! Baba had not set the car right on Saturday night because it was not imperative for the good of someone other than Baba. “Baba! Baba!,” I exclaimed, “I adore you; I utterly love you. Imperfect as I am, I give my heart to you completely”!
Precisely at this very moment I became aware that Mr. Nakul Sen was motioning to Mrs. Rajagopalan, Indra Devi and myself to step inside the doorway of Baba’s room. I could not believe it was true. We crossed the threshold half expectant, fixing our eyes on the bedstead where the Master was suffering for His dear devotee. He was not there! He was standing before us, feeble and frail, with eyes full of love and mercy – charming in spite of it all.
He drew back the orange robe, and permitted us to touch those precious feet. The lovely feet were warm because of the fever. The beloved face was pale and etched with pain. The cheeks had been hollowed for want of sleep and refreshment. But He stood there for our sake. ‘Do not worry’, He said tenderly, in a soft, soothing voice, ‘It is a little upset, that is all’, indicating the right side of the body.
‘Swami! accept what the doctors prescribe’, we prayed. ‘What do the doctors know? What can they prescribe? I only want your Love’, He said, quietly, almost wistfully. He stepped out of the room into the adjacent drawing room where several others anxiously waited. He stood for a few minutes, looking languidly, lovingly, at them all, reassuring the timid and charging them with courage. Then He returned to the bed. None of us knew that the appendix was very near bursting point, and the doctors had said that He must not rise from his bed at any cost.
Later in Bombay, on Christmas Day, Baba referred to the “illness He had taken on at Goa” and the suffering it caused to many…
“The other day, a serious illness came upon this body in Goa. Many who are devoted to Me were plunged into anxiety and despair when they learnt of it. Illness can never afflict this Body. It cannot even approach it! If it should come sometime – believe this – it belongs to someone; not Myself. And it goes just as it came, of My free Will. I have no contact with it; I am not affected by it.”
On 9th December, the doctors decided to put tubes down the nose to relieve the hiccough, which was complicating matters, for taking the gas out of the stomach. They talked also of the urgent need that had arisen to puncture the lump and syringe off the pus from the abscess. It must indeed have given a terrible gash of pain for Baba, every time the hiccough pulled the muscle tight and affected the lump round the inflamed appendix! But eventually the doctors left the Raj Nivas with their tubes and bottles, as Baba refused to accept their proposals.
On the 10th, a Bhajan meeting had been announced at Government House, and word had gone round indicating that Baba would attend the meeting! Baba too said “Yes! Arrange it”. The doctors could not believe their ears. They did not foresee any possibility of a public appearance that day. There was doubt, wonder and amazement in the minds of various people, but a few of them were convinced that whatever He says will come to pass.
At tea time Mrs. Sen looked rather serious, as time was running out and already people were streaming towards the meeting place. Goa, which had been previously shocked by the news of the agonising illness, was now jolted by the impact of such good news.
Baba’s condition may be described in His own words: “The doctors were unanimous that an immediate operation was necessary, or they would not be held responsible for what might happen. They said the inflamed appendix had burst, and the pus had entered the blood – a situation that is fatal for all mortals”!
Baba had to move across His own room, across the drawing room, walk along the veranda, ascend a low step, get across to the doorstep of the hall which He had selected for Bhajan, traverse its length, reach the dais, climb two low steps – and finally sit upon the chair placed there. A total distance of 200 feet! A floral carpet stretched all this length.
Sri Nakul Sen spoke later during the Bhajan sessions. “The doctors became panicky, and I could feel that they were absolutely against what Bhagawan had said to me. My sixth sense somehow assured me that Bhagawan was showing one of His Leelas in Goa and that through His Sankalpa (Will) He would get rid of this trouble as quickly as He had assumed it.”
Dr. Varma, the chief of team of doctors came at about 4 p.m. and finding a floral carpet covering a distance of 200 feet, protested that it was too long a walk. He suggested some short cuts through other doors and passages making the journey a distance of only 40 feet. He said, “The dais itself will have to go; let the chair be on the floor, for He cannot get up the steps however low they may be – and please, have the dais on the near side, not at the farthermost end of the hall”.
At 5 p.m. Baba was led into the bathroom, and twenty minutes later He came out of it, clean shaven, wearing a new robe! Fresh as a new blossomed rose.
When the doctors examined Him again, they could not locate any abscess, nor could they find any trace of big lump of flesh near it. The whole area of the appendix was as soft and as normal as it could be.
“Lo and behold!,” said Nakul Sen, in the speech he delivered as soon as Baba sat on the dais at 6 p.m., “Bhagawan walked from His bedroom to the dais, a distance of about 200 feet without any aid. He sat down erect on an office chair”.
Ms. June writes about that historic moment of ecstasy: “Bhajan began, and my heart was pounding a joyous tune of expectancy. Love for Baba filled the hall. Ah! There He was, moving majestically down the hall, although He had required the assistance of two men all day. He now moved as if nothing had ever happened. His steps were as sure and graceful as ever. The cheeks which had been hollow when I last saw them were completely filled out. His Love flooded the hall. It was overpowering. He swung into the room, and when He saw someone leaning against the wall with a sick child beside him, the Hand began the familiar circular motion to create the cure.
Baba’s eyes which plumb the depths, His eyes which pour out love and compassion, His eyes which flash when he speaks of cruelty, falsehood, hypocrisy and injustice, eyes which can be full of quips, were as eloquent as ever. He took His place on the divan in front of the gathering and began keeping rhythm with the Bhajan being sung, with His head and hand. Mrs. Rajagopal whispered in my ear, “Look! Those eyes are more beautiful than ever. There is an ethereal expression, not of this world in them; a look of radiant joy and adoration”.
Baba’s eyes caressed the gathering, which was watching Him without even a wink, apprehensive that the cure He had effected on Himself, might be only partial or temporary.
Sri Nakul Sen was full of gratitude and wonder! While welcoming Baba, and introducing the gathering to Him as convention demanded, he said, “Bhagawan lives in the inner recesses of the hearts of His devotees; there is nothing He would not do for them. He has simultaneously appeared in this Form at different places, to help His devotees in distress, or to save them from impending calamities, of which He alone has the precognition! Through His Sankalpa or Will, He has assumed the illness of His devotees and suffered it from them, because they would have succumbed to it, if left alone.
We have witnessed this now, a Leela which has greatly perplexed the medical experts of Goa. It leaves no doubt in our minds that there is nothing on this earth which is beyond Bhagawan Sri Sathya Sai Baba. His Leela is Adbhut – unprecedented; it is Romancha Kari – exhilarating; it is Madhumaya – sweet in memory; Mangalamayi – promoting the happiness and welfare of mankind; Manoharini – overpowering the mind and turning it to truth, beauty and goodness. It gives Ananda – bliss!…”
Nakul Sen concluded his descriptions of the ancient glories of Goa and its sacred contacts with Siva, Rama, Krishna, and Parasurama, the Divine Avatars, with these words: “No wonder the Lord decided to visit this ancient and sacred land again, in the form which He has assumed now, with the name of Sathya Sai Baba; He has loved Goa in His previous incarnations and Goa continues to be dear to Him even now”.
Baba spoke for over forty minutes with His usual emphasis and élan. The gathering listened spellbound, for it was a message of triumph, benevolence, and benediction.
The illness that had vanished an hour ago was still uppermost in the minds of all, and so, Baba spoke of the significance of its ‘entrance and exit’ and its place in the scheme of the Avatar’s activities.
“There are many who doubt the existence of God or deny Him, or dismiss the idea of God as a silly outworn superstition. To make them discard their conceit, the Divine, out of Its Innate Grace, reveals its superhuman glory. The doubters receive the reply without asking, the door is opened without even a knock; for those who deny will not knock at all. The ‘superstition’ will be illumined into divine status by a concrete experience, an indisputable fact.
The human body generates diseases as a result of faulty food or frivolous habits, or foolish rashness or fanatic emotions. The illness that was witnessed by you during the last two days was quite different. That was an illness taken over by Me, voluntarily put on, in order to save a victim who could not have survived it! His continued existence, in good health is desirable for the task dear to Me. Pouring Grace on the devout is one of the functions of the Avatar. The appendix was inflamed, it turned into an abscess which the doctors could cure only by removal… He could not have survived it, I know. I have come with this Body in order to save ‘other bodies’ from pain. This Body is ever free from pain. Disease can never affect it.
I had to go to the rescue of a person who had surrendered to Me – even his judgment. I took over his illness and went through it. It shall not recur again in him. You refer to this incident as a miracle, but remember – every breath is a proof of the Providence of God. Every event is the consequence of Divine Omnipotence.
Wherever you find truth, beauty, goodness, justice, wisdom, compassion – God is present, and active. An atheist denies God, with the very breath that God has given him! He closes the eyes that God has opened in Him, and declares that there he could see no God. Therefore, such amazing events have to be accomplished and made known to man everywhere, so that mankind can be saved from over-fond involvement with the world, and lovingly drawn towards the Master of the World.”
Reference: “Sathyam Sivam Sundaram” Vol – III by Prof. N Kasturi. Published by Sri Sathya Sai Sadhana Trust, Publications Division, Prasanthi Nilayam.
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